Una de las últimas publicaciones en las redes sociales de Callum Robinson mostró su visita a una conocida taquería de Ensenada, Baja California. Estaba acompañado de su hermano Jake y su amigo Carter Rhoad.
Habían llegado a México tan sólo unas horas antes. Su primera parada fue la bahía de San Miguel, en donde compartieron su pasión por el surf con varios atletas mexicanos. En ese grupo estaba Miguel Alcázar, un surfista y arquitecto que surcó algunas olas con los extranjeros y habló con Infobae México para relatar cómo fue su acercamiento con los muchachos.
Para el 26 de abril de 2024, fecha en que Callum, Jake y Carter llegaron a Baja California, Miguel llevaba poco más de dos años practicando este deporte, luego de una prolongada pausa de 18 años que debió hacer por darle prioridad a otros asuntos en su vida. Actualmente, a sus 52 años de edad, está afiliado a la Asociación de Surfing de Baja California A.C. y a la Federación Mexicana de Surfing.
“Se metieron con nosotros, éramos unas cinco personas, cinco surfers y ellos se metieron. Fíjate, bien amables, muy educados”, fueron las primeras palabras con las que Miguel se refirió al estadounidense y los hermanos australianos.
Jack y Callum se apegaban a las reglas no escritas del surf, que consisten en respetar los turnos de cada miembro del grupo para atajar las olas. Carter, por otro lado, intentaba que el agua no lo derribara en cada intento, ya que no tenía la misma experiencia que sus amigos.
“Estaban divirtiéndose, se estaban riendo de Carter porque se estaba cayendo en las olas. Él traía una tabla blanda para aprender y se caía a cada ratito”, recuerda Miguel entre risas durante la conversación.
Al percibir que los turistas eran amistosos, se acercó a ellos para compartir algunos consejos con Carter. “Le dije que tratara de mantenerse agachado cuando se parara en la ola y que pisara la cola [parte trasera] de la tabla”, le sugirió el mexicano. Al cabo de un par de intentos, Carter logró deslizarse con éxito sobre el agua.
“Cuando iba todavía en la ola volteó a verme con una cara de asombro y de felicidad, como diciendo ‘Ya me salió’. Callum y Jake le empezaron a aplaudir y yo comencé a gritar”. La hazaña de Carter fue motivo de gran celebración en ese momento. “Es lo que hacemos, nos motivamos entre nosotros cuando alguien hace algo. Hay un compañerismo muy bonito entre los surfers sin importar de donde venimos”, agrega Miguel.
Más tarde, Miguel conversó con Callum mientras enjuagaban su traje de neopreno en las regaderas de la playa. Como parte de una charla casual, hablaron del clima, del origen extranjero de los jóvenes y de anécdotas que les ha dejado este deporte.
Jake se unió minutos después a la plática y, debido a que tenía algunos cortes en los pies causados por las piedras, Miguel le recomendó que se comprara unas botas para protegerse. En esa interacción, también les compartió una playlist con música ranchera, para que los visitantes se empaparan del folclor mexicano.
Durante la charla, los jóvenes compartieron sus intenciones de viajar al faro de Punta San José, a casi 100 kilómetros al sur de San Miguel. Debido a que él no había ido a aquella zona en más de 20 años, Miguel consiguió que una compañera surfista les diera indicaciones.
Antes de irse, Jack, Callum y Carter se detuvieron en su camioneta frente a la regadera donde aún estaba Miguel y gritaron “¡Oye, estamos en México, tenemos que escuchar música mexicana!”. Acto seguido, subieron el volumen de las bocinas de su camioneta, mientras sonaba la lista de reproducción que Miguel les acababa de compartir.
“Me han escrito amigos de ellos y lo que les comento es que ese día para mí fueron mis amigos por medio día. Unas personas muy lindas, muy amigables, muy nobles, muy gentiles. Traían una energía muy positiva, había una hermandad entre ellos pero también se sintió con nosotros”, añadió Miguel.
“Vi fotos de que sí llegaron a comer tacos [en un lugar que les había recomendado] y también me enteré de que sí fueron a la tienda de surfing a buscar sus botas [...] Al siguiente día me avisaron que habían desaparecido”.
Los informes apuntan que Callum, Jack y Carter habrían acampado en un punto conocido como La Bocana de Santo Tomás. El plan era que regresaran a un Airbnb que habían rentado en las playas de Rosarito, pero no volvieron.
Sus tiendas de campaña fueron halladas calcinadas el 2 de mayo en La Bocana y, un día más tarde, las autoridades encontraron los cuerpos de los surfistas en un pozo, ubicado en una zona despoblada a seis kilómetros de distancia.
“A todos en la comunidad del surfing nos pegó este suceso y estamos muy intranquilos por la seguridad, por los accesos y la vigilancia de los lugares. Estamos muy consternados todavía”, sostiene Miguel.
Los cuerpos de Callum, Jake y Carter fueron identificados por sus familias el 5 de mayo en el Servicio Médico Forense (Semefo) y dos días después fueron liberados por la Fiscalía General del Estado (FGE) para que fueran repatriados.
Jake Robinson era un médico que residía en Australia y disfrutaba de los viajes. Callum Robinson vivía en Estados Unidos y era un destacado jugador de lacrós en el equipo Atlas Roster. Jack Carter Rhoad trabajaba en una empresa de servicios tecnológicos y tenía contemplado casarse con su novia Natalie Weirtz en agosto de 2024.