Prometiéndoles lujos y una mejor calidad de vida, fue así que el entonces brazo armado del Cártel del Golfo, Los Zetas, comenzaron a reclutar elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en especial del entonces Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), a quienes le dijeron que dejarían de comer esa conocida sopa instantánea.
Esta táctica resalta la confrontación directa de los carteles con el Gobierno, no solo en términos de violencia, sino también en la lucha por el talento y los recursos humanos, quienes para finales de los años 90 era precaria, pues se habla de que en ocasiones llegaban a comer sopa instantánea para una jornada tan pesada.
“Los Zetas invitaban a los soldados a abandonar la asquerosa sopa Maruchan que les dan en los cuarteles para disfrutar de mejores viandas en el próspero mundo de la última letra. No hay duda de que los criminales tienen una política de empleo superior a la del gobierno. A este dato incontrovertible se agrega otro, igualmente decisivo: también tienen una política de comunicación superior. Durante seis años las noticias han ido a remolque del crimen organizado”, se lee en el libro ‘La Guerra de Los Zetas’, del periodista Diego Enrique Osorno.
La promesa incluye abandonar las básicas “sopas Maruchan” que simbolizan su alimentación actual por viandas más atractivas, metafóricamente hablando, en el mundo del crimen organizado.
Esta oferta es parte de una estrategia más amplia que incluye salarios más altos y una supuesta mejor calidad de vida, poniendo en evidencia la profunda infiltración de estos grupos en la sociedad y su capacidad para cuestionar la estabilidad y efectividad del empleo gubernamental.
Más allá del reclutamiento, hubo un elemento igualmente preocupante, fueron la eficacia de las políticas de comunicación de estos grupos, pues durante los últimos seis años, se ha observado cómo el narrativo del crimen organizado ha lograron impactar y en muchos casos adelantarse a los medios de comunicación tradicionales y las estrategias informativas del Gobierno, pues para aquellos.
Esta situación destaca no solo el poder de convocatoria y persuasión de estas organizaciones criminales, quienes por lo general siempre se han caracterizado por ofrecer lujos, así como una mejor calidad de vida.
Esta dinámica entre grupos criminales y fuerzas del orden pone en relieve la complejidad del contexto de seguridad en México. No solo se trata de un enfrentamiento en el terreno de los hechos violentos, sino también en ámbitos menos visibles pero igual de significativos como lo son el reclutamiento y la comunicación.