Sin duda la manipulación por parte de alguna persona cercana o que creíamos nuestro amigo es algo que todos hemos vivido. Y es que de acuerdo con diversos estudios científicos, la manipulación es un rasgo de personalidad que es más difícil de identificar de lo que parece, pues suele estar disfrazado de amabilidad.
Ser una persona manipuladora implica emplear una serie de estrategias y técnicas de comunicación y comportamiento con el objetivo de influir, controlar o cambiar las acciones, reacciones y percepciones de otras personas sin su consentimiento explícito o mediante el engaño.
Este comportamiento puede manifestarse de diversas maneras, incluyendo la explotación de la información para beneficio propio, la distorsión de hechos para crear una realidad favorable al manipulador, la utilización de la culpa o la compasión como herramientas de control, entre otras.
Las personas manipuladoras suelen tener una habilidad notable para detectar las vulnerabilidades de los demás y utilizarlas a su favor. Pueden aparentar ser amigables y preocupadas por los demás, pero su objetivo central es satisfacer sus propios intereses o necesidades, a menudo a costa del bienestar de los demás.
Este comportamiento puede tener un impacto negativo significativo en las relaciones interpersonales, creando ambientes de desconfianza y tensión por lo que identificar y establecer límites frente a la manipulación es crucial para el bienestar emocional y psicológico de las personas afectadas.
Estas son algunas características de las personas manipuladoras
De acuerdo información de la Universidad Nacional Autónoma de México y del libro La trampa de los manipuladores de Gloria Husmann, para identificar a una persona manipuladora, es útil prestar atención a ciertos comportamientos y patrones de comunicación característicos. Entre ellos destacan:
- Uso excesivo de la emoción para persuadir: La manipulación de los sentimientos es una táctica común. Esto puede incluir provocar culpa, vergüenza o simpatía para influir en las decisiones de los demás.
- Victimización: A menudo, las personas manipuladoras se presentan como víctimas de circunstancias o acciones de terceros para ganarse el apoyo y la compasión de los demás, desviando la atención de sus propias acciones.
- Falta de responsabilidad: Tienden a no asumir la responsabilidad de sus actos y, en su lugar, culpan a otros o a situaciones externas de sus propios errores o comportamientos negativos.
- Mentiras y exageraciones: Para conseguir sus objetivos, pueden mentir, exagerar o distorsionar la verdad.
- Cambios de humor impredecibles: Usan sus emociones para controlar a los demás. Esto puede incluir cambiar rápidamente de ser amable y amoroso a estar enfadado o sancionador si no se cumplen sus deseos.
- Búsqueda de puntos débiles: Son hábiles para detectar vulnerabilidades en los demás y explotar estas debilidades para su beneficio.
- Aislamiento: Pueden intentar aislar a sus víctimas de amigos, familiares u otras fuentes de apoyo para incrementar su dependencia emocional o física.
- Se irritan con facilidad y reaccionan de manera exagerada: Suelen tener reacciones desproporcionadas frente a situaciones que les resultan molestas. Es difícil prever qué las enfurecerá y cuál será su comportamiento como resultado. Incluso, pueden llegar a mostrar conductas violentas.
- Halagos excesivos: Inicialmente, pueden recurrir a elogios y halagos excesivos para ganarse la confianza y el afecto, solo para después usar esa relación en su beneficio.
- Compromiso forzado: Logran que sus objetivos avancen presionando sutilmente para que los demás se comprometan con acciones o decisiones que no tomarían de manera independiente.
Es importante aclarar que estas características pueden variar en grado y no todas tienen que estar presentes para considerar a alguien manipulador.
La conciencia y la observación cuidadosa de estas señales pueden ayudar a identificar relaciones o dinámicas potencialmente dañinas y tomar medidas para protegerse.