La incursión de organizaciones criminales en actividades económicas legales ha sido una estrategia recurrente para el lavado de activos procedentes del narcotráfico y otras formas de delincuencia organizada. Un ejemplo claro de esta práctica fueron Los Zetas, quienes en su momento exploraron el negocio de la compra, venta y crianza de caballos de carrera, una práctica que quizá el Cártel de Sinaloa podría estar replicando.
El Centro Hípico Maturana ―ubicado en el sur de Chihuahua y en donde la familia de la esposa del cantante de H Norteña, Kevin Amalio, poseía un carril― podría ser un lamentable ejemplo de cómo estos intereses criminales han llegado a perpetrar actividades como las carreras de caballos.
El caso relacionado con la familia del vocalista de “H Norteña”, Kevin Amalio Hernández, y el negocio de las carreras de caballos en el Centro Hípico Maturana sitúa en el centro de una trágica narrativa de violencia, vinculaciones con el crimen organizado y las consecuencias devastadoras para los implicados.
El pasado 5 de mayo, Marisela Barrón Sandoval, su madre Micaela, sus tres hijos menores de edad, y su pareja Kevin Amalio Hernández, decidieron volver a casa tras presenciar la carrera estelar del día en el Centro Hípico Maturana. Durante el trayecto en sus vehículos, fueron emboscados y atacados a más de 150 tiros, resultando en la muerte de Kevin Amalio y Marisela, al igual que dos de sus hijos menores, Ezequiel y Ángela. La abuela, Micaela, y un niño de cuatro años sobrevivieron al ataque.
En un giro reciente en la investigación del asesinato del cantante de la agrupación “H Norteña” y miembros de su familia, el fiscal de la zona sur de Chihuahua, Juan Carlos Portillo, reveló detalles clave que apuntan hacia la implicación del Cártel de Sinaloa en este trágico evento.
En una entrevista concedida a la periodista Azucena Uresti para Radio Fórmula, Portillo compartió que durante la madrugada del lunes posterior a los asesinatos, las autoridades lograron asegurar un vehículo Chevrolet, modelo Sonic, en el cual presumiblemente se transportaban los sicarios responsables del ataque contra Hernández y su familia. Este hallazgo ha sido crucial para la dirección que ha tomado la investigación.
Según el fiscal, las indagaciones apuntan a que el móvil del crimen podría estar relacionado con disputas o problemáticas surgidas en torno al negocio familiar de Marisela Barrón Sandoval, específicamente vinculadas al Centro Hípico Maturana y las carreras de caballos que administraban.
Años antes, Marisela Barrón Sandoval ya había sido testigo de otro crimen y tortura: el de su esposo. Ezequiel Ramírez Lugo, primer esposo de Marisela y padre de sus hijos, fue asesinado en el año 2015. Antes de su muerte, Ramírez Lugo era el propietario del Centro Hípico Maturana. Tras la muerte de éste, el Centro pasó a manos de su esposa, pero en agosto del año anterior al ataque, José Domingo Carrera Bermúdez, alias “010″, supuesto integrante del Cártel de Sinaloa, fue levantado en este carril para carreras de caballos y encontrado muerto meses después en Ciudad Juárez, lo que indicaba una posible conexión del negocio familiar con conflictos entre cárteles.
El día del ataque contra el cantante del grupo H norteño y su familia, todos venían de una carrera de caballos. Durante el trayecto, los vehículos de la familia fueron emboscados y atacados a disparos.
Después del ataque que resultó en la muerte de Kevin Amalio Hernández, Marisela Barrón Sandoval y dos de sus hijos, la violencia no cesó allí. La suegra de Kevin Amalio, Micaela, sobrevivió al ataque inicial. Posteriormente, se reportó un intento por parte de un grupo armado de localizar a Micaela en el hospital donde había sido internada debido a las lesiones sufridas durante el ataque. Este grupo preguntó por ella, pero al final desistieron y se retiraron del lugar.
Horas después del incidente en el hospital, los agresores persiguieron la violencia hasta la residencia de Micaela, localizada en la comunidad de Santa Rosa, cerca de la ciudad de Parral. Ahí, comenzaron a disparar contra la vivienda y una camioneta estacionada en el exterior, en un aparente intento de continuar con su agresión hacia la familia.
Estos subsecuentes ataques subrayan la gravedad y la persistencia del riesgo que enfrentaba la familia y sus allegados, incluso después de un evento tan trágico como el asesinato de varios de sus miembros.
¿Incursión en las carreras de caballos?
¿Es plausible considerar que el Cártel de Sinaloa haya incursionado en el negocio de las carreras de caballos? La recuperación de seis caballos pura sangre durante un enfrentamiento en 2016, vinculada a una propiedad de Joaquín “El Chapo” Guzmán, sugiere un interés directo en este tipo de activos, no solo por su valor económico sino por su potencial utilidad en la operación de lavado de dinero.
Además, la capacidad y los recursos de este cártel para infiltrarse en diversas esferas económicas y su conocimiento demostrado en técnicas de lavado de dinero refuerzan la posibilidad de su participación en actividades relacionadas con las carreras de caballos.
La evidencia de operaciones anteriores por parte de otros grupos criminales, como el caso desmantelado de Los Zetas en Oklahoma, proporciona un precedente que muestra cómo los cárteles de la droga han empleado exitosamente las carreras de caballos como una fachada para operaciones de lavado de dinero.
El caso de Los Zetas y su incursión en el negocio de las carreras de caballos en Estados Unidos destaca como una operación sofisticada de lavado de dinero emprendida por este cártel mexicano. Entre 2010 y 2013, el FBI desarrolló una investigación que culminó con la incautación de 455 caballos de carrera en un rancho en Oklahoma, revelando cómo habían invertido millones de dólares procedentes del narcotráfico en la compra, cría y venta de caballos de carrera.
Bajo la dirección de José Treviño Morales, hermano de dos líderes clave de Los Zetas, esta red utilizó los caballos no solo para legitimar ganancias ilícitas sino también para ganar prestigio dentro de esta industria, llegando a manipular resultados de carreras y expandiendo su operación a otros estados como Nuevo México, California y Texas.
Sumando a esto, un enfrentamiento registrado en 2022 en El Sauz, Chihuahua, durante una carrera de caballos con un saldo de 11 muertos, demuestra que los eventos de carreras de caballos pueden ser puntos de conflicto entre cárteles rivales, potencialmente por disputas sobre el control territorial de estas lucrativas operaciones.