Investigadores de la Universidad de Rochester han lanzado una hipótesis respecto a cómo la variación de la intensidad del campo magnético terrestre, podría haber sido crucial para el surgimiento de la vida multicelular en la Tierra. Este descubrimiento sugiere una nueva comprensión de cómo las primeras formas de vida lograron florecer en el planeta.
La teoría propuesta se basa en un análisis de rocas antiguas, a través del cual los científicos han deducido que un debilitamiento del campo magnético de la Tierra no condujo a una catástrofe biológica, como se creía. En lugar de ello, el estudio postula que este fenómeno podría haber propiciado una atmósfera rica en oxígeno, indispensable para el desarrollo de organismos vivos. Esta relación entre el campo magnético y la evolución de la vida sugiere que eventos aparentemente catastróficos pueden tener resultados positivos inesperados en el largo proceso evolutivo.
Además, el artículo hace referencia a cómo sucesos fortuitos en el pasado, como la caída del meteorito en Chicxulub, Yucatán, México, hace 66 millones de años, han jugado un papel fundamental en la dirección de la evolución en la Tierra, y afirma que al existencia de los humanos y la de otras especies podría ser resultado de combinaciones de azar y casualidades. Este enfoque innovador sobre el papel del azar en la evolución, ofrece una perspectiva fresca y ampliada sobre los procesos que han determinado la biodiversidad en el planeta a lo largo de millones de años.
Un campo magnético débil fue la clave de la vida en la Tierra
El artículo ha revelado que la plagioclasa encontrada en la piroxenita de Bushveld y los gabros de Passo da Fabiana muestra diferencias en sus propiedades magnéticas, lo que lleva a conclusiones sobre la intensidad del campo magnético terrestre durante distintos períodos geológicos. Mientras que la plagioclasa de Bushveld extiende el período de alta intensidad del campo magnético terrestre hasta el Paleoproterozoico, la muestra de Passo da Fabiana indica la intensidad de campo magnético más débil conocida hasta la fecha.
La investigación, que combina estos nuevos datos con registros paleomagnéticos previos, sugiere que el fenómeno denominado UL-TAFI (campos con intensidad igual o inferior al 10% de la actual), habría tenido una duración de al menos 26 millones de años. Esto coincide con eventos cruciales en la evolución de la vida en la Tierra, particularmente con el surgimiento y la diversificación de los animales macroscópicos durante el Periodo Ediacárico. Se plantea, por tanto, una posible conexión entre la disminución de la intensidad del campo magnético terrestre y cambios significativos en el medio ambiente terrestre, que podrían haber favorecido la oxigenación y, con ello, la aparición de formas de vida más complejas., según las conclusiones del estudio publicado en la revista Nature.
La concurrencia temporal entre la intensificación de la oxigenación, tanto atmosférica como oceánica, y los eventos evolutivos del Ediacárico destaca la importancia de los cambios en la composición gasosa de la Tierra para la diversificación biológica. Indicadores geoquímicos, junto con el registro fósil, apuntan a un aumento significativo de los niveles de oxígeno en este periodo, lo cual sería crucial para la supervivencia y desarrollo de animales más grandes y con mayores demandas metabólicas.
El estudio también explora cómo la reducida intensidad del campo magnético habría afectado la pérdida de hidrógeno atmosférico, alterando así la proporción de oxígeno disponible y favoreciendo una atmósfera más rica en este gas esencial para la vida compleja. Además, se discute el impacto de una magnetopausa más cercana y una mayor penetración de partículas energéticas en la atmósfera, lo que podría haber contribuido a la disociación del vapor de agua y, por ende, un incremento en la pérdida de hidrógeno al espacio.