Ignacio Zaragoza Seguin fue figura clave en la historia de México por su liderazgo en la Batalla de Puebla ocurrida del 5 de mayo de 1862, no tuvo una formación académica formal en el sentido tradicional, especialmente en estudios superiores.
Sin embargo, su educación se enmarcó principalmente en el ámbito militar, donde se destacó por su liderazgo y estrategia, lo que lo llevó a vencer a uno de los ejército más poderosos de la época: el francés.
Nació en 1829 en lo que hoy es Goliad, Texas, aunque en aquel entonces el poblado se conocía como Bahía del Espíritu Santo, antes de que Coahuila perdiera gran parte de su territorio.
La familia Zaragoza tenía raíces profundas en las luchas, pues su padre, Miguel Zaragoza, era un soldado de infantería que, tras la Guerra de Independencia de Texas decidió mudarse con su familia en busca de un futuro mejor.
La familia Zaragoza optó por mudarse a Matamoros en 1834, y posteriormente a Monterrey en 1844. Después de abandonar sus estudios seminaristas en 1846, Ignacio tomó un camino distinto al sacerdocio, marcando un punto decisivo en su vida y futura carrera.
Aunque inicialmente estaba predestinado para el sacerdocio, Zaragoza eventualmente encontraría su llamado en otros ámbitos de servicio a su país, marcando un contraste claro con las expectativas de su familia y la sociedad de ese entonces.
Su preparación y carrera estuvieron enfocadas en el desarrollo de habilidades militares, ascendiendo rápidamente en las filas del ejército mexicano, lo que lo llevó a ocupar posiciones de alta responsabilidad.
La estrategia de Ignacio Zaragoza en la batalla del 5 de mayo en Puebla
La Batalla de Puebla estalló el 5 de mayo de 1862 en el contexto de la intervención francesa en México, motivada principalmente por la suspensión de pagos de la deuda externa mexicana por parte del presidente Benito Juárez en 1861.
El ejército francés, bajo el mando del general Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, avanzó hacia Puebla con la intención de atacar la capital del país, considerando que la captura de Puebla, por su posición estratégica, sería determinante para el éxito de la campaña.
La defensa de Puebla estuvo encabezada por el general Ignacio Zaragoza, quien contaba con un ejército inferior en número y equipamiento en comparación con las fuerzas francesas. Zaragoza organizó sus fuerzas en las fortalezas de Loreto y Guadalupe, ubicadas en puntos estratégicos para la defensa de la ciudad.
El 5 de mayo, el ejército francés inició el ataque contra las posiciones mexicanas, pero se encontró con una feroz resistencia.
A pesar de los repetidos asaltos, las tropas mexicanas, compuestas por soldados regulares y voluntarios locales, lograron repeler a los invasores. La eficaz estrategia de defensa de Zaragoza, junto con el valor y determinación de sus soldados, resultó en una victoria sorpresiva para México.
Ignacio Zaragoza se convirtió en un héroe nacional por su liderazgo durante la batalla. En un reporte al Presidente Juárez tras el combate, Zaragoza famosamente dijo: “Las armas nacionales se han cubierto de gloria”. Desafortunadamente, Zaragoza murió meses después de la batalla, el 8 de septiembre de 1862, a causa de la fiebre tifoidea.
La Batalla de Puebla, aunque no decisiva en el curso de la intervención francesa en México, se convirtió en un símbolo de la resistencia y unidad nacional. El 5 de mayo, fecha de la batalla, es recordado en México y en otras partes del mundo como el Día de la Batalla de Puebla o, más comúnmente, el Cinco de Mayo.
No obstante, la victoria mexicana en la Batalla de Puebla no detuvo el avance francés en el territorio mexicano; al contrario, incrementó la determinación de Napoleón III de establecer un imperio en México bajo el mando de Maximiliano de Habsburgo, quien fue declarado emperador de México en 1864.