El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronosticó la posible formación de torbellinos, o tornados, en los estados de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, donde se presentarán fuertes rachas de viento de componente sur (surada), de hasta 70 kilómetros por hora.
Una surada es un fenómeno meteorológico característico de algunas regiones, particularmente en el Golfo de México. Se trata de un viento cálido y húmedo que sopla desde el sur o sureste.
Los vientos conocidos como surada, por sí mismos, no provocan tornados, sin embargo, cuando estos vientos cálidos y húmedos interactúan con sistemas de aire frío provenientes de otras direcciones, pueden contribuir a la formación de condiciones inestables en la atmósfera.
Esta inestabilidad puede favorecer el desarrollo de tormentas severas, que bajo ciertas condiciones, pueden dar lugar a tornados o torbellinos.
Aunque estos fenómenos no son tan frecuentes en México como en algunas partes de Estados Unidos, el norte de México sí experimenta tornados, principalmente durante la primavera. Apenas el 9 de mayo de 2023 fue visible un tornado en Coahuila.
Este tipo de viento suele presentarse en invierno o principios de primavera, provocando un aumento significativo en la temperatura y disminución en la humedad relativa del aire en las áreas afectadas.
Además, la surada puede influir en el estado del mar y en condiciones meteorológicas locales, como la disipación de nubes, contribuyendo a un clima más cálido y seco temporalmente en la región.
El SMN detalló que el tiempo atmosférico en los estados de la vertiente del Golfo de México será de ambiente matutino fresco y bancos de niebla en zonas altas de Tamaulipas y Veracruz.
También, se esperan vientos con rachas de 60 a 70 km/h y tolvaneras en Chihuahua, Durango,Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur.
Los vientos fuertes pronosticados podrían originar el derribo de árboles y anuncios publicitarios, por lo que la Comisión Nacional del Agua exhortó a tomar precauciones.
¿Es normal la formación de tornados en México?
En el norte de México, la formación de torbellinos o tornados se debe a la confluencia de varios factores meteorológicos y geográficos.
La región se caracteriza por su topografía variada, incluyendo zonas áridas y semiáridas, así como la proximidad con grandes cuerpos de agua, como el Golfo de México. Estos son algunos factores clave que influyen en la formación de tornados en esta área:
Durante ciertas épocas del año, especialmente en primavera y comienzos del verano, se produce un marcado contraste térmico entre el aire cálido y húmedo procedente del Golfo de México y el aire frío y seco proveniente del desierto y de las montañas. Esta interacción genera condiciones inestables en la atmósfera.
La presencia frecuente de frentes fríos que avanzan hacia el sur, sobre la cálida superficie terrestre del norte de México, puede provocar el levantamiento rápido del aire cálido y húmedo. Cuando estos sistemas frontales interactúan con la topografía local y las corrientes de aire existentes, pueden originar tormentas severas.
Las corrientes de chorro, tanto subtropicales como polares, juegan un rol importante en el desarrollo de sistemas de baja presión y en el fortalecimiento de las tormentas que pueden generar tornados. La posición y la interacción de estas corrientes de aire de alta altitud pueden influir en la velocidad y dirección del viento en niveles bajos, contribuyendo a la formación de tornados.
La combinación de aire cálido y húmedo en superficie con aire frío en las capas superiores de la atmósfera crea una situación de inestabilidad. Esta inestabilidad permite que el aire cálido ascienda rápidamente, formando nubes de gran desarrollo vertical que pueden desencadenar tormentas severas y, potencialmente, tornados.
Estos elementos interactúan en el complejo sistema atmosférico, creando las condiciones propicias para la formación de tornados.