La Secretaría de Salud a través de Servicios de Salud de Morelos (SSM) informó que el Obispo Emérito de la Diócesis de Chilpancingo, Guerrero, Monseñor Salvador Rangel Mendoza, solicitó su alta voluntaria del Hospital General de Cuernavaca, “Dr. José G. Parres”, durante la noche del lunes 29 de abril.
Su solicitud de egreso ocurre tras haber sido reportada su desaparición el mismo día, captando la atención nacional debido a su prominente papel en negociaciones de paz con narcotraficantes en Guerrero.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) comunicó vía redes sociales el hallazgo de Monseñor Rangel, sin detallar las circunstancias de su desaparición ni su estado de salud. La CEM prometió proporcionar más información cuando estuviera disponible.
Por otro lado, el fiscal estatal de Morelos, Uriel Carmona, confirmó que la desaparición del obispo pudo haberse tratado de un “secuestro exprés” y aseguró que, preliminarmente, el estado de salud de Rangel parecía estable. Carmona también señaló que Rangel estaba acompañado de personal del Episcopado.
Antes de su desaparición, la CEM había expresado su preocupación y contemplaba la posibilidad de un secuestro, instando a los captores a permitirle acceso a sus medicamentos por su delicado estado de salud.
¿Quién es Salvador Rangel Mendoza?
Salvador Rangel Mendoza, de 78 años de edad, se ha destacado por su labor en zonas de conflicto en México, negociando con grupos criminales para pacificar regiones como Chilpancingo y Chilapa. Mediante el diálogo, logró disminuir significativamente actos de violencia y liberaciones de secuestrados, según declaraciones propias.
Aunque en febrero intentó sin éxito negociar una nueva tregua con líderes criminales, su compromiso con la paz ha sido reconocido a nivel nacional, incluso por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Nacido en Tepalcatepec, Michoacán, ha mantenido una postura crítica hacia las autoridades por su ineficaz combate a los grupos criminales en Guerrero. Además, se ha distinguido por su enfoque único hacia la pacificación, manteniendo diálogos directos con miembros de organizaciones delictivas con el fin de proteger a la comunidad y, en particular, a los sacerdotes y fieles de su diócesis.
Antes de su reciente desaparición, Rangel había expresado su preocupación por la situación de violencia en el estado, describiendo a Chilpancingo como “en llamas”.
En diversas ocasiones, ha señalado la necesidad de una coordinación efectiva entre autoridades locales y federales para restaurar la paz, subrayando la presencia de alrededor de 40 grupos criminales en lucha por el territorio, lo que ha resultado en numerosos homicidios.
Su compromiso con la comunidad y sus esfuerzos por dialogar con grupos criminales para asegurar la paz y la seguridad en la región le han ganado el respeto y la estima de muchos dentro y fuera de la diócesis, a pesar de las críticas y las consecuencias de sus acciones, como ser deslindado por el Consejo Interreligioso de Guerrero A.C. y recibir amenazas de muerte.
Rangel Mendoza ha argumentado que sus interacciones con grupos criminales, incluido un acuerdo con la Familia Michoacana para la tranquila observancia de la Semana Santa en Taxco, son necesarias ante lo que él describe como un “vacío de poder” en Guerrero. Estas actividades, según él, son esfuerzos por proteger a sus feligreses y asegurar el libre ejercicio de las prácticas religiosas en condiciones de seguridad.
A pesar de las controversias que lo rodean, sus acciones reflejan un profundo compromiso con la protección de su comunidad y un enfoque práctico para enfrentar la compleja realidad de la violencia en Guerrero.