Fabián Miranda, conocido como ‘El Fabián’, y Roberto Moyado Esparza, alias ‘El Betito’, se han visto involucrados en una guerra de información y desinformación a través de plataformas de vídeo en línea, desencadenando confusión tanto en las autoridades como en la opinión pública sobre quién es el verdadero culpable tras una serie de extorsiones a comerciantes.
En una sorprendente estrategia mediática, ‘El Fabián’ instó al Gobierno a terminar con La Unión a través de un vídeo en YouTube, mientras que ‘El Betito’ publicó otro vídeo titulado ‘Verdaderos extorsionadores de comerciantes’, señalando a ‘El Fabián’ como responsable, aunque jugando con su parecido físico para confundir a los espectadores.
“En las calles se decía otra cosa, que eran subordinados de Fabián Miranda, ‘El Fabián’, cuya respuesta si limitó a lo mediático, pues mandó a colgar un video en YouTube, de una figura oculta en un ropaje obscuro, exigía al Gobierno a acabar con La Unión, no sin antes revelar algunos de los nombres de sus cabecillas, y de policías que presuntamente tenían en su nómina, incluyendo a personal del C4, el centro policial de control de las 18 mil cámaras apostadas en la ciudad, lo mismo hizo Roberto Moyado Esparza, ‘El Betito’, pero con una sorpresiva vuelta de tuerca, el video titulado, ‘Verdaderos extorsionadores de comerciantes’, exhibía fotografías de ‘El Fabián’, aunque ahí se aseguraba que era ‘Betito’, aprovechando su parecido, una tiradera millenial, cuyo resultado fue el despiste, a partir de eso, muchos medios comenzaron a publicar la imagen de ‘El Fabián’, extraída del video como si fuera ‘El Betito’, seguido del pergamino de fechorías que le atribuían, fenómeno que se crea o no, contagió incluso a los detectives que les seguían los pasos, y que por un tiempo redactaron sus informes con este hierro, las extorsiones no han cesado hasta ahora”, se lee en el libro ‘Cártel Chilango’, del periodista Antonio Nieto.
La compleja trama incluye la revelación de nombres de supuestos cabecillas de estas organizaciones y de policías presuntamente corruptos, abarcando incluso a personal del C4, entidad responsable del monitoreo policial a través de 18 mil cámaras en la ciudad.
La malintencionada manipulación de imágenes y datos en estos vídeos tiene como objetivo desorientar la labor investigativa y periodística, llevando a una difusión errónea de la identidad de los implicados y sus crímenes asociados.
Este juego de engaños ha tenido un impacto significativo, afectando incluso los informes oficiales de seguimiento.
La estrategia de desinformación no solo ha planteado un desafío para las autoridades encargadas de desmantelar estas redes de corrupción y extorsión, sino que también ha puesto de manifiesto la necesidad de una verificación de información más rigurosa por parte de medios de comunicación y agencias de seguridad.