La oniomanía, conocida por impulsar a las personas a realizar compras compulsivas que escapan de su control, se perfila como una problemática contemporánea seria, relacionada con la necesidad de cumplir con estándares sociales y culturales de posesión material y estatus. Gabriela Orozco Calderón, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destaca que este trastorno, aunque aún no catalogado como una enfermedad en los manuales psiquiátricos, comparte similitudes neurobiológicas con la ludopatía, la adicción por las apuestas.
Como explicó Orozco Calderón para Gaceta UNAM, la oniomanía se manifiesta a través de sentimientos de ansiedad y euforia seguidos por culpa y depresión después de realizar compras innecesarias. Estos ciclos de compra compulsiva pueden ser disparados por emociones primarias como el aburrimiento o la venganza, y se observa una intensificación de estos comportamientos en temporadas festivas como las épocas decembrinas. Este fenómeno no solo lleva a la acumulación de bienes sin utilizar, sino que también interfiere en otras áreas de la vida social y familiar del individuo debido a la obsesión por comprar.
La especialista indica que los problemáticas cognitivas relacionadas con la oniomanía pueden ser atribuidas a una deficiente gestión de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina en el cerebro. Para abordar este trastorno, sugiere el tratamiento psiquiátrico acompañado de terapia cognitivo-conductual, con el fin de reequilibrar las sustancias cerebrales y desarrollar estrategias para gestionar mejor el comportamiento impulsivo. La Facultad de Psicología de la UNAM ofrece recursos y atención especializada para aquellos que buscan superar este problema.
Acudir a terapia es la mejor opción para tratar la adicción a las compras
Una revisión de estudios ha llegado a una conclusión similar a la que comentó la especialista de la UNAM. La efectividad de la terapia cognitivo conductual grupal (TCC) en el tratamiento de pacientes con trastornos complejos, que integran síntomas de trastornos afectivos, el espectro del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y trastornos del control de impulsos. La investigación, que analizó 24 fuentes distintas entre informes de casos, ensayos clínicos y revisiones/metaanálisis, concluye que la combinación de farmacoterapia y psicoterapia podría ser beneficiosa, aunque con evidencia menos robusta que para la TCC grupal, de acuerdo con la investigación publicada en Frontiers in Psychiatry.
Los resultados también sugieren que no hay un tratamiento farmacológico específico universalmente recomendado. No obstante, se reportaron resultados positivos con antidepresivos serotoninérgicos y el topiramato en el manejo de este complejo trastorno. Las fortalezas de este estudio radican en su meticulosa metodología, que incluyó una búsqueda sistemática y la evaluación de la calidad de los reportes mediante listas de verificación validadas.
Además, la investigación apunta a ciertos factores que podrían predecir una menor respuesta al tratamiento, como características de acaparamiento severo antes del tratamiento y ciertas variables demográficas y clínicas. El estudio subraya la importancia de un seguimiento adecuado y suficientemente largo para confirmar la efectividad de las intervenciones terapéuticas ante una alta tasa de recaída.