Un virus es un agente infeccioso que, una vez que se aloja en una célula, extrae la información que necesita para reproducirse y crear resistencia ante las defensas de su huésped. En México, el crimen organizado actúa de manera similar.
Para tener un amplio panorama sobre la amenaza que los grupos criminales pueden representar para la población, Infobae México conversó con Alberto Capella, fundador de la agencia AC Consultores especializada en temas de seguridad.
Periódicamente, AC Consultores realiza informes sobre la presencia del crimen organizado en el país. El más reciente señala que 86% de las y los mexicanos —ocho de cada diez— se encuentra en riesgo por las actividades de estas estructuras delictivas.
Este cálculo, según explicó Capella, está fundamentado en un análisis del poder que los grupos criminales han obtenido no sólo para ejercer violencia, sino para influir en distintos ámbitos de la vida cotidiana de las personas.
“Cuando tienes presencia de grupos del crimen organizado que tienen un poderío en el uso de la fuerza a través de las armas, o cuando hay la posibilidad de que estos tengan protección de órganos de gobierno corruptos, o cuando tienen una estrategia operativa criminal, eso te da niveles de vulnerabilidad”, detalla el también exsecretario de Seguridad Pública de Quintana Roo.
“El crimen organizado es como un virus que está presente y que se puede manifestar de forma violenta o de forma política determinante para evitar que la gente ejerza su libertad [...] Va creciendo de manera silenciosa, ocupando espacios que las instituciones y la propia sociedad han dejado”, refiere el especialista.
Respecto a la discreta y creciente convivencia de los grupos criminales con la sociedad civil, Capella explicó que esto puede reflejarse en la comisión de delitos del fuero común, pero también en las dinámicas que, poco a poco, se establecen en los territorios.
A manera de ejemplo, señaló que “hay regiones en donde no son las autoridades las que te dan permisos para poner un negocio, sino que eso debe autorizarlo un jefe criminal”.
Recientemente, Zeta Tijuana publicó una investigación que reveló los mecanismos establecidos por el Cártel de Sinaloa para controlar la venta de pescado y mariscos en Baja California.
Mediante negocios irregulares, amenazas y extorsiones, los miembros de esta organización se impusieron como mediadores y distribuidores únicos de la mercancía. Su red alcanza por igual a lancheros, proveedores y restauranteros. En cada eslabón de la cadena productiva, el cártel obtiene ingresos económicos.
Bajo estas consideraciones, el mayor riesgo es la capacidad que tiene el crimen organizado para cooptar diversos sectores “silenciosamente, con el paso del tiempo y ante la ausencia de las instituciones. Eso nos lleva a un poder determinante y absoluto, porque para combatirlo necesitas una autoridad política que tenga la voluntad de hacerlo, con estrategias adecuadas, pero si ellos lo controlan, ¿quién va a ser esa autoridad?”, sentenció Capella.
Esta combinación de factores convierte a los grupos criminales en “electores” y autoridades “sobre las instituciones y sobre la voluntad de la sociedad civil”.
Estrategias de seguridad efímeras, el mayor fallo ante el crimen organizado
Capella Ibarra sugiere que “la gran tragedia mexicana” está representada en el hecho de que “la seguridad y la procuración de justicia han estado secuestradas por los intereses políticos partidistas”.
Lo que esto provoca es la ausencia de planes sólidos y duraderos encaminados a disminuir y erradicar las actividades de los grupos criminales.
“Tenemos ‘llamaradas de petate’, porque si alguien trae una estrategia efectiva, en el cambio de gobierno viene la desaparición de lo que se hizo anteriormente”, expone.
En este tenor, estima que el Estado mexicano “ha vivido a través de mudas institucionales”, de la cual son muestras la Policía Federal, el Sistema de Justicia Penal, la Gendarmería y, recientemente, la Guardia Nacional.
Y mientras los enfoques en materia de seguridad se modifican constantemente, sin que haya lugar a un proyecto de largo alcance, las capacidades criminales se han sofisticado. “En estos momentos tenemos probablemente cinco veces más actividades criminales diversificadas que las que teníamos hace 20 años”, menciona Capella.
¿Cuál es el panorama ante el cambio de administración?
Al preguntarle cuáles deberían ser las prioridades de las que debería encargarse la próxima persona que ocupe la silla presidencial en México, Cabella señaló que la principal es la protección de la vida y la integridad.
“Si no logran contener los homicidios, lo demás va a ser imposible resolverlo porque es un poco más complejo, como el tema de las extorsiones o el dominio territorial para mantener el control de las actividades lícitas, como la producción de bienes básicos”, enunció.
Finalmente, el fundador de AC Consultores enfatizó que el planteamiento de la actual administración, que consiste en fortalecer a las Fuerzas Armadas, no ha contribuido significativamente a la contención de los grupos criminales y sus actividades.
“No hay ninguna prueba tangible de que el incremento cuantitativo en recurso humano y cualitativo en el equipamiento que se les ha dado y el incremento inédito en materia de presupuesto a las Fuerzas Armadas haya tenido un efecto positivo en el combate a estos grupos criminales, porque la esencia de la instrucción presidencial es no combatirlos y este aumento presupuestal no ha dado ni cercanamente el resultado. Pareciera que mientras más recursos se le otorgan, más violencia hay en el país”, concluyó.