En el mundo, millones de personas de diversa edad enfrentan afecciones catalogadas dentro del espectro de enfermedades autoinmunes. Una particularidad de estas condiciones es que presentan una incidencia mayor en las mujeres en comparación con los varones. Además, existe una predisposición notable que sugiere que quienes sufren de una enfermedad autoinmune tienen más posibilidades de desarrollar otras.
Las enfermedades autoinmunes representan un conjunto de afecciones que surgen cuando el sistema inmunitario, que tiene como función principal la defensa contra agentes patógenos, se desvía y comienza a atacar las células y tejidos sanos del propio organismo. Estas enfermedades pueden tener impacto en diversas partes del cuerpo, desde la piel hasta órganos internos como el hígado y el páncreas.
Existen más de 80 variedades de enfermedades autoinmunes, las cuales varían significativamente en sus síntomas y el grado de severidad. Por ejemplo, la alopecia areata se manifiesta con la pérdida de cabello, mientras que la hepatitis autoinmune incide directamente sobre el funcionamiento hepático. Otras enfermedades como la diabetes tipo 1 y la artritis reumatoide afectan al páncreas y pueden provocar el ataque del sistema inmunitario a múltiples áreas del cuerpo, respectivamente, incluidas articulaciones y tejidos pulmonares.
El molécula Xist afecta a las células importantes para el sistema inmune
Una investigación identifica que las moléculas Xist RNP, encargadas de desactivar una copia del cromosoma X en las células del cuerpo femenino, podrían explicar por qué las mujeres son más propensas a desarrollar enfermedades autoinmunes comparado con los hombres. Estos complejos, al estar más expresados en las mujeres, podrían intensificar la severidad de estas afecciones al afectar de manera negativa la forma en que el sistema inmune responde a estas enfermedades, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Cell.
Se ha sabido que las enfermedades autoinmunes presentan una mayor prevalencia en las mujeres, pero los estudios anteriores se habían centrado en las diferencias hormonales o genéticas por dosis. La investigación actual profundiza en la inmunogenicidad de Xist RNP, demostrando que su presencia afecta la expresión y los patrones epigenómicos en células B y T, esenciales para desarrollar autoinmunidad. Este hallazgo destaca la necesidad de investigar más a fondo cómo estos complejos pueden influir en la progresión de enfermedades autoinmunes.
Los autoanticuerpos, que comúnmente atacan complejos de proteínas y ácidos nucleicos en estas afecciones, reconocen a Xist RNP como uno de estos objetivos. La explicación radica en su naturaleza polimérica y su capacidad para exponerse y activar inmunorreceptores tras la muerte celular. Este mecanismo propone que Xist RNA, al cubrir el cromosoma X inactivo en las células femeninas, intensifica la patología autoinmune una vez que queda al descubierto ante el sistema inmune. La implicación es que incluso un bajo nivel de Xist puede contribuir a un estado de autoinmunidad en presencia de factores genéticos y ambientales desfavorables.