Jorge Flores Conchas, ‘El Tortas’, el líder de La Fuerza Anti Unión, cobraría su primera víctima al interior del Reclusorio Oriente, en mayo de 2015, luego de que mandara a asesinar a una de las empleadas del recinto de reinserción social en la Ciudad de México.
Se trató de Tania Gómez Cruz, encargada de la aduana del reclusorio, quien fue asesinada a balazos por personas desconocidas cuando iba a bordo de su camioneta, a su casa ubicada en la alcaldía Iztapalapa.
Estas declaraciones se expusieron en el informe custodios, citados párrafos atrás, donde se habló sobre la escalada de violencia que se vivía en las penitenciarías de la capital, derivada de una disputa entre ‘El Tortas’ y ‘El Duque’, quien operaba desde Ciudad Juárez.
“Desde 2015, Jorge Flores Conchas, ‘El Tortas’, era un reo peligroso, cuya guerra por el control de Reclusorio Oriente cobró su primera, vida en mayo de ese año, Tania Gómez Cruz, encargada de la aduana del reclusorio, fue acribillada dentro de su camioneta, justo al llegar a su casa en Iztapalapa, basta hojear el informe custodios, citados párrafos atrás, para ver como fue escalando la hazaña, hasta convertirse en una secuencia de atrocidades”, se lee en el libro de Antonio Nieto, ‘Cártel Chilango’.
Flores Conchas era considerado por las autoridades como un reo peligroso debido a la forma en la que operaba y a las alianzas que logró dentro del Reclusorio, mismas que desataron un conflicto con Luis Eusebio Duque Reyes, alias ‘El Duque’.
Quién era ‘El Duque’
Luis Eusebio Duque Reyes, conocido en el bajo mundo como ‘El Duque’, fue identificado como un promotor significativo del tráfico de narcóticos en nombre del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), facilitando la expansión de esta organización criminal dentro de la capital de México.
Su arresto destaca la creciente influencia del CJNG en el territorio nacional, marcando un punto crítico en la lucha contra el narcotráfico.
‘El Duque’ se caracterizó por ser el enlace principal para las operativas de dicho cártel en la capital, desplazando a vendedores locales y asegurando así un monopolio para la organización en la zona.
Este hecho subraya la estratégica infiltración y el control que el CJNG busca ejercer sobre los mercados de drogas urbanos, superando a grupos locales y expandiendo sus operaciones de manera agresiva.
Dentro de su red de colaboradores, Enrique Labastida Cortés y Heriberto Murrieta Jasso, mejor conocido como ‘La Pepa’, juegan roles prominentes.
Ambos, con antecedentes en la policía capitalina, han demostrado cómo exfuncionarios de ley pueden desviarse hacia actividades ilegales, complicando aún más la lucha contra el narcotráfico.