La lavanda es una de las hierbas más eficaces para aliviar los dolores provocados por el reumatismo, además de fungir como antiinflamatorio, relajante y calmante natural.
Los aceites esenciales de esta planta también conocida como Lavandula angustifolia, son obtenidos directamente de sus flores y contienen compuestos como el linalol y el acetato de linalilo. Los cuales proveen efectos antiinflamatorios y analgésicos. Por ello se utiliza en el tratamiento de dolencias, ya que al aplicar aceite esencial de lavanda diluido en la piel o al inhalar su aroma, se sugiere que puede ofrecer alivio a la tensión muscular y reducir la inflamación, contribuyendo así a disminuir el dolor asociado con condiciones reumáticas.
Sin embargo, es importante destacar que, aunque la lavanda es una opción para apaciguar dolencias en casos de reumatismo, es recomendable consultar a un profesional de la salud antes de utilizarla u otros tratamientos alternativos como método para gestionar la enfermedad o sus síntomas.
El reumatismo, es un término general que se refiere a una amplia gama de afecciones que causan dolor y inflamación en las articulaciones, los músculos y el tejido conectivo. Los síntomas son dolor crónico, inflamación y, en algunos casos, disminución de la movilidad.
Las enfermedades reumáticas, incluyen la artritis reumatoide, la osteoartritis, la fibromialgia, el lupus eritematoso sistémico, la espondilitis anquilosante, entre otras.
El aceite de lavanda puede ser adquirido en tiendas naturistas o también puede ser preparado de manera casera. Para ello se sigue un proceso de maceración que, aunque no resulta en un aceite esencial puro como el obtenido por destilación, sí permite disfrutar de algunas de las propiedades de la lavanda.
- Recolección: Seleccionar flores frescas de lavanda, preferentemente en la mañana después de que el rocío haya secado. Es importante utilizar lavanda que no haya sido tratada con pesticidas o se encuentre contaminada por polvo o contaminación de la calle.
- Secado: Aunque se puede usar la planta fresca, secar las flores ayuda a concentrar los aceites y reduce el contenido de agua, lo que puede mejorar la calidad del aceite preparado. Para secarlas, colgar las ramas de lavanda en un lugar oscuro y bien ventilado de 1 a 2 semanas.
- Una vez secas, separar las flores de los tallos y triturarlas ligeramente para liberar los aceites.
- Maceración: Colocar las flores trituradas en un frasco de vidrio esterilizado y cubrirlas completamente con un aceite portador como aceite de almendra, de oliva virgen extra o de jojoba.
- Cerrar el frasco herméticamente y colocarlo en un lugar cálido y soleado durante al menos 3 o 4 semanas. Es recomendable agitar el frasco suavemente cada día para ayudar a que las propiedades de la lavanda se infusionen en el aceite portador.
- Pasadas las semanas de maceración, filtrar el aceite utilizando un colador fino o una gasa.
- Finalmente almacenar el aceite ya filtrado en un frasco de vidrio oscuro para protegerlo de la luz. Etiquetar el frasco con la fecha de elaboración.
Este aceite puede ser utilizado para fines aromáticos, masajes, en baños relajantes, entre otros usos cosméticos y terapéuticos.