La figura de Hernán Cortés es una de las más controvertidas de la historia de México. Junto a su ejército de españoles, invadió nuestro país y cambió el destino de la nación para siempre en 1519. Tras la caída de la Gran Tenochtitlán, la corona española convirtió los territorios de impresionantes civilizaciones mesoamericanas en una colonia europea.
Mucho se sabe acerca de Hernán Cortés, y gracias a los cronistas de la época, hoy tenemos descripciones de su apariencia física. Por ejemplo, Bernal Díaz del Castillo, historiador que estuvo junto a Hernán Cortés durante la conquista de México, describe así al español:
“De buena estatura y cuerpo, y bien proporcionado y membrudo, y la color de la cara tiraba algo a cenicienta, e no muy alegre; y si tuviera el rostro más largo, mejor le pareciera; los ojos en el mirar amorosos, y por otra graves; las barbas tenía algo prietas y pocas y rasas, y el cabello que en aquel tiempo se usaba era de la misma manera que las barbas, y tenía el pecho alto y la espalda de buena manera, y era cenceño y de poca barriga y algo estevado, y las piernas y muslos bien sacados. Ni enano, ni cascorvo, ni deforme”.
Según el artículo de Juan Hernández Hortigüela, Hernán Cortés: Amores, amoríos y otros entretenimientos, publicado en el sitio de la Universidad Complutense de Madrid, López de Gómara, un especialista en la conquista de México describió al español como “de buena estatura, rehecho y de gran pecho; el color ceniciento, la barba clara, el cabello largo. Tenía gran fuerza, mucho ánimo, destreza en las armas… muy dado a mujeres, y diose siempre”.
Las mujeres y Hernán Cortés
Hernán Cortés, una figura central de la Conquista de México en el siglo XVI, tuvo varias relaciones significativas con mujeres a lo largo de su vida, tanto en el continente americano como en España. Estas relaciones no solo tuvieron un impacto en su vida personal, sino también en su carrera y en los acontecimientos históricos de la época.
Una de las mujeres más destacadas en la vida de Cortés fue Doña Marina, también conocida como La Malinche. De origen nahua, La Malinche jugó un papel crucial como intérprete, consejera y mediadora de Cortés con los pueblos indígenas de México. Su habilidad lingüística facilitó la comunicación entre los españoles y las diversas culturas mesoamericanas, siendo fundamental en el avance de Cortés en el territorio. La relación entre Cortés y La Malinche trascendió lo profesional, convirtiéndose en amantes y teniendo un hijo juntos, Martín Cortés, considerado uno de los primeros mestizos de la historia.
En España, Cortés contrajo matrimonio con Catalina Xuárez, su primera esposa, antes de su partida hacia el Nuevo Mundo. Aunque hay poca información sobre su relación, se sabe que este matrimonio no tuvo hijos y que Catalina murió en extrañas circunstancias tras reunirse con Cortés en las Américas, lo que generó rumores y especulaciones sobre su muerte.
Posteriormente, Cortés se casó con Juana de Zúñiga, hija de los Condes de Aguilar, con quien tuvo varios hijos. Este matrimonio, realizado después de su retorno definitivo a España, le permitió a Cortés consolidar su posición y estatus dentro de la nobleza española.
A lo largo de su vida, Hernán Cortés mantuvo relaciones complejas y significativas con varias mujeres, que no solo influyeron en su ámbito personal sino que también tuvieron un impacto en sus empresas y en la historia de la conquista de México. Las mujeres en la vida de Cortés destacan por su diversidad de roles, desde aliadas estratégicas hasta miembros de la alta nobleza, reflejando la complejidad de los encuentros culturales y las dinámicas sociales de la época.