Las momias tienen una conexión profunda y fascinante con la cultura mexicana, manifestándose de manera particular en el estado de Guanajuato. A diferencia de las momias egipcias, que son conocidas por sus procesos de embalsamamiento ritual, las momias de Guanajuato son un fenómeno natural resultado de las condiciones climáticas específicas de la región.
Estas fueron descubiertas en un panteón municipal de la ciudad de Guanajuato a mediados del siglo XIX, cuando el espacio en el cementerio se volvió escaso y las autoridades comenzaron a exhumar cuerpos para hacer lugar a nuevos. Lo sorprendente fue el hallazgo de cuerpos naturalmente momificados, conservados en gran detalle por el clima árido y los minerales del suelo.
Este fenómeno capturó rápidamente la imaginación y el interés tanto de los locales como de visitantes extranjeros, convirtiéndose en una parte intrigante del patrimonio cultural mexicano. En lugar de ser percibidas únicamente como restos humanos, estas momias se han integrado en la cultura local a través de la celebración de la vida y la muerte, elementos centrales en México. Reflejan una visión del mundo que abraza la muerte como parte del ciclo vital, una perspectiva también evidente en festividades como el Día de Muertos.
Además, la presencia de las momias ha estimulado el interés científico y la investigación, ofreciendo insights sobre las condiciones de vida, salud y enfermedades de las poblaciones pasadas de la región.
¿Cómo se forma una momia?
En el caso de las momias naturales, el proceso suele comenzar poco después de la muerte, cuando la descomposición del cuerpo se ralentiza o detiene debido a condiciones ambientales específicas. Estas condiciones pueden incluir frío extremo, climas muy áridos, falta de aire, o entierros en tierras ricas en minerales que pueden absorber la humedad del cuerpo.
La clave para la preservación natural es la rápida deshidratación del cuerpo, que impide el crecimiento de bacterias y otros organismos que normalmente descompondrían el tejido corporal.
Por otro lado, el embalsamamiento artificial implica técnicas desarrolladas por diferentes culturas a lo largo de la historia, siendo los antiguos egipcios los más famosos por sus métodos meticulosos.
Este proceso generalmente involucra la extracción de órganos internos, que son propensos a la descomposición rápida, y el tratamiento del cuerpo con sustancias químicas o naturales, como sal, resinas y aceites, que deshidratan y conservan los tejidos. Luego, el cuerpo es envuelto en vendas, a menudo impregnadas con sustancias que ayudan a preservar la forma y la integridad del cuerpo.
Ambos procesos, natural y artificial, comparten el objetivo común de desacelerar la descomposición deteniendo la deshidratación del cuerpo y previniendo la acción de organismos descompositores. Aunque las técnicas y los resultados finales pueden variar ampliamente, el resultado es la preservación a largo plazo de restos humanos, que pueden proporcionar una ventana invaluable al pasado para historiadores, arqueólogos y científicos.
Las terribles momias de la CDMX
En el barrio de San Ángel, ubicado al sur de la Ciudad de México, se ha descubierto un conjunto de momias debajo de la Iglesia Del Carmen. Estos cuerpos, que datan de hace más de un siglo, pertenecían a monjas de claustro de la orden carmelita. Este hallazgo proporciona una fascinante ventana al pasado de la ciudad y a las prácticas funerarias de la época colonial.
Los restos fueron encontrados por un grupo de soldados zapatistas durante la Revolución Mexicana, mientras buscaban tesoros escondidos bajo el piso del templo. Sin embargo, en lugar de riquezas, se toparon con estas momias, que aún vestían sus hábitos religiosos.
Este evento significativo es documentado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que también resalta la importancia de San Ángel no solo como una zona residencial de antiguas haciendas sino como un sitio de gran valor histórico y arquitectónico.
La Iglesia Del Carmen, central en el zócalo de San Ángel, fue construida en el siglo XVII por encargo de la orden carmelita y bajo la supervisión de Fray Andrés de San Miguel. Este templo no solo servía como lugar de culto sino también como colegio, el colegio de San Ángelo Mártir, y convento, reafirmando así su relevancia en la comunidad religiosa y educativa de la época.
Además, las criptas debajo del templo, donde ahora descansan las momias, eran el lugar de sepultura para miembros de la orden y sus benefactores, quienes, como señala el INAH, tenían criptas adornadas con elementos artísticos como pinturas murales y azulejos. Esto destaca no sólo las prácticas funerarias de la época sino también la estrecha relación entre la iglesia y sus mecenas.
¿Cuántas hay en realidad?
Las momias salieron a la luz pública en 1928, transformando rápidamente la percepción y el valor histórico de la antigua Iglesia Del Carmen, que hoy en día funciona como museo. Esta exposición no solo atrajo la atención de los visitantes sino que también inspiró numerosas producciones en el ámbito de la televisión y el cine a lo largo del siglo XX.
Según el INAH, estos cuerpos momificados son una parte invaluable del patrimonio antropológico del recinto, ofreciendo a los visitantes una visión única del pasado religioso y cultural de México.
“Los doce cuerpos momificados de El Carmen, las famosas momias, son uno de los acervos más emblemáticos de este museo por su rareza”, detalla el INAH.
Actualmente, las criptas son accesibles al público, permitiendo a nacionales y extranjeros explorar de cerca estos restos conservados y conocer más sobre las prácticas funerarias y la vida monástica de la época.