Hoy en día, se observa una importancia creciente del fenómeno migratorio, tanto por su mayor visibilidad y sus tendencias de aumento como por representar una opción para numerosas personas que buscan nuevas o mejores oportunidades. Una primera referencia es la protagonizada por los migrantes sur-norte, que preocupan particularmente a Europa Occidental (como en Lampedusa, Italia) y Norteamérica (el caso de las masivas incursiones de grupos solicitantes de refugio).
El carácter irregular de una parte importante de los contingentes migratorios, las solicitudes de asilo y los movimientos de refugiados son elementos que han creado una imagen de pérdida de control sobre el fenómeno migratorio en muchos países receptores. Además, habría que agregar el ambiente negativo con que algunas sociedades receptoras enfrentan la migración, ya que mantienen la creencia de que su homogeneidad étnica y cultural prevaleciente podría verse amenazada y se comprometería su seguridad económica y social. Sin embargo, las proyecciones de población para 2050 sugieren dar atención a la contribución de los migrantes al reemplazo de las generaciones, la reposición de los trabajadores y al mantenimiento del volumen de las poblaciones de muchos países en proceso de envejecimiento y reducción demográfica.
Los migrantes se han vuelto vulnerables ante abusos y violaciones de sus derechos humanos por autoridades y organizaciones especializadas en el cruce fronterizo clandestino. La vulnerabilidad y el miedo no terminan al cruzar la frontera, sino que continúan mientras se encuentren en los países receptores con estatus de migrantes, con leyes violentas anti migrantes creando un calificativo de ilegal y formando una mentalidad racista entre los ciudadanos más conservadores.
Las medidas impuestas por los países receptores de migrantes no han servido para frenar la migración, más bien para infundir miedo en los miles de migrantes y sus familias convirtiéndolos en sujetos vulnerables.
Se está creando un terror en los migrantes en relación con las fronteras, para frenar la migración indocumentada, acompañada de leyes racistas, explotación laboral, negación de servicios sociales, violencia, etc. Por otra parte, existe otro miedo provocado por una aparente invasión de inmigrantes y que sirve para sostener las leyes anti migrantes, el que se refiere a la seguridad nacional, destrucción de la pureza de la cultura nacional, desempleo, etc. Y que caracteriza a los ciudadanos de los países receptores, olvidando que los migrantes indocumentados ayudan a la economía nacional aun siendo violados sus derechos humanos.
El efecto de las políticas de control fronterizo ha dado como resultado, el miedo que infunden los migrantes a los ciudadanos de los países receptores, las medidas de control de flujo migratorio impuestas por los países receptores para dar respuesta a este sentimiento de nacionalismo, la desviación de flujos migratorios clandestinos hacia nuevas rutas más peligrosas y con efectos de abusos y muerte.
Los muros y las bardas que se están construyendo en las fronteras nacionales en distintas partes del mundo entre los países en desarrollo y los desarrollados son símbolos entre las fronteras culturales y sociales que contribuyen a generar desconfianza, miedo, y odio hacia los migrantes incrementando su vulnerabilidad.
*OPINIÓN I Lo escrito en esta columna es a título personal de quien la firma y no refleja necesariamente la línea editorial de Infobae, respetando la libertad de expresión.