El 20 de noviembre marca la celebración de la Revolución Mexicana, un hito en la historia de México iniciado por el llamado a las armas de Francisco I. Madero contra el prolongado gobierno de Porfirio Díaz. Este movimiento buscaba no solo el fin de una dictadura sino también la instauración de un sistema electoral libre y democrático que cambiara el rumbo de la nación.
Más allá de las cifras y hazañas bélicas relatadas en los libros de historia, existen historias de personajes que, aunque cruciales, suelen estar rodeados de mitos y realidades.
Entre estos relatos, se destacan no solo nombres prominentes como Francisco Villa o el propio Madero, sino también el papel esencial de las mujeres en este conflicto, cuya valentía y compromiso fueron fundamentales a medida que se desarrollaba la guerra.
Durante la Revolución Mexicana, un periodo marcado por el conflicto y la esperanza de transformación, emergieron figuras legendarias que destacaron más allá del campo de batalla.
Una de ellas fue Adelita, cuya historia de valentía y lucha quedó inmortalizada en el famoso corrido que lleva su nombre.
Este cántico, símbolo de resistencia y coraje, tiene sus raíces en la realidad de Adela Velarde, una enfermera que, nacida en Ciudad Juárez en el seno de una familia acomodada, decidió unirse a la Revolución, rompiendo los esquemas de género y estatus de su tiempo.
El historiador y escritor Paco Ignacio Taibo II, en su obra “Pancho Villa: una biografía narrativa”, destaca la escasa presencia femenina en las filas combatientes de la División del Norte, liderada por Pancho Villa, quien solía mantener a las soldaderas al margen del frente de batalla.
Sin embargo, esto no impidió que figuras como Velarde sean inmortalizadas en canciones de marcha como “La Adelita”, “La Cucaracha” y “El Torito”, entonadas fervientemente por las tropas revolucionarias.
Adela Velarde, oriunda de Ciudad Juárez y proveniente de una familia acomodada, se unió a las tropas del Brigadier Domingo Arrieta en la División del Centro en Durango como enfermera, participando activamente en la batalla de Torreón.
Hacia finales de 1913, mientras la brigada combatía en Sinaloa, el director de la banda, Luis Reyes, adaptó una melodía popular añadiéndole letra en honor a Velarde y su relación con el sargento zacatecano Antonio Gil del Río, quien falleció heroicamente en Torreón. Este gesto marcó el nacimiento de “La Adelita” como un himno revolucionario tras ser adoptado por los Dorados.
Adela Velarde: más allá del corrido, una heroína revolucionaria
Adela Velarde se incorporó a las fuerzas del Brigadier Domingo Arrieta, en la División del Centro en Durango, participando en significativas batallas como la de Torreón y demostrando que el valor y el compromiso con una causa no entienden de distinciones sociales o de género.
En 1913, durante el conflicto en Sinaloa, Luis Reyes, director de banda, transformó una melodía popular en el corrido “La Adelita”, inspirado en la historia de amor y sacrificio entre Adela y el sargento Antonio Gil del Río, quien falleció en Torreón. Se cuenta que el revolucionario, en sus momentos finales, dedicó versos a su amada, dejándole como señal de su amor un corrido escrito.
Adela, después de enlistarse en la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca en 1913, no solo se convirtió en símbolo de valentía, sino que también es reconocida como impulsora de “Las Adelitas”, grupo de mujeres que desempeñaron roles cruciales en el conflicto armado, desafiando las normas establecidas sobre los roles de género.
Su contribución y sacrificio durante y después de la Revolución no fueron en vano; en 1941, recibió la Condecoración al Mérito Revolucionario, siendo más tarde acreedora a una pensión vitalicia y nombrada miembro de la Legión de Honor Mexicana.
Se casó con el coronel Alfredo Villegas en 1965, y vivieron en Estados Unidos hasta su fallecimiento en 1971, en Ciudad del Río, Texas.
Las Adelitas rompieron barreras y desempeñaron roles clave más allá de la asistencia médica; gestionaron la producción agrícola, manejaron armas de fuego y tomaron parte en estrategias militares. Su valiente incursión en el combate desafió los roles de género de la época, allanando el camino hacia la liberación femenina y una mayor inclusión democrática.
La presencia de las Adelitas se mantiene viva gracias al legado fotográfico de Agustín Víctor Casasola y los desfiles anuales en el Zócalo de la CDMX, donde se las representa con faldas amplias, sombreros de paja, rebozos, botas o huaraches, y por supuesto, armadas, representando su intrépida contribución a la lucha revolucionaria.