La madrugada del 24 de mayo de 2013, un violento suceso alteró el curso de la historia criminal en la capital del país, cuando ‘El Richard’ y sus secuaces llevaron a cabo un brutal ataque contra ‘El Oaxaco’, un conocido distribuidor de drogas, en el exterior de un establecimiento nocturno en la Condesa. Este incidente desató una cadena de eventos delictivos que aún resuenan en el presente.
El ataque se orquestó después de que un subordinado recibiera una llamada alertando sobre el movimiento de ‘El Oaxaco’ hacia el bar, conocido como Black Condesa.
La emboscada fue meticulosamente planificada: armados y listos, ‘El Richard’ y seis individuos más se posicionaron estratégicamente tanto fuera como dentro del local. La víctima fue brutalmente agredida y, finalmente, asesinada con un disparo en la cabeza, ejecutado por Abdiel Vega Lemus, alias ‘El Grande’, marcando un antes y después en los anales del crimen organizado en la Ciudad de México.
“Todo tronaría la madrugada del 24 de mayo del 2013, cuando el teléfono celular de un subordinado de ‘El Richard’, sonó, ‘El Oaxaco’ va para el Black, le informaron y este notificó a ‘El Richard’, ‘vete por la gente’, mencionó éste, y su subalterno salió del domicilio en donde estaban y caminó a otra vivienda de la colonia Morelos, donde escondían las armas, en su camino se topó a otros dos integrantes del Cártel, ‘vamos a ir al Black por un cule..’, les mencionó, el duo se animó con la idea, pero solamente uno de ellos se lanzó”, se lee en el libro ‘Cártel Chilango’, de Antonio Nieto.
La elección de Black Condesa como escenario para este crimen destacó no solo por su notoriedad sino también por la audacia de llevar a cabo un acto tan violento en una zona concurrida y popular entre los noctámbulos de la capital.
La noche del asesinato, ‘El Oaxaco’ había sido avisado mediante intermediarios sobre clientes interesados en sus productos, lo que sugiere que el ataque fue el resultado de una trampa cuidadosamente tendida por sus enemigos.
“A la 1:38 horas, ‘El Richard’ y seis de sus sicarios arribaron al 150 de Tamaulipas, esquina con Mexicali. En esta arbolada colonia, sucedería el crimen que partió en dos la historia del narco capitalino, pues a partir de él se desencadenaron hechos delictivos inéditos que hasta hoy sigue teniendo repercusión”.
La rápida sucesión de los acontecimientos, desde la planificación hasta la ejecución del ataque, subraya la brutal eficiencia y falta de escrúpulos de estos grupos.
“Son las 3:14 del 24 de mayo del 2013, cuando se detiene frente al cadenero del Black Condesa, cuya fachada es minimalista, totalmente negra salvo por el letrero con el nombre del antro en plata. Un individuo bajito no sabe que lo están esperando por un par de horas, miembros de la Unión Tepito, tanto afuera del Black como adentro, un empleado del lugar lo recibe familiarmente, no precisamente por ser un cliente conocido, sino porque es ‘El Oaxaco’, un vendedor de drogas que entra y sale de los bares desde cuando abren y se colman hasta que enmudecen y se vacían con la luz del día, lleva una camisa de manga larga desfajada, pantalón de mezclilla negro y zapatos cafés, va desarmado, pero con seis grapas de cocaína y una tacha en el bolsillo del pantalón, según consta en el expediente judicial, 176/2013, ‘El Oaxaco’ había recibido el mensaje de una mesera, que hacía de intermediaria entre él y los enfiestados, a los que se les antoja un levantón de coca u ocho horas de desfogue antefetaminoso, apenas cruza el lumbral de acceso un joven más alto que él y de pronto escribe en su teléfono celular y lo para con un toque en el brazo”.
La relevancia de este caso no radica únicamente en la violencia empleada, sino también en las consecuencias que tuvo para la estructura del crimen organizado en la capital. Marcó un punto de inflexión que llevó a una escalada en las hostilidades entre bandas rivales, aumentando la intensidad y frecuencia de los enfrentamientos.
Empleado del Bar Black lo habrían traicionado
Quienes le dieron acceso a ‘El Oaxaco’ al recinto, también dejaron pasar a los pistoleros de Tepito, quienes sin piedad alguna le propinaron una golpiza, para posteriormente sacar su cuerpo inconsciente de los múltiples golpes.
“Esta vez, los mismos empleados que lo saludaban bloquean su paso, afuera el cadenero deja entrar a los siete pistoleros que lo esperaban y que rápidamente lo rodean, como hienas, a una desamparada presa. Uno lo sujeta por detrás, otro le suelta un puñetazo en el estómago, para de inmediatamente derribarlo, inmovilizarlo ante todos, y patearlo repetidamente frente a las miradas atónitas de los pocos clientes que alcanzan a observar entre el gentío, y la tenue luz que a propósito fue ajustada durante la golpiza”.
Fue al exterior del bar, donde terminaron con su existencia, al pegarle un tiro en la cabeza y posteriormente retirarse, dejando su cadáver sobre la banqueta.
“Apenas lo sientan con la cabeza recargada en un árbol, ‘El Richard’ le ordena a Abdiel Vega Lemus, ‘El Grande’, ‘pégale un chiricuazo’, eso no significa otra cosa más que dispararle en la cabeza, y así lo hace ‘El Grande’, de acuerdo con la causa penal, 35/2014, dos días después llegaría la venganza”.