La reciente noticia sobre la contaminación del agua en la alcaldía Benito Juárez, así como el aseguramiento de un pozo de agua presuntamente con presencia de hidrocarburos en la alcaldía Álvaro Obregón, en la Ciudad de México, ha evocado a algunas personas recuerdos dolorosos de una tragedia ocurrida hace casi 32 años en la ciudad de Guadalajara.
Fue en el verano de 1992, Guadalajara se vio sumida en una tragedia que marcó la historia del país y dejó una profunda cicatriz en la comunidad local. Lo que comenzó como un día común se convirtió en un escenario de caos y devastación cuando una serie de explosiones sacudieron la zona metropolitana de la ciudad el 22 de abril.
Las explosiones fueron el resultado de una combinación fatal de circunstancias. En la madrugada de ese fatídico día, se detectaron fugas de gas en las tuberías subterráneas que atravesaban varios vecindarios de Guadalajara, principalmente en el sector Reforma. Estas tuberías, que llevaban gas LP (gas licuado de petróleo), habían sido corroídas por años de exposición a productos químicos y al ambiente corrosivo del suelo.
Días antes de las explosiones, vecinos de la zona reportaron un fuerte olor a gasolina, pero las alertas no fueron atendidas con la urgencia necesaria. La gasolina se filtró en la red de alcantarillado a través de una fuga en una de las tuberías de Petróleos Mexicanos (PEMEX), que pasaba por debajo de la zona afectada.
La situación empeoró cuando una serie de chispas, presumiblemente originadas por la electricidad estática acumulada debido a la sequía y el polvo en el aire, provocaron la ignición del gas que se había filtrado en el sistema de drenaje pluvial. Las detonaciones resultantes fueron de una magnitud sin precedentes, con una cadena de explosiones que se extendieron por varios kilómetros a lo largo de la red de tuberías subterráneas.
El impacto de la tragedia
El saldo fue devastador. Se estima que al menos 252 personas perdieron la vida en el desastre, mientras que 1500 más resultaron heridas, muchas de ellas con quemaduras graves y lesiones por la fuerza de las explosiones. La destrucción de edificios, viviendas y negocios fue masiva, dejando a 15 mil personas sin hogar y afectando profundamente la infraestructura de la ciudad.
Las imágenes de los edificios reducidos a escombros, calles cubiertas de escombros y el humo negro que se elevaba en el cielo se grabaron en la memoria colectiva de Guadalajara y de todo México.
La magnitud del desastre fue tal que se comparó con un escenario de guerra, con equipos de rescate luchando por encontrar sobrevivientes entre los escombros mientras los hospitales locales se veían abrumados por la cantidad de víctimas.
La respuesta inicial a la tragedia fue caótica, con servicios de emergencia desbordados y una falta de coordinación en la atención a las víctimas. Sin embargo, rápidamente se desplegó un esfuerzo conjunto que involucró a autoridades locales, federales y a la sociedad civil para abordar la crisis.
Se establecieron albergues temporales para las personas desplazadas, se organizaron brigadas de voluntarios para la búsqueda y rescate, y se implementaron medidas para proporcionar atención médica urgente a los heridos. Paralelamente, se iniciaron investigaciones para determinar las causas del desastre y se realizaron reformas regulatorias en materia de seguridad y mantenimiento de infraestructuras para prevenir futuras tragedias similares.
Las investigaciones posteriores al desastre revelaron una serie de negligencias y fallas en los sistemas de monitoreo y respuesta de emergencia. Se descubrió que tanto Pemex como diversas autoridades locales y estatales tenían conocimiento de la fuga y del peligro inminente, pero no actuaron de manera adecuada para prevenir la tragedia.
Una prueba de ello fue que el 20 de abril, dos días antes de los hechos, trabajadores del Ayuntamiento y de la de Protección Civil acudieron a la zona para hacer revisiones, encontrando fuertes niveles de gasolina y otros hidrocarburos, sin embargo se dijo que no era necesaria la evacuación de la zona. Al día siguiente se registraron temperaturas de hasta 36 grados.
La reconstrucción de Guadalajara fue un proceso largo y arduo, pero también mostró la resiliencia y solidaridad de la comunidad. Se llevaron a cabo proyectos de reconstrucción urbana y se implementaron medidas de seguridad más estrictas en las redes de distribución de gas. Sin embargo, las cicatrices emocionales y físicas de aquel día aún perduran en la memoria de quienes lo vivieron y en el tejido social de la ciudad.
¿Qué se sabe del agua con olor a gasolina en la CDMX?
Autoridades de la CDMX aseguraron la noche del martes un pozo de agua en la alcaldía Álvaro Obregón ubicado en el Jardín de Alfonso XIII, que se piensa podría estar relacionado a las constantes denuncias sobre agua contaminada en diversas colonias de la demarcación Benito Juárez.
La problemática de la contaminación del agua ha causado alarma entre los residentes de la Benito Juárez, desencadenando bloqueos y protestas que exigen soluciones inmediatas a una crisis que ya lleva tres semanas.
Los informes preliminares realizados por las autoridades al agua de dicha región descartan que la fuente de la contaminación provenga del Sistema Cutzamala o del tanque de Santa Lucía, enfocándose en los aceites y lubricantes como posibles contaminantes. La situación ha sido calificada por las autoridades como controlada en lo que respecta al riesgo de explosiones, gracias al uso de explosímetros, y continúan las investigaciones para determinar el punto exacto de origen de la contaminación.
La crisis ha captado la atención política, con Santiago Taboada, candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y exalcalde de Benito Juárez, expresando su crítica hacia la gestión de la situación por parte de la administración actual.
Taboada acusó a la administración de Martí Batres de manejar la crisis con negligencia, prometiendo emprender acciones legales en respuesta. Además, anunció la espera de resultados de estudios independientes solicitados a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para determinar con precisión el origen del problema y tomar medidas correctivas inmediatas.