Por qué Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros no querían al artista que creó los famosos “bigotes” de Ciudad Universitaria

Estos enfrentamientos formaban parte de la batalla de los estilos entre realistas y abstractos en tiempos de la Guerra Fría

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Diego Rivera y su obra estaban orientadas hacia el nacionalismo mexicano. FOTO: Archivo
Diego Rivera y su obra estaban orientadas hacia el nacionalismo mexicano. FOTO: Archivo

De origen alemán, el artista Mathias Goeritz llegó a México en 1949 por invitación de la Escuela de Arquitectura de Guadalajara para integrarse a su cuerpo docente y para 1952 se mudó a Ciudad de México para iniciar el proyecto del Museo Experimental El Eco.

Para 1954, ya se desempeñaba como docente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “donde revolucionó la enseñanza de la arquitectura, pues los estudiantes podía experimentar de manera más libre, sin tanto apego a las reglas estrictas del funcionalismo, movimiento muy importante en México para esa época.

La escultura era su principal talento, pero la pintura también formaba parte de su abanico de habilidades. La famosa escultura “Tú y yo”, popularmente conocida como “Los bigotes”, que da la bienvenida a la comunidad estudiantil que llega por el Metro Universidad es obra de este artista.

“Al poco tiempo de llegar Goeritz a México no fue muy bien recibido por Rivera y Siqueiros”, explicó Rita Eder, investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Estéticas.

El nombre real de la escultura es "Tú y Yo", de Mathias Goeritz, y está ubicada frente al Metro Universidad. FOTO: UNAM
El nombre real de la escultura es "Tú y Yo", de Mathias Goeritz, y está ubicada frente al Metro Universidad. FOTO: UNAM

“Estos enfrentamientos formaban parte de la batalla de los estilos entre realistas y abstractos en tiempos de la Guerra Fría”, ahondó la investigadora.

Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros tenían ya su lugar inscrito con letras de oro en el mundo del arte mexicano, sin embargo, la llegada de este artista europeo significó un rompimiento con lo tradicional en nuestro país.

“Goeritz hizo comentarios muy cáusticos sobre el muralismo mexicano, decía que era el arte pop antes de que este tipo de arte surgiera. Estaban en lugares totalmente opuestos”.

La investigadora detalló que la llegada de este artista extranjero y sus ideas innovadoras se dio justo cuando Rivera y Siqueiros exaltaban el culto a los simbolismos mexicanos y la revolución.

“En la época que llegó Goeritz a México era el tiempo del nacionalismo cultural y los muralistas tenían un importante protagonismo. A su vez, también hacían algo que era de interés mayor para Goeritz: relacionar la pintura con la arquitectura. Él quería hacerlo desde ideas más contemporáneas. Mathias fue un incesante experimentador en muchos sentidos y, se puede decir que colaboró de manera destacada en el surgimiento del arte moderno en México durante los años 50 y 60″.

Mathías Goeritz fue un escultor alemán radicado en México. (Jesús Aviles/Infobae)
Mathías Goeritz fue un escultor alemán radicado en México. (Jesús Aviles/Infobae)

No obstante, la fuerza que Goeritz inyectó al arte en México para refrescar a las nuevas generaciones, fue reconocida, al menos por uno de los muralistas mexicanos.

Goeritz influyó en un segundo momento del arte público en México ligado a la abstracción, algo que Siqueiros le reconocería años después”, explicó Rita Eder.

El legado artístico de Goeritz

La arquitectura emocional y su oposición a las corrientes artísticas y arquitectónicas posguerra constituyen el legado del escultor Mathias Goeritz, quien a través de su obra y especialmente del Museo Experimental El Eco, desafió la prevalencia del funcionalismo. Este movimiento artístico, que cobra vida después de la Segunda Guerra Mundial, se caracteriza por la protesta contra la arquitectura funcionalista y ciertas expresiones del arte contemporáneo de la época, como el arte pop y el nuevo realismo francés.

Goeritz defendía la idea de que la arquitectura debería evocar emociones y sentimientos, en contraposición a la masificación y la falta de carácter distintivo de la arquitectura funcionalista. Criticaba la tendencia de construir de manera económica y práctica, lo que él comparaba con crear “cajas de cerillos” para la humanidad. Promovía un retorno a la magnificencia y el impacto emocional de estilos arquitectónicos pasados, como el barroco y la arquitectura medieval.

En este sentido, el Museo Experimental El Eco se erige como una manifestación física de sus ideas, donde muestra que es posible construir de una forma que priorice los aspectos emocionales y estéticos. A través de esta y otras obras, Goeritz exploró el potencial de la arquitectura para provocar sorpresa y emociones diversas, reinstaurando la capacidad de la arquitectura de antaño de mover al espectador.

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