¿Puedes usar radiografías para ver el eclipse solar en México? Esto dice la UNAM

Un especialista de la UNAM advirtió sobre los daños a los ojos por ver el eclipse sin tener los cuidados correspondientes

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Mirar un eclipse solar con lentes de sol comunes o a través de radiografías puede generar daños en la retina (Shutterstock)
Mirar un eclipse solar con lentes de sol comunes o a través de radiografías puede generar daños en la retina (Shutterstock)

El eclipse solar que oscurecerá a México el próximo lunes 8 de abril es uno de los fenómenos astronómicos más esperados del año, pues la última vez que ocurrió este evento fue en 1991 y se prevé que el siguiente sea en el 2054; sin embargo, para verlo directamente las personas deben utilizar gafas especiales o métodos que permitan presenciarlo de forma indirecta para evitar daños en los ojos.

Por ello, usuarios de redes sociales han preguntado si se pueden utilizar radiografías, lentes de sol o negativos de fotografías para ver el eclipse. Te decimos lo que dicen los especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

¿Puedes usar lentes de sol o radiografías para ver el eclipse?

David Lozano, médico oftalmólogo y académico de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, explicó que para ver de forma directa el eclipse de sol, se deben utilizar gafas certificadas con la norma ISO 12312-2.

“A estas estrategias se les llama métodos indirectos, pero si queremos levantar la vista y observar al eclipse debemos hacerlo siempre con los filtros adecuados”, afirmó el especialista.

Destacó que las gafas de sol, por más oscuras que nos parezcan, no sirven de nada y que también se deben evitar las radiografías, negativos, vidrios ahumados o filtros caseros.

¿Qué te puede pasar si ves el eclipse solar directamente?

El médico especialista indicó que ver el eclipse sin protección podría quemar la retina y ocasionar la pérdida de la visión central, lo cual es irreversible.

Asimismo, alertó que la oscuridad de este tipo de fenómenos astronómicos es un “engaño”, porque invita a levantar la mirada para ver cómo el Sol pasa de ser un círculo radiante a un agujero negro en el cielo.

“Pero no debemos sucumbir a esa tentación; aunque la Luna oculte al astro, a su alrededor se formará un halo por donde seguirá filtrándose la luz solar con la misma cantidad de rayos ultravioleta e infrarrojos de siempre, por lo que una breve exposición a ellos bastará para quemarnos la retina”, abundó.

Incluso, advirtió que en ocasiones el daño a la visión no es inmediato, pues hay casos en los que días después del eclipse las personas afectadas dejan de distinguir rostros, aunque tienen visión periférica.

“Eso es irreversible y, una vez llegado ese punto, los oftalmólogos tenemos poco o nada qué hacer. (...) Si fijamos nuestra vista en el Sol, incluso por pocos segundos, su luz se concentrará en el centro de nuestra mácula y la quemará, cual si fuese una lupa sobre un pedazo de papel. Eso dejará una cicatriz que derivará en pérdida de visión central; es decir, en nuestra capacidad de distinguir los detalles finos de aquello que tenemos enfrente, algo fundamental a la hora de reconocer rostros o de leer.

“Si miramos al Sol en condiciones normales nuestra reacción instintiva será achinar los ojos, lagrimear y apartar la vista, pero durante un eclipse las reglas cambian, pues cuando la Luna oculta al astro es más sencillo clavar la mirada en el cielo sin pestañear, lo que le permite a la luz entrar en nuestros ojos y provocar una retinopatía solar. A eso me refiero cuando digo que, en esos momentos, es un engaño la oscuridad”, insistió.

¿Cómo puedes ver el eclipse sin lentes?

Las opciones para mirar indirectamente el eclipse sin gafas certificadas son:

  • Perforar una caja de cartón y crear una cámara oscura, como aquellas con las que se tomaron las primeras fotografías de la historia.
  • Hacer un orificio con una aguja en una hoja de papel para ver una proyección del eclipse.
  • A través del follaje de los árboles, la favorita de numerosas personas pues permite ver sobre el suelo cientos de pequeños eclipses que lucen como diminutas monedas cintilantes a las que, poco a poco, “devora la oscuridad”.
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