La creencia de que derramar sal trae mala suerte es una superstición antigua con raíces en la Roma Antigua, que ha persistido a lo largo de los siglos en Europa y América Latina. Este mito, ampliamente difundido, encuentra su origen en la valoración histórica de la sal, considerada un símbolo de amistad y un bien precioso en tiempos antiguos.
Además, esta superstición se alimenta de creencias antiguas que sugieren que los espíritus malignos se encuentran al acecho, listos para aprovechar cualquier invitación para entrar en nuestras vidas. El acto de derramar sal se interpretaba como tal invitación, abriendo la puerta a la influencia negativa de estos entes en el bienestar de una persona.
Otra interpretación relaciona la sal con conceptos de pureza y limpieza. Así, derramarla se veía como un acto de contaminación y desorden, atrayendo consecuencias negativas.
De igual manera, la acción de derramar sal ha sido representada en obras de arte como la Última Cena de Leonardo da Vinci, donde se muestra a Judas Iscariote derramando sal, un gesto interpretado tradicionalmente como presagio de infortunio. Además, otros usos culturales y rituales de la sal enfatizan su importancia en diversas tradiciones y religiones alrededor del mundo.
La interpretación negativa de derramar sal viene acompañada por una variedad de contramedidas supersticiosas, incluyendo la práctica común de arrojar una pizca de sal sobre el hombro izquierdo.
Según una teoría, en las sociedades antiguas, la sal era un tesoro precioso. Su escasez y alto valor la convirtieron en una moneda de cambio vital. De hecho, la palabra “salario” tiene su origen en este mineral, probablemente porque en el pasado, los soldados romanos recibían parte de su pago en sal. En ese contexto, derramar sal no solo era un acto de desdén, sino también una ofensa grave.
¿Tirar la sal es de mala suerte?
Desde el truco de tocar madera hasta el cuidado de no pasar debajo de una escalera, estas prácticas arraigadas en el folclore han resistido el paso del tiempo. Una de ellas, tan común como intrigante, es la creencia de que derramar sal trae consigo una racha de mala suerte.
Históricamente, la sal ha sido un elemento de gran valor. En épocas donde su disponibilidad era limitada, llegó a utilizarse como moneda de cambio y como remuneración para los soldados en el imperio romano, lo que dio origen al término “salario”. Así, derramar sal no era solo considerado un desperdicio de un recurso crucial, sino también un acto de mala fortuna por dilapidar riqueza.
Esta creencia se basa en la idea de repeler la mala suerte o incluso al diablo mismo. La investigación de la profesora Jane Risen de la Universidad de Chicago sugiere que dichos comportamientos para contrarrestar la mala suerte pueden tener efectos psicológicos positivos, ayudando a las personas a sentirse mejor después de experimentar un evento considerado de mal augurio.
La significancia de la sal se extiende más allá de estas supersticiones, teniendo un papel ceremonial en muchas culturas y religiones del mundo.
Desde su uso en sacrificios y ofrendas hasta su simbolismo de purificación y protección, la sal ha sido y sigue siendo un elemento fundamental en prácticas religiosas y rituales, ya sea en hinduismo, budismo mahayana, Sintoísmo, catolicismo, judaísmo o incluso Wicca. Su presencia en las tradiciones demuestra la profunda conexión entre la sal y el espiritualismo humano a lo largo de la historia.