En México, la celebración de Jueves Santo y Viernes Santo, parte fundamental de la Semana Santa, constituye una manifestación religiosa y cultural de profunda arraigo y significancia. Durante estos días, se conmemoran la Última Cena y la crucifixión de Jesucristo, respectivamente, eventos centrales en la fe cristiana. La observancia de estas fechas en México se caracteriza por su diversidad y riqueza, reflejando la síntesis de tradiciones prehispánicas y las influencias españolas poscoloniales.
El Jueves Santo se rememora la Última Cena de Jesús con sus discípulos, momento en el que instituyó el sacramento de la Eucaristía. Este día, las iglesias celebran misas especiales en las que se bendice el pan y el vino, simbolizando el cuerpo y la sangre de Cristo. Además, es tradición realizar el lavatorio de pies, acto que recuerda el gesto de humildad de Jesús hacia sus apóstoles. En este día, también comienza la adoración del Santísimo Sacramento, que se extiende hasta la medianoche, ofreciendo un espacio para la oración y la reflexión.
El Viernes Santo es un día de duelo y recogimiento, en el que se conmemora la pasión y muerte de Jesucristo. Las actividades eclesiásticas destacan por la realización del Vía Crucis, que recuerda el camino de Jesús hacia el Gólgota. Las representaciones de la pasión de Cristo, tanto en iglesias como en espacios públicos, son elementos centrales de la observancia de este día, atrayendo a fieles y turistas por su carga emocional y devoción. Este día se guarda ayuno y abstinencia como muestra de penitencia.
Durante Jueves y Viernes Santo, una de las prácticas más distintivas en las iglesias de México es el cubrimiento de las imágenes y santos con telas moradas. Este acto simboliza el luto y pena de la Iglesia por la muerte de Jesús, siendo el morado el color que tradicionalmente representa la penitencia, el dolor y la solemnidad. Se cree que esta tradición tiene sus raíces en las costumbres judías de cubrir los objetos sagrados en señal de respeto y duelo. Este velo se mantiene hasta la noche del Sábado Santo, durante la celebración de la Vigilia Pascual, momento en el que se descubren las imágenes para anunciar la resurrección de Cristo.
Además de las ceremonias religiosas, en diversas partes de México se realizan actos culturales que acompañan estas fechas, tales como las procesiones, los mercados temáticos con artesanías y alimentos típicos, así como las representaciones vivas de la pasión de Cristo, siendo la de Iztapalapa en la Ciudad de México una de las más conocidas a nivel nacional e internacional. Estas manifestaciones culturales ofrecen una visión de la profundidad con la que se vive la Semana Santa en México, reflejando la devoción, la tradición y la identidad de sus pueblos.
La conmemoración de Jueves y Viernes Santo en México es un claro ejemplo de cómo la religiosidad se entrelaza con la cultura, resultando en una expresión viva de fe que involucra a individuos y comunidades enteras. Estas prácticas no solo refuerzan la identidad y cohesión social, sino que también atraen a visitantes de diferentes partes del mundo, interesados en vivenciar la riqueza espiritual y cultural que estas fechas representan en el país. La observancia de estas tradiciones refleja la continuidad y evolución de prácticas ancestrales en el contexto contemporáneo, marcando un momento de reflexión, renovación y esperanza para la sociedad mexicana.