¿Caballos rescatados por Elena Larrea pueden morir de tristeza? Esto dice la UNAM

Elena Larrea, destacada activista mexicana conocida por su incansable labor en la defensa y rescate de caballos, murió a consecuencia de una trombosis, dejando un profundo vacío en la comunidad dedicada a la protección animal y especialmente entre aquellos comprometidos con el bienestar no sólo de los caballos, sino de los animales en México.

Larrea, quien dedicó gran parte de su vida al rescate de equinos, fundó “Cuacolandia”, un refugio que se convirtió en hogar para decenas de caballos salvados de condiciones de maltrato, abandono o destinados al sacrificio.

Cuacolandia, situado en el municipio de Atlixco, en Puebla, fue uno de los proyectos más significativo de Larrea, evidenciando su compromiso y amor por estos animales. Bajo su liderazgo, el santuario no solo proporcionó un espacio seguro para la recuperación y el cuidado de los caballos, sino que también se transformó en un centro de concienciación sobre el trato digno que merecen estos seres vivos.

Su fallecimiento ha sido un duro golpe para la comunidad de activistas de derechos animales y para todas aquellas personas que tuvieron la oportunidad de conocer su trabajo y pasión.

Pero no sólo para los seres humanos que conocieron el ahora legado que deja en materia del respeto y rescate de los “seres vivos que no tienen voz”, sino que también dejó un profundo pesar en los animales que vivían en Cuacolandia.

Como consecuencia surgió una pregunta entre aquellos que se preocupan por el bienestar de los caballos, las yeguas, ponis y burros que se encuentran en el santuario y se preguntan si estos animales pueden llegar a “morir de tristeza”.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó un texto sobre lo qué ocurre en los animales cuando su cuidador principal muere, que en este caso se trataba de la también influencer Elena Larrea.

De acuerdo con la investigadora y académica Sofía Rodríguez Viniegra, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, consideró que no es suficiente el análisis del proceso de un duelo para definir si los animales pueden “morir de tristeza”, pero lo que sí es un hecho es que se deprimen.

“Hay pocas investigaciones acerca del duelo en animales de compañía y no son tanto de carácter científico, sino filosófico. No obstante, ellos de una u otra manera se percatan que algo o alguien falta, ya sea su tutor o su compañero, y obviamente lo resienten”, compartió en una publicación de la revista digital UNAM Global.

Asimismo la científica precisó que, al igual que los seres humanos, cada ejemplar vive a su propia forma el duelo ante la ausencia de “su persona de referencia”. Es así como unos pueden frecuentar los lugares en donde recuerda que puede encontrar al ser que murió (como el caso de Hachiko, el perrito) o se acercan a las pertenencias que regularmente llegan a mantener el aroma.

“Entran en una etapa de ansiedad por separación, que es cuando el animal de compañía empieza a sentir estrés en el momento en el que pierde de vista a su persona de referencia”, detalló la investigadora.

Asimismo reveló que los animales deben ser sometidos a un análisis por un experto para definir si está sufriendo depresión tras la muerte de su cuidador y qué actividades requiere para superar el duelo.

Si bien existen personas que consideran que sí se puede morir de “un corazón roto”, se ha especificado de manera científica que esto no puede ocurrir, sino que la persona que vive el duelo tiene la tendencia a deprimirse, enfermarse y descuidarse por lo tanto fallece, pero por otros motivos y lo mismo puede llegar a ocurrir con los animales, incluidos los caballos rescatados por Elena Larrea que viven en Cuacolandia.

El pasado viernes 22 de marzo personas que admiraron el trabajo de Elena Larrea y además le tenían un cariño, se dieron cita en la capital de Puebla para realizar un homenaje a la joven influencer.

En el lugar se escuchó un minuto de aplausos por la labor de rescate y de impulso de leyes para el bienestar animal, para después dedicarle un minuto de silencia tras su partida.