Así era como los comandantes municipales en Edomex reclutaban a sus subordinados para trabajar en los cárteles

La Policía Municipal de Huixquilucan estaba dividida entre el Cártel de la Mano con Ojos y Los Beltrán Leyva

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Estaba dividida la Policía Municipal
Estaba dividida la Policía Municipal de Huixquilucan (Infobae)

Las investigaciones revelaron que los policías eran reclutados por Marco Antonio Hernández García, conocido como ‘El Calva’, y otro comandante apodado ‘El Ricalde’ o ‘El Señor R’, quienes actuaban bajo las órdenes de diferentes organizaciones delictivas, entre las cuales estaban el Cártel de La Mano con Ojos, así como los Beltrán Leyva, sucesivamente.

Los detenidos compartieron detalles sobre cómo se les daba la opción de trabajar para una de las dos facciones o enfrentar represalias mortales. Esta revelación subraya la peligrosa posición en la que se encontraban los agentes, obligados a elegir entre servir a ‘El Compayito’, líder del Cártel de la Mano con Ojos, o a ‘El Ricalde’, ligado los originario de Badiraguato, Sinaloa.

La división de lealtades dentro de la fuerza policial destaca el profundo grado de infiltración del crimen organizado en las instituciones de seguridad.

La Mano con Ojos, el
La Mano con Ojos, el grupo criminal que servía a Los Beltrán Leyva en la CDMX. Archivo Infobae

“Se trataba de Policías Municipales de Huixquilucan, que trabajan bajo las órdenes de Marco Antonio Hernández García, alias ‘El Calva’, un comandante de esa corporación que se encargaba de reclutar a oficiales policíacos para trabajar con el Cártel de la Mano con Ojos, en Naucalpan, Toluca y en el Valle de Chalco, según las declaraciones de los detenidos. La contraparte era otro comandante municipal de Huixquilucan, conocido como ‘El Ricalde’, ‘El Señor R’, quien hacía las mismas funciones de reclutamientos de sus subordinados, pero para el Cártel de los Beltrán Leyva, de modo que los policías municipales estaban entre dos fuegos enemigos; o se empleaban para ‘El Compayito’ o para ‘El Señor R’, o los ejecutaban”, se lee en el libro ‘Narcos de México’.

La implicación de los Policías Municipales de Huixquilucan en actividades delictivas es un golpe a la confianza pública en las fuerzas de seguridad, así como su integridad que corría peligro, pues de no alinearse a alguna de estas organizaciones podían tener consecuencias mortales.

Hasta el momento, las autoridades correspondientes no han emitido un comunicado oficial sobre el número exacto de oficiales detenidos ni sobre las medidas específicas que se tomarán contra los involucrados en esta red de corrupción.

Soldiers escort head of the
Soldiers escort head of the Beltran Leyva drug cartel Hector Beltran Leyva in Mexico City, in this handout picture taken October 1, 2014 and released to Reuters on October 2, 2014 by the Attorney General's Office. Hector Beltran Leyva, one of the most notorious Mexican drug lords still at large, was captured on Wednesday by soldiers at a seafood restaurant in the town of San Miguel de Allende in central Mexico. The government's announcement it had snared the boss of the Beltran Leyva cartel is a serious blow to a gang named after a group of brothers who became infamous for the bloody turf war they waged with their former ally, Joaquin "Shorty" Guzman. Picture taken October 1. REUTERS

127 agentes policíacos fueron asesinados entre 2010 y 2011

“Entre 2010 y 2011, tan solo en la zona conurbadas de Huixquilucan, asesinaron a 127 agentes policíacos, que se negaron a trabajar con la delincuencia, al sentirse presionados por la mafia, intentaron pedir ayuda, primeros a sus superiores, quienes los ignoraron, después acudieron de manera individual a las instancias federales, a explicarle como las corporaciones estaban infiltradas y podridas, en aquel tiempo 90 por ciento de los uniformados trabajaban para los criminales haciendo el trabajo sucio, desde cuidar a los capos, permitir el trasiego de grandes cantidades de drogas y venderlas en las calles, y de asesinar a los contrarios, que muchas veces eran sus compañeros de trabajo”.

Entre 2010 y 2011, en la zona conurbada de Huixquilucan, se registró la alarmante cifra de 127 agentes de policía asesinados tras negarse a colaborar con organizaciones criminales. Estos funcionarios, presionados por el crimen organizado y ante la inacción de sus superiores, buscaron sin éxito el respaldo de instancias federales para denunciar la infiltración y corrupción dentro de sus corporaciones.

La situación en Huixquilucan, durante esos años, revela la magnitud del control que los grupos delictivos ejercían sobre las fuerzas de seguridad. Según informes, aproximadamente el 90 por ciento de los policías operaba bajo las órdenes de los criminales, cumpliendo funciones que iban desde la protección de líderes mafiosos hasta la facilitación y el tráfico de sustancias ilícitas.

Al acercarse a sus superiores y a las autoridades federales, estos encontraron un muro de silencio y omisión, lo que evidencia la complicidad y el alcance de la problemática en diferentes niveles del gobierno.

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