Hoy que el estado de Guerrero está en crisis en materia de seguridad conviene recordar al exgobernador del estado a quien los hermanos Beltrán Leyva obligaron a aceptar un acuerdo con el narco a cambio de perdonarle la vida, lo que desató una ola de impunidad y violencia que con el paso de los años se hizo insostenible.
Múltiples reportes periodísticos ubican a Arturo Beltrán Leyva como el principal operador del Cártel de Sinaloa en Guerrero -con su centro de operaciones en Acapulco-; eran los primeros años del nuevo milenio, épocas de La Federación, un momento en el que Félix Salgado Macedonio y Zeferino Torreblanca tendrían un papel primordial en el desarrollo del mundo del narco.
Según la investigación de la periodista Anabel Hernández en su libro “Las señoras del narco: amar en el infierno”, a unos días de que Torreblanca asumiera la gubernatura de Guerrero (205-2011) un comando de Arturo Beltrán Leyva lo interceptó en una de las carreteras del estado y le dijo: “¿O agarras un millón o agarras plomo?”.
La corrupción entre el gobierno de Guerrero y los Beltrán Leyva se extiende hasta Félix Salgado Macedonio, quien asumió la presidencia municipal de Acapulco en 2006, de acuerdo con el texto de Hernández, lo que contribuyó a que el grupo criminal operara con total impunidad en toda la región hasta el año 2008 cuando la guerra con el Cártel de Sinaloa estalló.
Así inició el control del narco en Guerrero
El antecesor de Zeferino Torreblanca fue René Juárez Cisneros, otro de los nombres que saltan en el libro de Anabel Hernández; el priista que al entregar el poder lanzó ante la prensa: “Me van a extrañar porque yo me baño con regadera y salpico”.
Las palabras de Cisneros fueron tomadas como las de un gobernador que era “amable” con la prensa, a quien le repartía dinero y regalos para disimular las operaciones que “por debajo del agua” mantenía con Arturo Beltrán Leyva y con Ismael El Mayo Zambada para el ingreso de toneladas de droga al país a través de Acapulco y la Costa Grande de Guerrero, según un reportaje de la revista Proceso.
Ya instalado en el gobierno de Guerrero, Torreblanca nombró como jefe de su escolta a Pedro Radilla Suástegui, hermano de Agustín quien hasta septiembre de 2023 se mantuvo como subsecretario de la Defensa Nacional (Sedena), el segundo al mando sólo detrás de Luis Cresencio Sandoval. Su hermano y escolta del exgobernador fue designado en 2019 coordinador de la Policía Federal en Guerrero.
“Me consta que a principios del mes de agosto de 2007 me encontraba en la ciudad y puerto de Acapulco en una de las casas de seguridad de Arturo Beltrán Leyva (...) hasta ahí llegó el jefe de escoltas de Zeferino Torreblanca, de apellidos Radilla Suástegui, y estuvo aproximadamente una hora platicando con el capo”, declaró el testigo protegido Roberto López Nájera ante la FGR entre 2008 y 2010.
Zeferino Torreblanca contra Evelyn Salgado
Cuando Evelyn Salgado cumplió un año al frente del gobierno de Guerrero, Zeferino Torreblanca salió a declarar que a la hija de Salgado Macedonio le hacían falta conocimientos para administrar el estado y recalcó que su padre, Félix, era un “mal asesor”.
Félix tiene capacidad para muchas otras cosas, pero no entiende la administración pública. Félix es simpático, es una persona popular, es una persona que sabe llegar a las masas”, declaró el exgobernador.
Otras polémicas declaraciones del exgobernador de Guerrero tuvieron como eje central la estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues en mayo de 2023 consideró como un error entregar más recursos a la Guardia Nacional; Torreblanca afirmó que además de un Ejército fuerte, se necesitan policías municipales, estatales y una gendarmería con más recursos: “lamentablemente las han desmantelado en aras de dar mayor fuerza a la Guardia Nacional”.
Cuando “El Barbas” fue asesinado en diciembre de 2009, Zeferino Torreblanca declaró que con ello no se terminaría la violencia en Guerrero, pues afirmó que era un tema de descomposición general, “un cáncer que ha cundido en la sociedad”. De las declaraciones del exgobernador ya pasaron 24 años y la violencia en el estado sigue siendo un tema sin resolver, alguna de ella originada por las escisiones del cártel que lo obligó a “agarrar” un millón mensual: los Beltrán Leyva.