El periodista Jaime Barrera fue secuestrado por más de 40 horas, sin embargo, afortunadamente apareció sano y salvo durante la madrugada del pasado miércoles. Barrera es uno de los periodistas más visibles y respetados de Jalisco.
El periodista fue secuestrado, según sus propias palabras, con violencia el pasado lunes poco después de las 2 de la tarde, luego de salir de Mega Radio, estación radiofónica donde labora, ubicada en Zapopan.
Según lo narrado por Barrera, fueron al menos dos vehículos y cinco personas armadas las que estuvieron involucradas en su secuestro. Fue liberado en el municipio de Magdalena, a 80 km de Guadalajara, con las manos atadas, pero con buena salud.
Durante su secuestro, sus captores le habrían hecho saber que lo tenían vigilado desde hace un tiempo, que conocían sus movimientos, dónde vivía y dónde estaba él y su familia.
Sin embargo, hasta el momento no se sabe con exactitud quién o quiénes y por qué lo secuestraron. Sobre el tema habla el periodista Raymundo Riva Palacio este jueves en su columna Estrictamente personal, titulada El secuestro de Jaime Barrera, donde recuerda que Barrera dijo que sus captores le habían preguntado por qué escribía lo que escribía y de parte de quién lo escribía.
Riva Palacio dice que la única referencia que conecta lo sucedido con el contexto de violencia en Jalisco, la recuperó el periodista Héctor de Mauleón el pasado miércoles en su columna, al recordar que el 16 de febrero pasado, Barrera publicó en el medio El Informador que a partir de una serie de bloqueos violentos en 2015 para impedir la detención de Nemesio Oseguera, el Mencho, jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el líder criminal se convirtió en objetivo prioritario del gobierno federal.
En dicha columna, que habría sido señalada como una probable razón de su secuestro según las autoridades, Barrera apuntó que la captura del Mencho parecía ya no ser un asunto prioritario para el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), “al grado que el domingo pasado en pleno Carnaval de Autlán, en medio de la corrida de toros que encabezó el matador Arturo Saldívar, el líder del CJNG fue objeto de distinciones con un vistoso y colorido arreglo sobre la arena del ruedo, en una plaza pletórica donde se leía: ‘Señor de los Gallos. Todo lo que desees para mí, Dios te lo multiplicará. Bendiciones’”. Recuerda el periodista que Nemesio Oseguera Cervantes también es conocido como Señor de los Gallos.
Barrera no habría dado más detalles sobre ese homenaje, sin embargo, la revelación del mismo, en el contexto del secuestro que sufrió, es de gran relevancia, señala Riva Palacio. El periodista asegura que es cierto, como dijo Barrera, que para el gobierno de AMLO no hay interés en detener al Mencho, pese a que las Fuerzas Armadas lo tienen ubicado desde hace tres años. La instrucción, apunta, ha sido no actuar contra él, pero que esté enterado de que lo tienen vigilado.
Sin embargo, lo que reveló Barrera en esa columna, pudo ser la razón del secuestro y amenaza, explica Riva Palacio, por publicar algo que iba más allá de lo que sabían las autoridades.
“El Mencho desapareció de la vista de las fuerzas de seguridad hace tres meses, dos meses antes de la corrida en Autlán donde lo homenajearon, por lo que el homenaje revelado, en la lógica criminal, debió haber sido producto de una indiscreción que les resultó incómoda, o de alguien dentro o fuera de la cúpula del Mencho que quiso perjudicarlo, al hacer pública su ubicación, lo que explicaría la pregunta que “de parte de quién” escribía”, se lee.
Magdalena, el municipio donde liberaron a Barrera, señala el periodista, no es un municipio de Jalisco que esté en la región del estado donde el Mencho tiene sus principales operaciones, que es Altos Norte, donde está Lagos de Moreno, en la frontera con Guanajuato.
Riva Palacio dice que muy probablemente, la principal línea de investigación del secuestro de Barrera sea el CJNG, y muy probablemente, señala, la investigación no prosperará, y la única probabilidad de encontrar a los autores materiales será una fuerte presión social que lleve a que sus jefes los entreguen, como pasó cuando el Cártel de Sinaloa entregó muerto al asesino de dos jesuitas en la Sierra Tarahumara.
Cualquiera que haya sido la motivación de su secuestro, concluye, lo único claro es la impunidad con la que operan los criminales.