Quién fue la primera Santa mexicana, devota de los enfermos a quién se le pedía por los contagiados de Covid

En la tradición católica existen un gran número de santos y santas a quienes les fueron otórganos estos reconocimientos tras haber realizado actos milagrosos, de acuerdo con los preceptos y creencias de esta religión. Y si bien existen santos en todo lo largo y ancho del mundo, México ha dado un número importante de estos, siendo San Juan Diego uno de los más conocidos.

Sin embargo, este no es el único y, más allá de él, existe una larga lista de santos mexicanos, entre los que destaca la que es conocida como la primera santa mexicana, la cual es conocida como Santa María de Jesús Sacramentado y a quien se le conoce por la devoción que tuvo hacía los enfermos.

Nacida el 8 de septiembre de 1864, en Zapotlanejo, Jalisco, María Natividad Venegas de la Torre fue la menor de 12 hermanos y desde chica mostró actitud de servicio y deseos de ayudar a los más necesitados.

De acuerdo con su biografía tal inquietud creció en ella al fundarse el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús, lugar donde a la edad aproximada de 25 años comenzó a realizar voluntariados y a trabajar con los niños enfermos, a quienes daba clases. Durante sus estadías solía visitar la capilla del hospital y fue ahí donde sintió el deseo de tomar los hábitos, lo cual hizo en el año de 1905.

A partir de ahí dedicó su vida al cuidado de los enfermos y poco a poco fue volviéndose conocida por su humildad, sencillez y la paciencia con la que atendía tanto a los enfermos como a sus familiares, quienes solían llamarla cariñosamente como “Madre Naty”.

Con el tiempo fundó la Congregación de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús día en el que tomo el nombre de Sor María de Jesús Sacramentado

Además de eso, con el tiempo se dio a conocer que Dios se le había manifestado en varias ocasiones, algo que ella no había querido revelar para evitar recibir un trato especial.

Su canonización se dio el día 21 de mayo del 2000, día en el que fueron canonizados otros 25 mártires mexicanos de la época cristera y ella, convirtiéndose en la primera mujer mexicana en ser reconocida con este título eclesiástico.

El milagro que el vaticano le reconoció para su canonización fue el haber salvado a un hombre que estaba al borde de la muerte mientras le realizaban una compleja cirugía.

Cuentan que al ver que el hombre estaba a punto de morir y que no había nada que pudieran hacer por él, los doctores mandaron a llamar a la Madre Nati, para pedirle que intercediera por él, después de lo cual el hombre se salvo de manera milagrosa.

En este sentido, todos los milagros que se le atribuyen tienen que ver con la salud de enfermedades graves, razón por la cual durante la pandemia de Covid fue una de las santas a las que se le solía pedir por la recuperación de los contagiados, particularmente aquellos intubados en estado crítico. Pero, además, también se cree que brinda protección al personal médico que cuida a estos enfermos, tal como ella lo hacía.

El 25 de julio de 1959 la mujer que dedicó su vida al cuidado de los enfermos se convirtió ahora en la paciente. Al día siguiente, sufrió un desmayó del que se recuperó, dándole oportunidad de comulgar y recibir los sacramentos; sin embargo, el 30 de julio de 1959 falleció a los 94 años de edad.

Dios Todopoderoso y misericordioso, te damos gracias por la vida y testimonio de Santa María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre. En su humildad y sencillez, ella supo responder a tu llamado y dedicarse al servicio de los enfermos y necesitados.

Santa María de Jesús Sacramentado, tú que experimentaste el amor profundo del Sagrado Corazón de Jesús, intercede por nosotros ante nuestro Señor. Ayúdanos a vivir con caridad y entrega hacia nuestros hermanos, especialmente aquellos que sufren.

Concede, oh Santa María de Jesús Sacramentado, que podamos imitar tu obediencia y devoción a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Que en nuestra vida diaria busquemos siempre cumplir la voluntad de Dios y amar a nuestros prójimos como Él nos ha amado.

Te pedimos que nos concedas la gracia de confiar en la bondad y misericordia divina, así como tú lo hiciste a lo largo de tu vida. Que podamos encontrar en la oración y en la Eucaristía la fuerza para enfrentar los desafíos de cada día.