La balacera de Reforma, fue un seceso que marcó al estado de Tamaulipas, derivado de los enfrentamientos entre miembros del Cártel del Golfo y el de Sinaloa, siendo estos últimos, quienes querían tomar el control de Nuevo Laredo y apoderarse de su frontera.
Los hechos se registraron el 1 de agosto de 2003, desatando el caos en colonias como Campestre, Militar y Madero, así como en el centro de Nuevo Laredo, donde cada vez comenzaron a estar presentes más policías Ministeriales y Estatales, según datos del Gobierno de aquellos años.
“La balacera de Reforma, como se le empieza a llamar a los sucesos del 1 de agosto, no solo provocó inquietud en la colonia Campestre, Militar y Madero, sino a lo largo y ancho de una ciudad, a la que cada día arriban más policías Ministeriales y Estatales, según dice el Gobierno, queriendo establecer el orden y devolver la paz, en enfrentamiento ha causado zozobra en la ciudad, se nota en el sermón dominical del sacerdote Leonardo López, pareciera que cando no hay un ejecutado o un levantón, poco tenemos que platicar con las personas, que vamos a hacer”, se lee en el libro ‘Bienvenido a Sinaloa’, de Diego Enrique Osorno.
Fueron tantas las muertes en la zona, que si no había muertos ese día, no se tenían temas de conversación.
Víctimas colaterales de los conflictos
Los conflictos entre los distintos cárteles comenzaron a escalar de forma exponencial a tal grado de que se registraban víctimas colaterales, tal es el caso del menor de 13 años, José Andrés Olivo Martínez, quien fue levantado por sujetos desconocidos, mismos que solo iban por José Gámez García, de 62 años de edad, del que ya no se supo nada sobre su paradero.
“En medio de esta guerra, también hay daños colaterales, José Andrés Olivo Martínez, jovencito de 13 años de edad, fue secuestrado el 30 de junio por un comando de gatilleros que buscaban a un adversario, José Tamez García, la madre del chico, inconsolable, pide a los sicarios a través de la televisión que por el amor de Dios se apiaden y liberen a su hijo inocente de las escaramuzas entre los dos bandos, las instalaciones de la policía municipal, cuyos elementos son sospechosos de trabajar para los dos cárteles, y no para la población, están desoladas, casi 200 de sus miembros, entre ellos el jefe de la dependencia, Jesús Muro, están suspendidos y bajo investigación”, narró el autor del libro ‘Bienvenido a Sinaloa’.