Cuenta la historia que un día del año 1806, dos sacerdotes misioneros caminaban en dirección a Tlalpan cuando escucharon el llanto de un niño a lo lejos. Consternados, comenzaron a seguir el sonido esperando encontrar un bebé abandonado. Sin embargo, gran fue su sorpresa al no hallar otra cosa más que una pequeña imagen de un Niño Jesús, el cual tenía la particularidad de estar recostado sobre un cráneo.
Inmediatamente tomaron la imagen del niño y la llevaron al Arzobispo Don Francisco de Lizana Beaumont, quien en un primer momento pensó en llevarla a las monjas del monasterio de la Purísima Concepción; sin embargo, posteriormente decidió que sería mejor dejar la elección del lugar a la suerte.
Fue así que se llevo a cabo una rifa donde se encontraba el nombre de varios conventos para que el niñito Jesús eligiera en donde quería estar. Al realizar el sorteo el primer nombre que salió fue el de las monjas Concepcionistas de San Bernardo.
Sin embargo, se trataba de un convento en grave situación de pobreza y, pensando que este no sería un lugar adecuado para el resguardo de la imagen, el padre decidió realizar el sorteo una vez más. Pero, a pesar de repetir el proceso, por segunda ocasión el nombre de las monjas de San Bernardo volvió a salir a la luz.
Para asegurarse de que el nombre no volviera a salir, el arzobispo removió el papel con el nombre de dicho convento pero al tercer sorteo este volvió a aparecer, escrito en un papel con letras de oro.
Visto como un milagro, se decidió respetar la voluntad de Dios y fue así que la imagen del niño se puso a cargo del convento de las monjas de San Bernardo, quienes la recibieron como una bendición.
Fue la madre superiora de dicho convento la que decidió nombrar a esta advocación de Jesús como El Santo Niño de las Suertes, haciendo alusión al sorteo por el cual había sido elegidas, a los cuales en aquella epoca se les solía decir echar “las suertes”.
Si bien su ubicación original se encontraba en otro sitio, durante la Guerra de Reforma, las monjas tuvieron que cambiar su residencia, a la colonia Tacubaya y por una segunda ocasión a la delegación Xochimilco, debido a daños en la capilla anterior.
Actualmente, la Capilla del Niño de las Suertes, se encuentra ubicada en Carretera a San Pablo No. 685, colonia La Cañada, Pueblo Santiago Tepalcatlalpan, en la delegación Xochimilco, aquí es a donde los fieles asisten a adorarlo y pedirle sus favores, los cuales están relacionados principalmente con la salud de mujeres embarazadas y de aquellas que no pueden concebir; sin embargo, debido a que también se asocia con la buena suerte, la gente le pide todo tipo de favores donde desean que les vaya bien.
Aquellos a quienes el niño santo les cumple sus peticiones suelen llevar juguetes como pelotas, carritos, sonajas y peluches. Además, durante su festejo es común sortear imágenes del Niño, recordando aquel primer sorteo que le dio su nombre.
¿Por qué este niño santo tiene un cráneo?
A muchos parece sorprender el hecho de que el Santo Niño de las Suertes aparezca dormido y recostado sobre un cráneo, debido a que contrasta con la imagen tierna del bebé que duerme tranquilamente; sin embargo, se señala que se trata de un avisó de que al crecer el logrará vencer a la muerte, por lo que no debe ser una imagen que infunda miedo sino la seguridad de que Dios puede vencer todo, incluso la muerte.
Oración del Santo Niño de la Suerte
Si deseas pedir algún favor al este Santo, esta es la oración para él.
Te adoro, Santo Niño de la Suerte, el más humilde y el más grande;
el más pobre y el más rico, el más débil y el más poderoso;
te bendigo porque te has dignado descender hasta nosotros para ser nuestro modelo en la práctica de todas las virtudes, nuestro guía en las dificultades de la vida y nuestro consuelo en los días de aflicción;
te amo porque vienes a mí con un amor misericordiosamente infinito y generoso que se anticipa a los tardíos impulsos de mi corazón;
con amor paciente que me espera siempre para amarme cada vez con más ternura.
Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento, te adoro, te bendigo y te amo, Santo Niño de la Suerte, con todo el fervor de mi alma y confiadamente levanto mis ojos hasta ti, mi Dios, buscando tu mirada llena de misericordia.
Tú nos has dicho:
“Pedid y se os dará”, así pues, mira nuestra presente necesidad y te pedimos Santo Niño de la Suerte,
que la remedies de la manera que nos sea más provechosa para nuestra alma.
Nos entregamos a ti, Niño amado, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y que,
en virtud de esta promesa,
acogerás benignamente nuestras súplicas y las despacharás favorablemente para mayor gloria tuya y por amor a nosotros.
Amén.