Cómo era el perro con cola en forma de mano que aterrorizó a los mexicas en Tenochtitlan

Esta criatura forma parte de la literatura oral de los antiguos mexicanos

Guardar
La criatura aterrorizó Tenochtitlán  


(Imagen ilustrativa Infobae)
La criatura aterrorizó Tenochtitlán (Imagen ilustrativa Infobae)

En otros lugares del mundo, como países escandinavos en Europa, hay mitos y leyendas que han inspirado a escritores y entusiastas de la literatura. La mitología europea, a pesar del tiempo y del espacio, está en el imaginario colectivo de casi todo el planeta.

Duendes, hadas, gnomos, elfos, dragones... los personajes que habitan la literatura oral europea se ha ganado el amor de muchas personas, y han sido protagonistas de obras que, de este lado del mundo, sabemos apreciar. Un ejemplo es El Señor de los Anillos, la épica fantástica del escritor J. R. R. Tolkien; Las Crónicas de Narnia, de C. S. Lewis; o la famosa Game of Thrones, de George R. R. Martin.

Pero este fenómeno, aunque a veces se piense exclusivo del Viejo Continente, también ocurre en nuestro país. México es un lugar cuya cultura ha trascendido fronteras y ha emocionado a extranjeros de todo el mundo, especialmente por su importante carga histórica prehispánica.

Por supuesto, también tenemos una buen puñado de personajes fantásticos, propios de nuestra mitología, que no le piden nada a los dragones europeos, las esfinges egipcias o los minotauros de Grecia que tanto han fascinado. Por ello, te contamos acerca de una las criatura mitológica que nos define como país y que también ha sido motivo de admiración en el mundo.

Nos alejaremos de los clásicos que ya todos conocemos, para enfocarnos un poco más en una que, si bien no es tan conocida, es de las más imaginativas.

El ahuízotl

El Ahuízotl tenía una mano humana en la punta de la cola 

(Juan Carlos Fonseca Mata/Wikicommons)
El Ahuízotl tenía una mano humana en la punta de la cola (Juan Carlos Fonseca Mata/Wikicommons)

Antes de que Nueva España se instalara en nuestro país y la capital no fuera la ciudad de edificios coloniales y fachadas de piedra que conocemos, se alzaba la Gran Tenochtitlán en todo su esplendor y debajo y alrededor corría el agua del Lago de Texcoco.

Muchas de las criaturas y mitos provenían de este lago, y resalta una de ellas cuya apariencia es tan fascinante como aterradora. El ahuízotl era un ser que atemorizaba a los mexicas por sus irreales características: tenía la apariencia de un perro, pero al final de su cola nacía una espectral mano de seis dedos.

Fray Bernardino de Sahagún lo describió así: “es tamaño como un perrillo, tiene el pelo muy lezne y pequeño, tiene las orejitas pequeñas y puntiagudas, tiene un cuerpo negro y muy liso, tiene la cola larga y en el cabo de la cola una como mano de persona; tiene pies y manos, y las manos y pies como de mona; habita este animal en los profundos manantiales de las aguas.”

La quatezcatl

La llegada de una gran ave, parecida a la grulla, apareció en el lago de Texcoco, lo cual tomó como mal presagio Moctezuma (Foto: INAH)
La llegada de una gran ave, parecida a la grulla, apareció en el lago de Texcoco, lo cual tomó como mal presagio Moctezuma (Foto: INAH)

Otra criatura mitológica que le debemos a la literatura oral mexica es la quatezcatl, un ave que, igual que el ahuízotl, habitaba el lago de Texcoco. Su apariencia era fascinante, pues se trataba de un pájaro, parecido a una grulla, con plumas blancas, que volaba encima y por debajo del agua, y que tenía una especie de espejo en la cabeza.

Esta ave fue capturada una tarde por los habitantes de la Gran Tenochtitlán y llevada hasta el palacio del Tlatoani: Moctezuma II, quien, maravillando, observó algo más que plumas en el animal, pues cuenta la leyenda que el emperador mexica vio el futuro.

Y es que aquel espejo que el ave tenía en la cabeza proyectó imágenes de Hernán Cortés y su ejército llegando a tierras mexicanas, muchos años antes de que sucediera. Esta evento fue catalogado como uno de los Presagios Funestos que pusieron al imperio sobre aviso de la llegada de extranjeros y la caída de Tenochtitlán.

Guardar