A nadie le cabe una pizca de duda que Dragon Ball es una de las series más queridas por el público mexicano. Desde la creación del anime en los noventa y su llegada a México en 1993, la serie rápidamente encontró un lugar especial en el corazón de los mexicanos.
Aquellos más oldies recuerdan las primeras transmisiones de la serie en el famoso canal 5 de Televisa. El anime japonés fue un suceso a nivel nacional no sólo por su éxito, sino también por sus numerosos contrincantes, especialmente religiosos, que creían que la cultura japonesa venía dotada de ciertos tintes “diabólicos”.
Fue justamente la polémica lo que impulsó todavía más la curiosidad de los espectadores. Aquellos nacidos en la década de los ochenta, tenían la edad precisa y suficiente para entender el drama cósmico de Goku y compañía.
No obstante, la serie tocó a diversas generaciones. Algunas que aún hoy en día son jóvenes, pero que de cualquier forma saben lo significa un “Genki-dama”, o un “Kame Hame Ha”.
Dragon Ball no sólo ha sido parte de la infancia y adolescencia de muchos, sino que ha inspirado un movimiento artístico y creativo único en México, uno que muchos llamarían como “naco”.
El ser humano tiene por costumbre tomar a sus personajes favoritos y plasmarlos en prácticamente todos lados. Pero el mexicano, tiene por costumbre, plasmarlo en lugares por demás inusuales.
Los artistas y fanáticos han reinterpretado a Goku, Vegeta, Piccolo, y otros personajes, otorgándoles un nuevo hogar en escenarios que evocan paisajes locales.
Cualquier persona mexicana que se precie de serlo, seguramente ha encontrado ilustraciones de Goku en las paredes de algunos locales de comida, o en las invitaciones para fiestas o bailes, e incluso en las paredes de los juegos mecánicos de alguna feria local.
Los anteriores son ejemplos de cómo la serie se ha enraizado en la cultura popular mexicana. La euforia por “Dragon Ball” en México ha llegado a puntos sin precedentes, como se evidenció en 2018 con la emisión de capítulos finales de Dragon Ball Super en plazas públicas y estadios, eventos que congregaron a miles de fanáticos y se convirtieron en verdaderas fiestas nacionales.
Dragon Ball ha trascendido como una serie de anime para convertirse en un elemento intrínseco de la cultura popular en México. A través de la mexicanización de sus personajes e historias, los fanáticos han logrado crear un puente entre dos culturas aparentemente distantes.
Pero sobre todo, han logrado dotar de muchísimo humor a sus personajes queridos de la infancia, fusionándolos con la cultura mexa: desde el fútbol, hasta paleterías, hasta la estética de la esquina.