La comida mexicana es famosa a nivel internacional por su importante carga histórica y cultura, además por su delicioso sabor que la ha llevado a ostentar los primeros lugares de las listas de lo más rico alrededor del globo terráqueo.
Es tal el valor de la cocina nacional que incluso es considerada como patrimonio de la humanidad por parte de la UNESCO, y nos define como país en el planeta entero. La gastronomía mexicana es, en muchos sentidos, resultado del sincretismo de dos mundos opuestos.
Cuando Hernán Cortés llegó a México en 1519 y posteriormente conquistó la Gran Tenochtitlán e instauró Nueva España, comenzó a escribirse un nuevo capítulo en la historia de nuestra nación. La comida también experimentó una transformación pues fueron los españoles quienes trajeron de Europa ingredientes que no se conocían de este lado del mundo.
De igual forma, los españoles se encontraron con una cocina bien establecida en México, y la introducción de nuevos animales y vegetales a México no hizo más que enriquecer la gastronomía. Aunque esta mezcla de culturas dio un nuevo giro a la comida mexicana, nuestros platillos siguen conservando una esencia prehispánica que nos caracteriza.
Estos platillos encantan a los extranjeros
Como es natural, los platillos mexicanos son bien conocidos por todo el mundo, y aunque únicamente en nuestro país se pueden probar los sabores auténticos, los extranjeros que han tenido la oportunidad de probar nuestra gastronomía tienen sus platos favoritos.
Por supuesto, los tacos forman parte de la lista, según el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera del Gobierno de México, pero no son el único plato. No obstante, vale la pena hablar un poco de ellos: tortilla -de harina o de maíz- enrollada y que se puede rellenar con prácticamente cualquier guisado. Los tacos son emblema de México y así ha quedado demostrado dada su popularidad alrededor del mundo.
Pero también hay otros platillos que los extranjeros saben apreciar, como el mole. Una mezcla de chiles, semillas, especias y algunos frutos que dan como resultado un manjar que ha estado presente desde el México Prehispánico y que es plato clave en las celebraciones del país: bodas, bautizos, cumpleaños o XV años. Sin duda, el mole forma parte de nuestra identidad y es uno de los alimentos emblema del país.
Por otro lado, los extranjeros valoran mucho el pozole, un platillo que, igual que el mole, tiene una importante carga prehispánica y era un alimento ritual en la época de la Gran Tenochtitlán. Preparado con carne de cerdo o pollo y granos de maíz cacahuazintle, se acompaña con rábanos, lechuga, cebolla y otros vegetales. Vienen en tres presentaciones clásicas: blanco, rojo y verde.
La cocina mexicana como identidad de una país
Estos tres platillos icónicos demuestran que hay una cualidad bien presente en la cocina mexicana: su diversidad. Nuestros ingredientes han demostrado ser versátiles y deliciosos.
En 2010, la cocina tradicional mexicana fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, subrayando su importancia en la preservación de prácticas agrícolas ancestrales, rituales, tradiciones y artesanías relacionadas con la alimentación y la cocina. Este reconocimiento no solo celebra los sabores y técnicas culinarias, sino también el papel fundamental de la comida en la vida social y cultural del país.
La gastronomía mexicana va más allá de sus ingredientes y recetas; es una expresión de la identidad cultural que se transmite de generación en generación, donde cada plato cuenta una historia de mestizaje, resistencia y adaptación. La comida actúa como un elemento unificador en festividades y celebraciones, siendo un componente esencial en eventos como el Día de Muertos y las fiestas patrias.