Por mucho tiempo, el papel de las mujeres dentro de la Revolución Mexicana quedó encasillado en las “adelitas”, quienes eran soldaderas e incluso fueron inspiración para diversas canciones. Pese a ello, hay varias figuras destacadas de mujeres revolucionarias que impulsaron una causa por la libertad e igualdad en nuestro país. Dos de las más importantes son Hermila Galindo y Carmen Serdán Alatriste.
Estas mujeres, quienes fueron clave en el movimiento revolucionario, empezaron a recibir reconocimiento hasta hace muy poco, pese a que sus pares del momento histórico siempre han sido enaltecidos por su lucha contra el Porfiriato. En su reinvindicación en la historia, ahora ambas aparecen en los libros, son referentes de programas sociales y forman parte del billete de mil pesos emitido por el Banco de México, con lo cual Sor Juana Inés de la Cruz dejó de ser la única mujer incluida en las mayores denominaciones de la moneda mexicana.
¿Cuáles son las historias de estas mujeres y por qué es importante recordar sus historias en el marco del Día Internacional de la Mujer?
Hermila Galindo, luchadora por el voto de la mujer
Nacida el 2 de junio de 1886, en Durango, Hermila Galindo es una de las mujeres más importantes en el feminismo mexicano, pues impulsó la inclusión de la mujer y sus derechos en la Carta Magna. De acuerdo con el Banco de México (Banxico), cursó los estudios primarios en Lerdo y Coahuila, en esta última ciudad realizó una carrera corta en la Escuela Industrial para Señoritas. A los 13 años comenzó a dar clases particulares en Lerdo, Gómez Palacio y Torreón.
Su acercamiento a la política comenzó en 1909, cuando Galindo tomó la taquigrafía de un discurso pronunciado por Francisco Martínez Ortiz criticando el gobierno de Porfirio Díaz y enalteciendo el papel de Benito Juárez. El mensaje no debía se difundido, sin embargo, gracias a la joven Hermila pudo llegar desde Torreón a Durango y Coahuila.
Después del triunfo de la Revolución Maderista, Hermila Galindo se trasladó a la Ciudad de México, donde trabajó como taquimecanógrafa con el General Eduardo Hay; al mismo tiempo, se desempeñó como profesora en el Internado Nacional de Estudios Preparatorios y Mercantiles. Se incorporó al Club Abraham González, en el que fue designada como oradora para dar la bienvenida a Venustiano Carranza, encargado del poder ejecutivo en su entrada triunfal a la capital del país el 20 de agosto de 1914. La inteligencia y la elocuencia de la oratoria de la joven impresionaron a Carranza quien la invitó a colaborar con él en calidad de su secretaria particular, trasladándose posteriormente con Carranza a Veracruz, ante la inminente llegada a la capital de las tropas de Francisco Villa y Emiliano Zapata.
Una vez en Veracruz, Hermila Galindo se inició en el periodismo en el órgano constitucionalista El Pueblo. Su primer artículo se tituló “La mujer como colaboradora en la vida pública”, en la columna denominada Crónica dominical. En su texto afirmaba que la mujer debe aspirar a una vida mejor al contar con las mismas cualidades que el hombre, “como la inteligencia, la voluntad, el raciocinio, la memoria y el sentimiento”. Fue una apasionada defensora del Constitucionalismo, por lo que Carranza la envió al extranjero para dar a conocer los ideales de la Revolución. Dictó seis conferencias en La Habana, exhortando a fortalecer la cooperación entre los pueblos de Latinoamérica.
Hermila Galindo fundó y dirigió el semanario Mujer Moderna el cual comenzó a publicarse el 16 de septiembre de 1915 y culminó en 1919, haciéndola una publicación con un enfoque de género adelantado a su tiempo que defendía, entre otros, el derecho al voto de la mujer. En 1916 envió su ponencia “La mujer en el porvenir”, la cual fue leída en la inauguración del Primer Congreso Feminista, celebrado en Yucatán del 13 al 16 de enero. En su ponencia, pidió establecer la educación sexual en los planes educativos, lo que provocó se le acusara de inmoral. En el Segundo Congreso Feminista, también efectuado en Yucatán el mismo año, se defendió de las críticas y fue apoyada por mujeres de gran prestigio como Eulalia Guzmán y Matilde Montoya, la primera médica mexicana.
Sus ideales en defensa de los derechos de la mujer, la llevaron a enviar una iniciativa al Congreso Constituyente, reunido en la ciudad de Querétaro, en la que planteaba la necesidad de otorgar el derecho a votar de las mujeres como un paso importante para incluirlas en la vida política. La iniciativa fue leída el 12 de diciembre de 1916 y rechazada por los Constituyentes. En 1917, desafiando la ley electoral vigente, Hermila se presentó como candidata a diputada federal por el V Distrito Electoral de la ciudad de México; pese a que no ganó la elección, sentó un precedente importante en la lucha por los derechos políticos de las mujeres. Hermila Galindo se convirtió en la máxima exponente del feminismo en México entre 1915 y 1919.
Su labor pionera impulsó el desarrollo de ulteriores movimientos feministas, los cuales demandaron la modificación del artículo 34 constitucional, para garantizar el derecho al voto de las mujeres, aspiración que finalmente fue alcanzada mediante un decreto publicado el 17 de octubre de 1953 por el Presidente Adolfo Ruiz Cortines, quien, reconociendo su tarea, le otorgó el nombramiento honorario de “La Primera Mujer Congresista”.
Carmen Serdán, la primera revolucionaria
Carmen Serdán Alatriste fue la hija primera hija de Manuel Serdán Guanes y María del Carmen Alatriste. Nació en la ciudad de Puebla el 11 de noviembre de 1873 y murió en la ciudad de México, el 21 de agosto de 1948. Junto con sus hermanos, Aquiles y Máximo, comulgaron con las ideas liberales de la época y tuvieron antepasados que participaron en la política. Los primeros indicios de la participación política de todos los Serdán datan del año 1909, cuando se llevaron a cabo las elecciones para gobernador en Puebla. Los hermanos participaron en la creación del Club antirreelecionista “Luz y Progreso” y, luego Aquiles fue encarcelado por sus actividades políticas. Si bien “Luz y Progreso” estaba formado nominalmente por hombres, las reuniones políticas anteriores a la creación del club se dieron en casa de los Serdán, en las que participaron todos los hermanos: Carmen, Natalia, Aquiles y Máximo, junto a algunos de sus correligionarios más destacados como: Francisco Panganiba y Manuel Velázquez.
Así, la participación más relevante de Carmen y sus hermanos, se dio en los meses previos al levantamiento maderista. Después del fraude electoral que posibilitó la reelección de Porfirio Díaz, Francisco I. Madero y algunos de sus partidarios se asilaron en San Antonio, Texas. Aquiles Serdán se les unió tiempo después y Carmen fue invitada por Francisco Cosío Robelo, a colaborar directamente con la causa.
Una de las pruebas más relevantes sobre su participación en el movimiento revolucionario es la correspondencia que mantuvo activa durante la estancia de Aquiles en Texas. La participación de Carmen en los procesos del levantamiento y la batalla misma fue muy relevante. Sobre estos hechos, una carta aclaratoria para un periódico atribuida a Manuel Velázquez y a la propia Carmen Serdán, señala:”(Adquiridas las armas y resguardadas en casa de los hermanos Rousset)…fueron trasladadas a la casa de Aquiles por las Srita. Carmen Serdán, la Sra. Filomena del Valle esposa de Aquiles y su otra hermana Natalia Serdán, ocultando dichas armas con sus vestidos hasta conseguir después de varios viajes el traslado de todas ellas a la casa de Aquiles”.
En los hechos del 18 y 19 de noviembre de 1910, todos los Serdán, incluida Carmen, habitaban la casa de su hermana Natalia, marcada con el número 4 de la Antigua Calle de la Portería de Santa Clara, frente al templo de las Clarisas, a tres calles del zócalo de Puebla. Terminada la batalla del 18 de noviembre, las mujeres Serdán --María del Carmen (la madre), Carmen y Filomena (esposa de Aquiles)-- fueron arrestadas y encarceladas en la Penitenciaría del estado. En el relato que Filomena hizo de la detención destacó el carácter y valentía de Carmen:
“A las once de la mañana del mencionado 18 de noviembre, mi casa fue ocupada por individuos de tropa que entraron en ella disparando sobre las personas que se encontraban, sin parar atención en si hacían resistencia o no. Mi madre política, doña Carmen Alatriste Vda. de Serdán, mi hermana política, señorita doña Carmen Serdán Alatriste y yo, estuvimos a punto de ser víctimas de ellos, no obstante que procuramos que nuestra actitud no pudiera inspirar ningún temor a la tropa que entraba, salvándonos tan solo la actitud resuelta de mi cuñada Carmen”.
Detenidas Carmen y sus familiares, cursaron por cinco meses un juicio penal en su contra. Veinte días en la penitenciaría y el demás tiempo, en el Hospital San Pedro, en calidad de detenidas. El 7 de mayo de 1911, salieron libres y regresaron a su casa entre los vítores y aclamaciones de sus simpatizantes. Carmen se mantuvo en Puebla hasta el asesinato de Madero. Después se mudó a Tacubaya en la ciudad de México. Cada año, hasta el anterior a su muerte, Carmen asistió a Puebla el 18 de noviembre a encabezar la ceremonia conmemorativa del levantamiento armado en esa ciudad.
El 19 de diciembre de 1948, se decretó la inscripción en Letras de oro del nombre de Carmen Serdán Alatriste en el Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
El 7 de abril del 2020, el Congreso de Puebla declaró a la hermanas Natalia y Carmen Serdán Alatriste, “Beneméritas de Puebla”, y erigió un busto en su honor por ser mujeres revolucionarias, firmes en sus ideales, solidarias y apoyo fundamental para conseguir la justicia social.