Esta isla de Acapulco es el último territorio que perdió México a manos de extranjeros

El lugar fue disputado por varios países durante muchos años, hasta que finalmente la nación lo perdió

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La isla estuvo en disputa
La isla estuvo en disputa territorial por muchos años. Foto: Wikipedia/Shannon Rankin, NOAA National Marine Fisheries Service

México es un país que a lo largo de los años ha perdido territorio debido a muchas razones, principalmente por disputas entre naciones. Y es que no sólo el territorio que hoy es el sur de Estados Unidos fue en su momento parte de la nación, sino que hay otros rincones que también tienen una historia de arrebato por parte de extranjeros.

Tal es el caso de Clipperton, una paradisiaca Isla que se ubica a unos mil 200 kilómetros del puerto de Acapulco, que es, ni más ni menos, una de las zonas turísticas más famosas de México y que recibe cada año a millones de turistas, tanto internacionales como nacionales.

Clipperton no es una isla precisamente grande, pero sí cuenta con una hermosa playa de arena blanca, vistas espectaculares al mar del Pacífico y hasta 9 kilómetros cuadrados de extensión. Este pequeño pedazo de tierra en medio del océano ha sido protagonista de un montón de historias, desde aquella que narra su descubrimiento hasta cómo dejó de formar parte de México.

El descubrimiento de Clipperton y las primeras disputas

Clipperton fue avistada desde 1520,
Clipperton fue avistada desde 1520, pero pasaron años para que alguien la habitara. Foto: Amigos de Clipperton

El primer registro de un ser humano avistando Clipperton data del año 1520, tan sólo un año antes de que se consolidara la conquista de México y la instauración de una colonia española en el territorio nacional. El descubridor de esta misteriosa isla fue el conocido español Fernando de Magallanes. No obstante, el explorador no llegó a pisar la tierra de la isla, por lo que jamás tomó posesión de la misma y el país al que pertenecía el lugar siguió sin ser demasiado claro.

Esto se quedó así por al menos casi un par de siglos, hasta que en 1701, un pirata inglés llamado John Clipperton (de ahí el nombre de la isla) tocó la tierra e instaló allí una base de operaciones, donde por varios años se escondió, alimentó leyendas (como la que aseguraba que había tesoros piratas escondidos en la arena) y atacó navíos españoles que pasaban por ahí.

Para 1711, el destino de la isla por fin encontró un rumbo, pues un par de navegantes franceses llegaron para reclamar el territorio y nombrarlo parte de Francia. Por supuesto, el tiempo en el que John Clipperton pasó el tiempo en la isla no fue tomado en cuenta debido a la condición de pirata que tenía.

Cómo México perdió el territorio de Clipperton

Muchas macabras historias ocurrieron en
Muchas macabras historias ocurrieron en Clipperton, como la protagonizada por un malvado hombre que violento a sus habitantes hasta que se revelaron. Foto: Wikimedia

El dominio francés de la isla duró algunos años, hasta que en 1821, México logró su independencia de España y fue promulgada la primera constitución, misma que estipulaba de forma muy específica que Clipperton pertenecía a México.

Así permaneció hasta 1857, cuando una nueva constitución reiteró que el lugar era propiedad de la nación; no obstante, Francia no reconoció el documento y, desde entonces, comenzó una disputa entre ambas naciones acerca de cuál de los dos era el país al que Clipperton pertenecía.

Durante esos años de disputa hubo muchos acontecimientos importantes en la isla, desde la llegada de una compañía estadounidense que buscaba explotar un valioso mineral abundante en la zona, hasta el arribo de comunidades que comenzaron a habitar Clipperton.

De hecho, una de las historias más trágicas que se cuentan de la isla asegura que un hombre se volvió loco, se proclamó rey y comenzó a sembrar terror entre los habitantes, hasta que fue aniquilado por las mujeres del pueblo, quienes eran las más afectadas.

Hoy la isla es propiedad de Francia, luego de negociaciones entre dicha nación y México, que resultaron en un veredicto que fue dado en 1931 por el rey de Italia Víctor Manuel III.

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