Durante la temporada de Cuaresma aumenta sustancialmente el consumo de pescado y con ello también crece el riesgo de que los consumidores reciban carne “falsa”, o en su defecto, adquieran productos de una especie diferente por la que pagan en mercados o tianguis.
La estafa más común es el añadido de altos porcentajes de hielo, conocido como glaseado, con la finalidad de aumentar de forma artificial el peso del producto. Esto quiere decir que los clientes creen que están adquiriendo cierta cantidad de carne cuando en realidad una buena parte corresponde a agua congelada.
Esta situación se ha encontrado principalmente en paquetes de pescado y mariscos importados, según la organización Oceana México.
El estudio más reciente a cargo de esta organización Oceana encontró que el exceso de agua congelada o glaseado, llegó a representar hasta el 60% del peso del producto, muy por encima del límite global aceptable del 12%.
De este modo, los consumidores terminan pagando más por el agua congelada que por el pescado o camarón que reciben.
Según el análisis, esta situación afecta principalmente a los productos importados como filetes de basa y tilapia, los cuales predominan en los supermercados.
Pasa lo mismo con el camarón congelado, donde más del 70% de las importaciones exceden el límite recomendado de glaseado, mientras que la mayor parte de los camarones nacionales cumplen con los estándares aceptables.
Una de las soluciones es comprar productos de origen nacional, siempre y cuando se tenga el cuidado de elegir piezas que sean visiblemente frescas.
Sustitución de especies, el otro fraude en Semana Santa
Millones de mexicanos prefieren comprar en otro tipo de mercados, como los mercados especializados en productos del mar, por ejemplo, el mercado de La Viga en la Ciudad de México, o en su caso, en los puestos situados en tianguis.
El riesgo en algunos de estos puntos es que los vendedores no siempre entregan al consumidor la carne correspondiente. Por ejemplo, durante las fiestas decembrinas se descubrió que la carne de Bacalao en realidad era de tiburón.
Entre las especies más sustituidas se encuentra el marlin, la sierra, el mero, el huachinango y el robalo.
Para quienes no son consumidores habituales es más difícil determinar si las características físicas del producto recibido corresponde a lo que verdaderamente solicitó y pagó.
Para evitar este tipo de fraudes, lo recomendable es acudir a establecimientos formales, o en su caso, acudir a mercados especializados en productos del mar, donde es más difícil que los vendedores incurran en estas prácticas debido a la vigilancia constante de sus competidores.
Para quienes suelen tomar vacaciones durante Semana Santa y pedir los platillos típicos de la temporada en restaurantes, también hay malas noticias, pues en algunos casos se suele sustituir a las especies de mayor precio por unas más baratas, con el objetivo de aumentar las ganancias.
Otras investigaciones de Oceana, mediante análisis de ADN, han detectado en años recientes que aproximadamente el 31% de las porciones de pescado analizadas en restaurantes, supermercados y pescaderías en Ciudad de México, Mazatlán y Cancún, no correspondían con el nombre de venta.
“Los resultados del análisis de las casi 400 muestras provenientes de tres ciudades nos dicen que todos los días cientos de consumidores en México piden una especie y reciben otra”, señalaron los especialistas de Oceana México.
Los niveles de sustitución en las muestras analizadas fueron menores en supermercados (17%) comparado con restaurantes (34%) y pescaderías (36%). Sin embargo, fue en los supermercados donde se registraron peores prácticas de sustitución y hasta de fraude, donde productos baratos son vendidos al público con el nombre y precio de productos caros.
Para garantizar los resultados de estas investigaciones, se usa el método de identificación genética de ADN para examinar en laboratorio las muestras de pescado tomadas en los establecimientos.
Para proteger el bolsillo de millones de mexicanos, es preciso implementar una mayor transparencia y regulación en la industria pesquera, de ese modo, también se asegura la competitividad y la sostenibilidad del sector pesquero en México.