El Día Mundial de la Obesidad, que se celebra cada 4 de marzo, expone una preocupante realidad en México: el sobrepeso afecta a 7 de cada 10 adultos y cerca del 40% de los niños entre 5 y 11 años. Debido a estas cifras, existen proyecciones alarmantes para 2030, año en el cual la obesidad adulta podría superar el 40% en la nación, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), mientras que el Atlas Mundial de Obesidad estima que el 42.9% de los niños y adolescentes de entre 5 y 19 años serán obesos.
El 75.2% de los adultos mayores de 20 años en México padecen de sobrepeso u obesidad. Este problema es más prevalente entre las mujeres, que alcanzan un 76.8%, frente a un 73.5% en hombres. La situación destaca debido al incremento del 21.4% en la tasa de este fenómeno desde el año 2006 hasta el 2022, de acuerdo con la actualización en 2023 de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut). El aumento sitúa a México ante una enfermedad sin tregua.
Entre los grupos demográficos afectados, se ha identificado que los adultos entre 40 y 60 años son los más vulnerables, con una tasa de prevalencia que asciende hasta el 85%. Este dato subraya la necesidad urgente de intervenciones dirigidas a este rango, con el objetivo de mitigar los riesgos asociados a la obesidad, como son las enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, entre otras complicaciones graves.
Los factores de la obesidad en mujeres: problemas hormonales y salud mental
El problema de la obesidad en México es multifacético. En entrevista con Infobae México, el cirujano bariatra, José Antonio Castañeda, reconocido a nivel internacional debido al tratamiento que desarrolló para Dayana Camacho, la adolescente más obesa del mundo, declaró que los entornos obesogénicos son comunes en el país. Estas condiciones favorecen el consumo excesivo de productos ultraprocesados y limitan la actividad física, también sin uno de los mayores impulsores de esta crisis sanitaria. La ingesta de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcar es otro factor crucial que contribuye al aumento de padecimientos tales como enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer.
Respecto a los factores que desarrollan obesidad en mujeres, el experto explicó que la producción de estrógeno y los problemas hormonales provocan una acumulación importante de grasa. La parte del cuerpo femenino que experimenta una mayor concentración de esta masa, en palabras del cirujano, “es de la cintura para abajo”. Las causas fisiológicas de este problema aumentan la posibilidad de este problema debido a una mala alimentación basada en productos ultraprocesados y el sedentarismo.
Los problemas hormonales en las mujeres son comunes en el desarrollo de la obesidad y la aparición de ciertos tipos de cáncer. Los cambios en la concentración de determinadas hormonas como la insulina, el estrógeno y las adipocinas derivados de la obesidad, y más específicamente de la obesidad inducida por la menopausia, están aumentando el riesgo y acelerando la progresión del cáncer de endometrio, de acuerdo con los resultados de un estudio publicado en Journal of Cancer.
Además de estos elementos, la salud mental juega un papel importante. En la experiencia de Castañeda como el cirujano bariatra durante 17 años, ha identificado que las mujeres con ansiedad y depresión son más proclives a consumir productos altos en azúcar para compensar los efectos de estos trastornos en el estado de animo. “Es necesario que los pacientes de obesidad cuenten con un psicólogo; de los contrario, los cambios serán nulos”, afirmó.
La conexión entre la obesidad y diversos trastornos de salud mental es profunda. De acuerdo con un análisis, aproximadamente un tercio de los pacientes que presentan tanto trastornos de somatización como de ansiedad son diagnosticados con estas condiciones en una misma instancia hospitalaria. Además, se ha encontrado que la obesidad tiende a ser diagnosticada antes que los trastornos mentales, en especial entre mujeres, de acuerdo con los resultados de un estudio publicado en la revista Translational Psychiatry.
Otro hallazgo clave sugiere que los riesgos de desarrollar trastornos psiquiátricos incrementan significativamente en las primeras décadas de vida para pacientes con obesidad. La conexión entre la obesidad y la salud mental también se apoya en factores biológicos ya existentes. La neuroinflamación, proceso que se desencadena por la activación excesiva o sostenida del sistema inmunitario en el cerebro inducida por la obesidad, es acentuada por la producción de citocinas de los adipocitos, destaca como un vínculo clave.
Una niñez sin obesidad asegura una mejor calidad de vida en mujeres
Para Castañeda, la obesidad es siempre un peligro latente en la vida de cualquier persona. Es posible combatir esta enfermedad en cualquier etapa de la vida, pero las mujeres enfrentan complicaciones adicionales en la menopausia debido a los cambios hormonales. El cirujano bariatra mencionó que se requiere una infancia saludable para cambiar este panorama, con una educación alimentaria que permita a los niños conocer qué deben comer y cómo tendrán que preparar sus alimentos a una edad adulta. “La responsabilidad es de los padres”, enfatizó.
Entre las advertencias que hizo Castañeda en entrevista, resalta el desenlace para los menores con obesidad: “no llegan a viejos”. Es posible revertir este final durante la adolescencia, con actividad física, una adecuada educación nutricional e información fidedigna sobre cómo llevar una vida saludable. Por otro lado, las mujeres que llegan a la menopausia tienen mayor riesgo de desarrollar algún tipo de cáncer.
La obesidad se vincula con un incremento en el riesgo de padecer y fallecer por distintos tipos de cáncer, como los de mama, colorrectal, esófago, riñón, vesícula biliar, útero, páncreas y hígado. Esta condición no solo eleva las probabilidades de desarrollar estas enfermedades malignas, sino que también podría limitar las opciones disponibles de tratamiento para los pacientes. Se estima que entre el 4% y el 8% de los casos de cáncer a nivel global pueden atribuirse directamente a la obesidad, según una investigación publicada en la revista Cancers.
Estudios recientes han revelado que la obesidad puede actuar como un factor protector contra el cáncer de mama en mujeres premenopáusicas, aunque este efecto se observa principalmente en poblaciones de origen europeo. Contrariamente, en mujeres posmenopáusicas, la obesidad incrementa considerablemente el riesgo de desarrollar esta enfermedad, independientemente de su origen étnico, de acuerdo con un estudio publicado en BMC Women’s Health.
La investigación destaca la importancia de mantener un estilo de vida saludable, especialmente en la posmenopausia, para mitigar los riesgos asociados a la obesidad. Se hace énfasis en la realización de actividad física regular y el seguimiento de una dieta equilibrada como medidas preventivas clave.
Además de estos tipos de cáncer, la presencia de diabetes y otras enfermedades crónicas está comenzando a manifestarse desde edades más tempranas, lo cual subraya la necesidad de reconocer y abordar el impacto negativo del consumo de azúcar. Esta situación no solo refleja una crisis de salud en México, sino también una tendencia global preocupante, con más de 650 millones de personas afectadas por obesidad en todo el mundo. Los estudios disponibles demuestran que un exceso de 10 kilogramos de peso puede reducir la esperanza de vida en aproximadamente cinco meses, apuntando a la seriedad de este asunto.
Salud emocional y bueno hábitos: las soluciones ante la obesidad
Castañeda resaltó tres pilares para revertir la obesidad: salud emocional, buenos hábitos alimenticios y actividad física. Durante la infancia es importante contar con estos aprendizajes para prevenir un mal estado de salud y evitar una visita al quirófano. Además, es necesario tener disciplina para prepararse a un cambio en el estado de salud, vivir sin adicciones y tratar con un especialista en salud mental un posible trastorno alimenticio.
En cuanto a las políticas públicas, en consideración del experto, son necesarias medidas adicionales al etiquetado de advertencia respecto a las grasas y azúcares ultrasaturados. La información sobre buenos hábitos alimenticios puede dar mejor resultados para preparar alimentos en casa. Como refuerzo a lo anterior, Castañeda propone un mayor acceso a productos saludables en lugar de comida chatarra en cualquier tienda.
El cirujano también recomienda evitar los “productos milagro” que carecen de validez científica para combatir la obesidad. En años recientes se ha registrado un aumento en la popularidad de la semaglutida (Ozempic) para la pérdida de peso. Su uso principal aprobado en la la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) es para el tratamiento de la diabetes. Sin embargo, se ha acudido a él de forma errónea para bajar el sobrepeso, debido a su efecto en el organismo que aumenta la sensación de saciedad. Este caso representa un preocupación de salud, pues podría tener efectos cancerígenos.
El doctor Castañeda enfatiza la necesidad de un enfoque integral que incluya una alimentación adecuada, actividad física y atención médica especializada para abordar la obesidad no solo como una cuestión estética, sino como una enfermedad crónica. Este enfoque debe también incorporar un seguimiento detallado de enfermedades colaterales como la diabetes y la hipertensión.