El 2024 se ha posicionado como un año decisivo para México debido al proceso electoral federal que culminará el domingo 2 de junio; sin embargo, uno de los protagonistas que más tendrá foco será el Partido Revolucionario Institucional (PRI), aquel instituto que gobernó todos los resquicios del Estado y hoy ha visto reducido su poder.
Aunado a lo anterior, por primera vez en su historia, el tricolor enfrentará una elección por la Presidencia de la República sin un candidato único o afín completamente al partido, pues ahora aparecerá en la boleta con una mujer simpatizante del Partido Acción Nacional (PAN), Xóchitl Gálvez Ruiz, además de ir en coalición con aquellos que por décadas fueron sus rivales.
Es en este contexto que el PRI cumple 95 años de creación, nueve décadas de ser protagonista del Estado mexicano y de consolidar, en un inicio, las luchas sociales de la Revolución Mexicana a través de la institucionalización; sin embargo, la actualidad es muy diferente, pues comicio tras comicio se ve reducido su impacto en las decisiones del país.
Los inicios del PRI
“El PRI aprende de su historia y se adapta a los desafíos del siglo XXI para responder a los nuevos retos y desterrar las trasnochadas intentonas dictatoriales”, expresó Alejandro Alito Moreno Cárdenas, actual presidente nacional del partido, en un comunicado de prensa por el aniversario del instituto político.
Sin embargo, para entender la historia del tricolor también hay que comprender el desarrollo del Estado mexicano moderno, debido a que el nacimiento del partido partió de la idea de que en una sola agrupación se debían congregar todas las fuerzas políticas emanadas de la Revolución.
En 1928, tras el asesinato de Álvaro Obregón, el general Plutarco Elías Calles explicó al entonces presidente Emilio Portes Gil que la nación necesitaba la creación de un instituto político en donde cupieran todas las disidencias políticas con el fin de erradicar los conflictos entre los grupos que aún sobrevivían al conflicto armado, es decir, las facciones carrancistas, villistas, obregonistas, zapatistas, por mencionar algunas.
De acuerdo a los recuentos históricos, el general señaló que la nación no sólo necesitaba un partido político que reuniera la diversidad de ideas, sino que se requería la creación de una institución que reflejara los valores de los partidos nacionales: “(El partido debía tener) una disciplina de sostén al orden legal mediante la unificación de los elementos revolucionarios del país”.
Para poder lograr el objetivo Callista, él y su gente se reunieron en diversas ocasiones con líderes sindicales, terratenientes, sectores obreros y de todas las ideologías. De aquellas reuniones, la mayoría de las voces fuertes se dieron cita en la Convención Constitutiva del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en, donde según documentos oficiales, estuvieron presentes el 90% de las agrupaciones políticas que tenían reconocimiento y registro en aquellos años.
Con 874 delegados, el trabajo inició el primer día de marzo de 1929 en el Teatro de la República en Querétaro, mismo que duró hasta el día 4, fecha en la que declaró constituida la organización política mediante la creación de la declaración de principios, los estatutos, así como el Pacto de Unión y Solidaridad. En dichos ordenamientos se priorizó que el partido estuviera dividido en los sectores agrario, popular, obrero y militar.
De aquella reunión nació el PNR, partido que cambió de nombre en 1938 al Partido de la Revolución Mexicana (PRM), esto significó dejar a un lado al sector militar, pues desde el Estado se priorizó que éste volviera a los cuarteles para dejar la política a los ciudadanos.
En 1946 se dio el cambio que dio pie a la historia moderna de México, puesto que se hizo otra modificación de nombre al Partido Revolucionario Institucional. Gracias a esto, se consolidó como un instituto de ideología de izquierda, con afiliación a la Internacional Sociales y bajo el lema de Democracia y Justicia Social.
La caída del PRI
No se puede negar el éxito que tuvo el PRI para consolidar una “democracia” en el país; no obstante, tampoco se puede dejar de notar el desapego que con las décadas tuvo de las luchas revolucionaria y su adhesión a otros sistemas políticos e ideológicos, tanto así que el Partido Acción Nacional -por años el enemigo natural del priismo- ahora es su aliado electoral y legislativamente.
Los movimientos sociales, reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) y leyes secundarias, conflictos en diferentes sectores, así como decisiones que impactaron directo a la sociedad y crisis económicas comenzaron a tambalear el poder que parecía absoluto del partido, tanto así que en 1989 pierde su primera gubernatura, en 1997 perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y en el 2000 pierde la Presidencia de la República.
La pérdida más fuerte del instituto, sin duda, fue en el 2000 cuando toda su conformación se modificó debido a que ya no tenían al titular del ejecutivo de su lado, por primera vez fueron oposición; no obstante, 12 años después volvieron a la presidencia con Enrique Peña Nieto.
El retorno del PRI al Poder Ejecutivo no duró mucho, pues en 2018 volvieron a perder en los comicios federales y, desde entonces a la fecha, han ido perdiendo gubernaturas, presidencias municipales, puestos en los Congresos locales, en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República.
La pérdida del Estado de México y el 2024
Con salida de cuadros representativos y disminuidos en los principales congresos -incluso sin representación en Hidalgo-, en 2023 el PRI sufrió otro gran descalabro y es que perdió la gubernatura del Estado de México, entidad que fue conocida como su bastión por más de nueve décadas y donde nació la facción más popular del partido: el Grupo Atlacomulco.
A casi un año de esa elección, ahora el Revolucionario Institucional tendrá que enfrentar una elección presidencial y locales donde pocos son los candidatos de la coalición opositora que están adelante en las encuestas, por lo que el tiempo de campañas será vital para darle vida al partido que lo tuvo todo y ahora lucha por su sobrevivencia.