Manuel Guerrero, el mexicano-británico de 44 años, ha sido persona de interés desde que fue detenido en Qatar el pasado 4 de febrero bajo circunstancias que su familia ha calificado de ilegales. La detención, según denuncias de sus parientes, se debe a su orientación sexual, argumentando que fue víctima de una trampa por parte de las autoridades locales.
La familia de Guerrero ha informado que la detención ocurrió luego de que policías qataríes le tendieran una emboscada usando un perfil falso en Grindr, una aplicación ampliamente utilizada por la comunidad LGBT, un presunto modus operandi en el país para encarcelar a personas homosexuales.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), tras ser contactada por los familiares, ha indicado que se está coordinando con la embajada británica en Doha para atender el caso. Del lado británico, se confirmó que se está brindando asistencia consular al detenido y apoyo a su familia.
Enrique Guerrero ha denunciado también que, durante el arresto de Manuel, la policía colocó intencionalmente metanfetaminas en su apartamento. Además, ha expresado preocupación por el estado de salud de su hermano, quien es privado de su tratamiento para el VIH y es sometido a tortura psicológica, incluida la obligación de denunciar a miembros de la comunidad LGBT.
La denuncia se produce en un contexto en el que Qatar enfrenta críticas internacionales por sus leyes que penalizan la homosexualidad. Este caso recuerda a la situación de la mexicana Paola Shietekat en 2022, quien fue acusada de una relación extramatrimonial tras denunciar una agresión sexual, situación que pudo resolverse tras la intervención del gobierno mexicano.
Sin tratamiento
Enrique Guerrero, hermano de Manuel Guerrero Aviña, denunció en una entrevista con Milenio que su hermano ha sido privado de su tratamiento antirretroviral esencial durante su detención en Qatar, que ya casi cumple un mes.
Enrique calificó esta acción como un acto de tortura, señalando la gravedad del riesgo para la salud y la vida de su hermano al ser privado de un tratamiento necesario para vivir. Resaltó que esta situación representaría una condena de muerte para Manuel.
“Esto es un acto de tortura porque tener a una persona que requiere un tratamiento para vivir y tenerlo sin su tratamiento de manera dolosa [...] sería condenarlo a muerte”, dijo.
La falta de acceso a su tratamiento médico es uno de los aspectos centrales de preocupación para la familia y organizaciones de derechos humanos que apelan por su liberación y el respeto a sus derechos fundamentales.
Los riesgos
La falta de acceso al tratamiento antirretroviral para Manuel Guerrero, quien lleva ya un mes detenido sin recibir su medicación esencial, plantea una situación extremadamente grave y riesgosa para su salud.
El tratamiento antirretroviral es crucial para las personas que viven con VIH, ya que ayuda a controlar la carga viral en el cuerpo, mantiene el sistema inmunológico funcionando adecuadamente y reduce el riesgo de desarrollar complicaciones relacionadas con el VIH, incluyendo ciertas infecciones y enfermedades.
Sin acceso a esta medicación, el sistema inmunológico de Manuel podría debilitarse significativamente, aumentando su vulnerabilidad a infecciones oportunistas que normalmente no serían un problema para alguien con un sistema inmune sano. Esta situación podría llevar a un deterioro rápido de su estado de salud, generando condiciones potencialmente mortales.
Además, la interrupción del tratamiento antirretroviral tiene implicaciones a largo plazo en la efectividad del mismo. La inconsistencia en la toma de los medicamentos puede llevar a la resistencia del virus, complicando aún más el tratamiento futuro y limitando las opciones de medicación disponibles para controlar la enfermedad eficazmente. Esto supone un retroceso severo en el manejo del VIH para Manuel, poniendo en riesgo su expectativa y calidad de vida.
Otro aspecto preocupante es el impacto psicológico que esta situación puede tener en Manuel Guerrero. Saber que no está recibiendo el tratamiento necesario puede generar un estado de ansiedad, depresión y estrés, el cual, combinado con las condiciones de detención y la falta de apoyo legal o consular efectivo, podría agravarse significativamente.