¿Daña tu salud? Así es como la caída de ceniza del volcán Popocatépetl impacta en la calidad del aire

Algunas investigaciones revelan la presencia de sustancias tóxicas en la ceniza del volcán que permanecen durante semanas en el medio ambiente y ocasionan daños al sistema respiratorio

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La actividad volcánica del Popocatépetl
La actividad volcánica del Popocatépetl se intensificó hasta llegar a la alerta amarilla fase 2. (Reuters).

El volcán Popocatépetl mostró un incremento en su actividad el 27 de febrero de 2024, según informó el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred). Durante esta jornada, se registraron 77 exhalaciones junto con 952 minutos de tremor y un sismo volcanotectónico, manteniendo la Alerta Volcánica en Amarillo Fase 2. Este comportamiento del coloso llevó a la emisión de ceniza volcánica que se dirige al noroeste del país, sin afectar a la Ciudad de México (CDMX).

Pese a la previsiones, hubo alcaldías afectadas en la capital por la caída de ceniza: Benito Juárez, Coyoacán, Iztacalco, Iztapalapa y Xochimilco. La presencia de este material volcánico en dichas zonas fue confirmada por la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC). Esta situación podría repercutir de forma en la calidad del aire en la región, la cual ya se encontraba calificada como “Muy Mala” por el índice Aire y Salud del gobierno local. Existe preocupación de que la calidad del ambiente empeore debido a la acumulación de partículas volcánicas en la atmósfera.

¿Cómo impacta la ceniza volcánica en la calidad del aire y la salud de las personas?

Un estudio del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha revelado que las cenizas volcánicas del Popocatépetl contienen niveles potencialmente peligrosos de fluoruro para la salud humana, los animales, especialmente el ganado vacuno, y algunas especies vegetales de la región cercana al volcán. Este hallazgo subraya la creciente preocupación por el impacto ambiental de dichas emisiones y llama a la implementación de medidas preventivas para mitigar sus efectos adversos.

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La caída de ceniza del Popocatépetl se dirige al noroeste del país, pero se registraron estas partículas en cinco alcaldías de la CDMX. (@SGIRPC_CDMX).

La investigación destaca también que el bióxido de carbono (CO2), al ser más denso que el aire, puede acumularse en áreas bajas, representando un riesgo elevado de asfixia para personas y animales, además de poder causar desequilibrios ecológicos significativos. Igualmente, el estudio señala el peligro que representa la inhalación del bióxido de azufre (SO2), debido a su capacidad de provocar constricción en el tracto respiratorio y alterar la función pulmonar normal.

Las concentraciones de estos compuestos, tanto en el agua como en la atmósfera, pueden alcanzar niveles críticos, especialmente tras eventos de actividad volcánica intensa. El fenómeno de liberación repentina y violenta de gases acumulados en cuerpos de agua, conocido como desgasificación límnica, constituye una amenaza adicional para la vida en las áreas circundantes a los cráteres volcánicos.

Un estudio de la Cenapred, realizado en 2021 revela que la ceniza volcánica más fina tiene la capacidad de permanecer en la atmósfera por días e incluso semanas. Este fenómeno depende de factores como la consistencia del material, la altura a la que se encuentra y los vientos predominantes. Además, se ha observado que ciertos metales presentes en las cenizas pueden alcanzar niveles perjudiciales para el entorno, lo que constituye una amenaza tanto para la flora como para la fauna y los seres humanos.

La calidad del aire puede
La calidad del aire puede empeorar con la caída de ceniza volcánica debido a la presencia de partículas contaminantes de gran tamaño. (Cuartoscuro).

Los aerosoles generados por la condensación de gases volcánicos y su interacción con el agua, sea esta proveniente de la humedad atmosférica o del vapor en las columnas eruptivas, pueden mantenerse en el aire por períodos extendidos, superando la duración de las cenizas. Esto pone de relieve la importancia de tomar medidas preventivas para proteger la salud pública, así como el medio ambiente, evitando la ingestión de agua y alimentos contaminados por estas partículas. También se constató que la caída de ceniza se extiende más allá de los meses tradicionalmente asociados con este fenómeno (junio a septiembre), registrándose también en febrero, octubre y diciembre. Dicha observación subraya la variabilidad y el alcance imprevisible de las erupciones volcánicas y sus consecuencias.

Otro estudio, realizado en 2020 con recursos de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI), ha revelado el impacto que la ceniza del Popocatépetl ha tenido en la calidad del aire de la Ciudad de México entre los años 2016 a 2019. Este proyecto, denominado “Impacto de la ceniza volcánica del Popocatépetl en los niveles de contaminación ambiental de la Ciudad de México”, ha conseguido por primera vez cartografiar y cuantificar la afectación de estas emisiones en la metrópoli.

Las investigaciones han mostrado que la composición de la ceniza volcánica lanzada por el volcán contienen alrededor de un 60% de óxido de silicio, y se ha descubierto particularmente que las partículas más finas están compuestas por materiales altamente ricos en sílice, tales como vidrio y cristobalite, además de plagioclasa. Durante el periodo estudiado, los principales componentes identificados fueron líomoticos, vitrios, cristales de plagioclasa y piroxeno, y vidrio claro, evidenciando la complejidad y variedad de materiales expulsados por el Popocatépetl.

La caída de ceniza del
La caída de ceniza del volcán Popocatépetl irrita el sistema respiratorio. (Cuartoscuro).

Además, el informe resalta la importancia del tamaño de las partículas de ceniza en cuanto a su potencial peligrosidad. Las de menos de 15 micras podrían alojarse en la parte superior del sistema respiratorio, mientras que aquellas menores a cuatro micras tienen la capacidad de llegar a los pulmones. Las partículas inferiores a una micra, por su parte, podrían alojarse en partes aún más profundas del sistema respiratorio, planteando un riesgo mayor para la salud.

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