Los habitantes de la Ciudad de México e incluso sus visitantes, cuando suelen visitar la Alameda central o Paseo de la Reforma cuentan con una opción para descansar en caso de haber realizado una caminata larga o simplemente fijan un punto para encontrarse con un tercero siendo las bancas de concreto el punto para hacer de la espera una más cómoda; sin embargo, estas peculiares zonas de piedra no estuvieron en dichos puntos desde siempre, sino que en realidad funcionaban como una muralla para delimitar las clases sociales y los espacios públicos de la urbe, ¿lo sabías?
Antes de que México fuera un país libre y soberano, suceso que se logró hasta 1821 con la consumación de la Guerra de Independencia, fue una colonia de España donde las clases sociales estaban mucho más marcadas que ahora. De manera específica, en 1760 cuando la capital mexicana era llamada la Nueva España, contaba con el Zócalo Virreinal al cual tenían acceso solo los de mayor rango, es decir, la gente con más posesiones materiales y títulos nobiliarios o relevantes.
Dado que se trataba de un espacio público, se mandó poner una especie de muralla hecha de piedra que incluyó un área para descanso, al igual que una reja mediante la cual la gente de estatus alto podía ingresar y con ello disfrutar de lo que hoy conocemos como el primer cuadro de la Cuidad de México. Toda la plancha del Zócalo estaba prohibida para los más vulnerables quienes se tenía que conformar con observar esta parte de la cuidad a través de la parte posterior de dichas bancas.
Sin embargo, una vez que México obtuvo su independencia, esta muralla de consideró algo innecesario y sobre todo elitista, por lo que las autoridades en cuestión la mandaron quitar para que el primer cuadro fuera de acceso libre; sin embargo, esta parte de la historia no se borró sino que en su lugar se colocaron partes de la misma en los espacios antes mencionados donde además de los transeúntes, es común ver a personas sin hogar usarlas para pasar la noche.
Las bacas que hoy adorman tanto la Alameda Central y Paseo de la Reforma eran consideradas de uso exclusivo de unos cuantos antes de la independencia. Sobre la reja que los privilegiados cruzaban para poder acceder, es la que se encuentra en la entrada al Bosque de Chapultepec, a un costado de la Estela de luz y que en la actualidad cientos de personas cruzan para disfrutar de otro de los puntos más relevantes de la capital sin que haya alguna restricción de clases.
Remodelación a una parte importante de la historia
Debido a que estas bancas, que pueden llegar a pasar desapercibidas por el resto de la población forman parte importante de la historia de la capital, el Gobierno de la Cuidad de México anunció en 2003 que se les daría mantenimiento para preservar su estructura.
Trabajadores de la urbe destinaron tiempo y recursos para limpiar y remodelar desde las bancas hasta los momentos que adorman Paseo de la Reforma con el fin de mantener su esplendor. Desde entonces, se ha invitado a los residentes y visitantes a mantenerlas en buen estado, especialmente al conocerse que lo que hoy es de acceso público, hace más de 250 años era de uso exclusivo de unos cuantos.