La televisión pública mexicana, a través de su canal Once Niñas y Niños, perteneciente al Instituto Politécnico Nacional, continúa marcando pautas en el ámbito de la programación infantil con una propuesta incluyente y de vanguardia.
La plataforma, dedicada exclusivamente al público infantil, ha implementado cambios significativos en su enfoque y contenido, reflejando así su compromiso con la igualdad de género y la inclusión social.
Desde su inicio el 2 de marzo de 1959, Canal Once se estableció como la primera emisora pública en México, así como una precursora a nivel educativo y cultural en América Latina. Esta tradición de innovación se ha extendido a su programación para niños, originalmente lanzada en 2007 bajo el nombre de Once Niños.
La segmentación de su programación para abarcar públicos específicos, incluyendo preescolares por la mañana y escolares por la tarde, demuestra su adaptabilidad y enfoque en las necesidades educativas de los niños mexicanos.
La producción de programas infantiles ha sido una piedra angular en la oferta de contenidos de Once Niñas y Niños, con propuestas como Bizbirije, Annedroids, El maestro torbellino, Mighty Mike y Dino Dana. Estos programas han logrado no solo entretener, sino también educar y fomentar la participación activa de su audiencia, mostrando el enfoque formativo pero atractivo del canal.
Es importante destacar que el cambio de nombre a “Once Niñas y Niños” simboliza un paso adelante hacia la igualdad de género, buscando que niñas y niños mexicanos tengan las mismas oportunidades y reconocimiento. Este cambio refleja la evolución cultural y social en el país, y la posición del canal como un agente de cambio positivo en la sociedad.
Un impacto sin precedentes
Bizbirije, un programa de televisión infantil emitido por Once Niños, canal perteneciente a Canal Once, se destacó por su formato innovador y educativo entre 1996 y 2006. Creando un espacio donde niños de entre 6 y 10 años no solo eran espectadores sino también partícipes activos como reporteros, el programa logró dejar una marca indeleble en una generación de jóvenes.
Desarrollado por Patricia Arriaga, Carolina Rivera y Patricia Gutiérrez, Bizbirije se inició como una serie de segmentos dentro de Ventana de Colores, careciendo inicialmente de un nombre propio. La popularidad creciente de estos segmentos llevó a la creación de un programa autónomo, con una duración de media hora, que ponía a los niños al frente, permitiéndoles expresar libremente sus pensamientos y emociones.
Este enfoque pedagógico y participativo es una muestra del empeño de las creadoras por ofrecer contenido que fuese a la vez formativo y entretenido, rompiendo así con el molde de una audiencia infantil pasiva.
El emblema está en el nombre
El nombre del programa, Bizbirije, proviene de una fusión de palabras, inspirada en términos cariñosos utilizados por la abuela de Patricia Arriaga, uno de los pilares creativos detrás del proyecto. Este título no solo daba nombre al show sino también a sus mascotas, las cuales estaban basadas en los coloridos y fantásticos alebrijes, figuras artesanales mexicanas.
La elección de este nombre refleja la intención de conectar con lo mágico y lo familiar, elementos clave en la narrativa y estética del programa. Una de las iniciativas más recordadas de Bizbirije fue la de transformar a su joven audiencia en reporteros activos, alcanzando la notable cifra de 132,000 niños y niñas participando en esta faceta a principios de la década de 2000.
Pese a que el programa ya no se transmite, su impacto perdura en la memoria colectiva, tanto es así que recientemente se ha generado un renovado interés por parte de antiguos televidentes, quienes, embargados por la nostalgia, han acogido con entusiasmo el lanzamiento de la credencial de reportero en formato digital. Bizbirije no solo se distinguió por su capacidad de entretenimiento sino también por su firme compromiso con la educación y el desarrollo crítico de los niños.
A través de una combinación de juegos, documentales y canciones, el programa ofreció una plataforma donde los más jóvenes podían aprender jugando, asegurándose de que cada entrega fuese una aventura en conocimiento.
La creación de Carolina Rivera, Patricia Arriaga, y Patricia Gutiérrez, constituye un referente en la programación infantil y un testimonio del poder de la televisión para influir positivamente en la formación de las futuras generaciones.