En un acto que finaliza décadas de disputa legal, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Ciudad de México ha procedido al desalojo de tres familias de la que fuera residencia del laureado poeta Octavio Paz, ubicada en la Colonia Nochebuena.
Este evento ocurrió bajo la supervisión de agentes de la Guardia Nacional y afectó a siete individuos y tres mascotas que residían en la dirección General Porfirio Díaz 125, Colonia Nochebuena.
El controvertido desalojo se produjo luego de que un fallo judicial otorgara la custodia del inmueble al DIF, entidad designada como albacea de los bienes del escritor tras su fallecimiento en 1998.
“Somos tres familias, llevábamos 45 años viviendo en la casa. El papá de mi esposa fue trabajador de Octavio Paz y el escritor nos dejó vivir aquí. Desgraciadamente no firmamos ningún papel ni nada y hoy estamos en la calle”, dijo Manuel Ayala para Milenio.
Tras el desalojo, un panorama de pertenencias personales acumuladas en las aceras cercanas a la propiedad planteó una vista desoladora de los afectados, quienes aseguran residir en el lugar por más de cuatro décadas, encomendados por el mismo Paz para el cuidado de su hogar.
Directamente involucrados en el mantenimiento de la residencia desde la era Paz, los desalojados, entre ellos Manuel Ayala y la familia de Sacramento Anaya, expresaron la falta de formalización por escrito de su acuerdo con el poeta.
Adicionalmente, manifestaron que los verdaderos bienes de Paz, incluyendo arte y literatura, fueron retirados del inmueble por representantes legales mucho antes de este suceso.
El desalojo de este prominente sitio, frente al icónico Parque Hundido y objeto de un prolongado litigio, resalta la complejidad de gestionar el patrimonio de figuras culturales después de su muerte.
Para DIF-CDMX, obtener el favor judicial implicó la culminación de esfuerzos por salvaguardar los bienes dejados por Paz y su segunda esposa, Marie José Tramini, incluyendo la mencionada propiedad y un departamento en París. La entidad ha sido destacada como albacea, responsabilizándose de la integridad del legado del Nobel de Literatura.
Diversos relatos destacaron la presencia de la Guardia Nacional previa al desalojo, señalando una anticipación de 15 años hacia los habitantes sobre la necesidad de abandonar la propiedad.
A pesar de las tensiones, el desalojo se llevó a cabo sin mayores incidentes, marcando el fin de una era para la casa que alguna vez albergara a uno de los literatos más significativos del siglo XX en México.
Momentos durante el desalojo
El patrimonio literario del Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz Lozano, ha sido declarado Patrimonio Artístico de México en 2018, incorporando una vasta colección de documentos personales, manuscritos y fotografías.
Este conjunto reside actualmente en cuatro inmuebles ubicados en la Ciudad de México, los cuales fueron parte de la herencia cultural del poeta y ensayista.
Tras el fallecimiento de Mari-Jo Paz, la última custodia del legado de Paz Lozano, la Secretaría de Cultura federal tomó bajo su protección estos inmuebles, dada la ausencia de descendientes directos.
La importante decisión, publicada en el Diario Oficial de la Federación, incluye la gestión de un extenso acervo que abarca correspondencia privada, traducciones, ensayos y otros artefactos literarios de relevancia.
Los objetos y documentos se dispersan entre cuatro propiedades estratégicamente situadas en rincones de la capital: Río Guadalquivir 109, Lerma 143, Plinio 333 y una residencia en la colonia Nochebuena.
Cada uno de estos sitios alberga parte de la historia y el trabajo de Paz Lozano, ofreciendo una ventana única a su vida y obra. Mientras Paz y su esposa Marie-Jo optaron por un apartamento en Río Guadalquivir hasta que un incendio lo afectó, los últimos años de Octavio Paz transcurrieron en la Casa Alvarado de Coyoacán, cortesía del entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León.
Crecer cercano a la casa de su abuelo Ireneo Paz, en lo que hoy es la plaza Valentín Gómez Farías de la colonia San Juan Mixcoac, Paz Lozano mantuvo siempre una relación estrecha con la cultura y la literatura, legado que hoy se preserva cuidadosamente a manos del Estado Mexicano.
A pesar de la supervisión de la Guardia Nacional y el interés especulativo por parte de algunos, el patrimonio del poeta se mantiene intacto y en espera de una gestión que honre su contribución al mundo literario.