Aunque el trabajo sexual es un fenómeno vigente en nuestros días, ya era una realidad desde antes de la llegada de Hernán Cortés y la instauración de una colonia española en nuestro país. En el México Prehispánico existían mujeres que “daban placer” a los hombres bajo ciertos favores.
Por supuesto, lo que hoy conocemos como trabajo sexual dista mucho de las dinámicas que ocurrían en la Gran Tenochtitlán y otros pueblos de Mesoamérica, aunque hay cosas en que sí se parecen y elementos en los que concuerdan, por ejemplo, el hecho de que ya entonces eran las mujeres las que se veían orilladas a esta situación.
Por aquel entonces existían las ahuianime, mujeres destinadas a dar placer a los hombres que estaban a punto de ser sacrificados. Los sacrificios ritual era una constante en las sociedades precolombinas, especialmente en grandes imperios como el que dirigían los mexicas.
Las ahuianime: mujeres de desafiaban la moralidad de la época
Como si fueran sentenciados a muerte contemporáneos a los que les cumplen sus últimos deseos antes de partir de este mundo, los hombres que estaban por morir sacrificados recibían la visita de las ahuianime para hacer más llevaderos sus últimos momentos en la tierra.
Por su parte, las mujeres que llevaban a cabo esta tarea recibían como pago las prendas del hombre una vez que este moría sacrificado. De igual forma, guerreros de alto rango también tenían acceso a este tipo de favores, pues se consideraba que las batallas eran demasiado estresante para ellos, sin mencionar que la muerte rondaba sus vidas al estar constantemente en peligro. Las ahuianime recibían desde comida hasta mantas por complacer a los guerreros.
Y aunque esto era una práctica bastante común, la sociedad no veía con buenos ojos la situación, e incluso, las mujeres que llevaban a cabo este servicio eran despreciadas por los mexicas. Como muchos otros detalles sobre el México Antiguo, conocemos la existencia de las ahuianime gracias a los cronistas.
La descripción de las ahuianime
El Códice Florentino, uno de los documentos más importantes que detallan cómo era la vida en México antes de la llegada de Hernán Cortés, da una descripción de las mujeres que se identificaban como ahuianime. Resalta la forma en la que se comportaban y se adornaban, muy contrario a lo que se consideraba “respetuoso” y habitual en otras mujeres del imperio. Una de las características más evidentes de las ahuianime era cómo llevaban el cabello: suelto. Por aquel entonces, las mujeres veían amarrarse el cabello como un acto de decoro.
La descripción dice: “Se pinta el rostro, se pinta las mejillas, se oscurece los dientes, se pone grana cochinilla en los dientes, sus cabellos caen sueltos, peinados a la mitad, se hace cuernos con sus cabellos. Se contonea, anda con desvergüenza, anda levantando la cabeza, anda moviendo la cabeza con altanería. Se sahuma, se echa humo, se pone perfumes, se pone la flor del poyomatli, mastica chicle, truena el chicle. Anda burlándose, anda contenta, va de un lado a otro. Hace señas a la gente con la mano, llama a la gente con los ojos, guiña los ojos a la gente, vuelve el rostro, ríe, anda riendo”.
Igual que ocurre en nuestros días, la sexualidad en el México Antiguo era un tema tabú, bastante mal visto por los civilizaciones como los mexicas. Se dice que las mujeres que desafiaban la moralidad iban acompañadas de hombres vestidos de mujer, por supuesto, también mal vistos, lo que nos deja claro cuál era la posición prehispánica ante la homosexualidad.