El pasado viernes 9 de febrero fueron secuestrados por dos hombres armados el médico mexicano Juan Carlos Salgado Ortiz y su colega voluntaria, la médica polaca Aleksandra Pol Kuligowska, al sur de Chad, en África. De acuerdo con la agencia de noticias EFE, ambos especialistas ya se encuentran libres, aunque en distintas condiciones.
El doctor mexicano consiguió escapar el mismo día del secuestro, ya que se dio un enfrentamiento entre el Ejército y los secuestradores, quienes lo dejaron a su suerte mientras huían; en tanto, la doctora fue liberada el martes 13 de febrero tras un operativo, informó a la agencia el comandante en jefe de las operaciones de rescate, Saleh Mohamed.
El viernes, los secuestradores irrumpieron a plena luz del día en el Hospital St. Michael’s de la localidad sureña de Dono Manga, y se llevaron a los médicos; este tipo de raptos por sujetos armados son comunes en Chad, ya que estos grupos suelen llevarse a sus rehenes a países vecinos y desde ahí pedir dinero a cambio de su liberación.
Actualmente, existen unos 20 grupos rebeldes, quienes están en contra del presidente interino Mahamat Idriss Déby Itno quien tomó el cargo de su padre en 2021 tras ser asesinado en un enfrentamiento contra estos grupos.
¿Por qué el médico mexicano está en Chad?
Tras ser rescatados, los dos médicos fueron trasladados por las Fuerzas Armadas a Yamena, la capital de Chad, para ser atendidos. Juan Carlos Salgado contó a la radio Effata que los dos secuestradores entraron al centro médico que él dirige y simulando que necesitaban una consulta, llegaron hasta su oficina y la de la voluntaria Aleksandra. Entonces les apuntaron y los obligaron a salir y abordar dos motocicletas que iban escoltadas, “aunque iban fuertemente armados, afirmaron que no tenían intención de quitarnos la vida. La policía fue alertada y nos persiguió”, relató el doctor mexicano.
Juan Carlos tiene 54 años y en Dono Manga lo llaman ‘Hermano’, ya que forma parte de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, una congregación religiosa católica de derecho pontificio que cuenta con más de 150 años de historia y que actualmente tiene cerca de 3 mil 500 integrantes en 41 países, principalmente en comunidades abandonadas y que están en medio de conflictos políticos y en condiciones de pobreza extrema.
En 1999, Juan Carlos Salgado Ortiz se graduó como licenciado en Enfermería por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y al poco tiempo llegó a la República Democrática del Congo con los misioneros combonianos. En 2003 migró a Uganda para estudiar Medicina en la Universidad de Gulu. Luego volvió al Congo al terminar la carrera y se trasladó a la Diócesis de Wamba, donde estuvo a cargo de la red de dispensarios.
El mexicano llegó a Chad en 2021, país con política inestable y en proceso de retorno a la democracia tras el asesinato -ese año- de su presidente. Está instalado en el Hospital St. Michael’s de Dono Manga, al sur del país. Es el único médico en el nosocomio, el cual dirige, aunque tres monjas de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, provenientes de México y Guatemala, le apoyan en la gestión del mismo.
En total, 37 personas trabajan con él -incluidos otros misioneros de su congregación- , pero resultan insuficientes para las 70 camas que tiene repartidas en los servicios de pediatría, cirugía, maternidad y medicina general. Vive en una pequeña comunidad con tres sacerdotes de México, Togo y la República Centroafricana que atienden la parroquia local, sin embargo casi no los ve porque pasa la mayor parte de su tiempo en el hospital.
“Mi trabajo comienza con las rondas de sala, seguidas de las consultas ambulatorias, estudios de ultrasonido y cirugías menores. Los martes y jueves están reservados para cirugías mayores y las emergencias se atienden en cualquier momento”, se lee en su perfil en la página de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús.
El hospital está ubicado en una zona de extrema pobreza al sur de Chad, por lo que no es sostenible y sobrevive de donaciones y voluntarios; el trabajo es extenuante debido al calor intenso en la región y la mayoría de los pacientes llegan por deshidratación, cálculos renales, anemia y malaria, enfermedad que ya ha contraído tres veces en el último año.
“Tenemos varias necesidades. Por ejemplo, el hospital podría utilizar energía solar, lo que reduciría muchos de nuestros gastos de combustible. Necesitamos una máquina de rayos X, un autoclave para esterilizar ropa e instrumentos quirúrgicos y un refrigerador para el banco de sangre. El depósito de agua tiene una fuga y es necesario reconstruirlo. Un tractor sería útil para cultivar el terreno del hospital y para transportar mercancías por caminos difíciles”, relató el médico mexicano a los Misioneros Combonianos.