Microsismos como los ocurridos la mañana de este 14 de febrero nos recuerdan que la Ciudad de México se hunde. Diversos estudios y expertos en el tema han dicho que el promedio actual de hundimiento es de 50 centímetros por año; incluso, estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) revelaron que el sismo de 7.1 de magnitud ocurrido en 2017 aceleró el hundimiento de la ciudad.
Actualmente se registra que en la Ciudad de México hay 591 puntos de fracturamiento o hundimiento del subsuelo. Uno de los lugares donde es más visible este fenómeno es el Centro Histórico, en la alcaldía Cuauhtémoc, en específico en la Catedral Metropolitana. Sin embargo, no es el único lugar donde existen hundimientos, para prueba de ellos hay unos 12 sitios con deformación crítica, distribuidos en distintas colonias de las demarcaciones Benito Juárez, Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac y Xochimilco.
Si bien los sismos de intensidad baja pueden originarse debido al movimiento de los suelos blandos, se ha observado que los que ocurren en la Ciudad de México estarían ligados a la extracción de aguas del subsuelo, lo cual también es el principal factor del hundimiento (pues al secarse las capas de arcilla del antiguo lecho lacustre, este se compacta debido al enorme peso de la zona urbana, donde se asientan enormes edificios, zonas habitacionales, centros comerciales, avenidas, entre otros).
De acuerdo con el estudio El Rompecabezas de la Sismicidad del Poniente de la Ciudad de México, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, en conjunto con el Departamentos de Estudios sobre el Manejo de Desastres (India), los llamados microsismos en realidad estarían ligados a fallas de tipo normal, y también podría estar ligada a la falla de Plateros-Mixcoac.
Sin embargo, en la investigación se añade que “la incertidumbre en las ubicaciones de los sismos con las estaciones de la red permanente no permite identificar de manera contundente las fallas causantes”, por lo que sugiere que algunos efectos que podrían provocar la activación mencionada son la acumulación de tensión regional, el hundimiento del Valle de México y la recarga del acuífero que alimenta a la zona metropolitana, pues “en ambos casos podrían originar esfuerzos capaces de inducir los temblores”.
Si una vez más se pone el foco en el hundimiento de la ciudad, vale la pena revisar cuáles son las zonas de la capital que presentan mayor hundimiento, y si en hipótesis, coinciden con las zonas donde se presentan los microsismos.
¿Qué zonas de la CDMX tienen mayor hundimiento?
El hundimiento capitalino comenzó con una media de cinco a 10 cm por año, pero, conforme avanzó el crecimiento de la población, la cifra aumentó de 30 a 35 cm y actualmente está en 50 centímetros. Actualmente hay varios registros que ponen en evidencia que el problema de hundimiento no es igual para todas las demarcaciones del antes Distrito Federal.
El Centro Histórico es uno de los sectores más afectados, con un ritmo de 40 centímetros de hundimiento al año. Este fenómeno ya no solo es un hecho escrito, sino también visible para los capitalinos, pues ya hay varias construcciones con alto valor arqueológico, social e histórico, que demuestran las grietas y los desniveles de los últimos años. Uno de los casos más evidentes es el del Palacio de Bellas Artes, que se ha demostrado que tendría unos 3 metros de hundimiento.
Datos de la Gerencia del Palacio de Bellas Artes (GPBA), hasta 1910 el inmueble se hundió 2 metros, sin embargo, el hundimiento de este inmueble continúa hasta la actualidad, pues desde 1992 el hundimiento se da a una velocidad más o menos constante por año, lo que ha provocado que se llegue a 2 metros con 97 centímetros.
Por otro lado, la zona noroeste de la ciudad tiene un hundimiento de menor magnitud debido a que la urbanización y gentrificación en esta zona aún no está tan desarrollada como en zonas con mayor densidad de población.
Se calcula que, en la actualidad, el sedimento está comprimido en un 17 % y se estima que en 150 años se podría alcanzar el 30 % de compresión en las capas de arcilla.
Algunas de las zonas más afectadas de las alcaldías son las siguientes:
Azcapotzalco
Alameda Norte, Benito Juárez, Portales Norte, San Simón Ticuman, Letrán Valle, Tlacomécatl, Del Valle Centro, La Esperanza, Niños Héroes (zona con mayor concentración de fracturamientos), Miguel Alemán (zona con mayor concentración de fracturamientos)
Cuauhtémoc
Roma Norte, Santa María La Ribera, San Rafael, Gustavo A. Madero, Villa Gustavo A. Madero, Linda Vista Norte, Nueva Vallejo, Unidad Habitacional Lindavista, Salvador Díaz Mirón
Iztacalco
Agrícola Oriental, Agrícola Pantitlán.
Iztapalapa
Paraíso, Amp Paraíso, Ejto de Ote II, Unidad Habitacional Ejército Oriente, Santa María Aztahuacán, Santa Cruz Meyehualco, Jacarandas, La Era, Las Peñas, Insurgentes, Unidad Habitacional Hermita Zaragoza I y II, Santa Martha Acatitla, Pueblo de Santa Martha Acatitla, Lomas de San Lorenzo, Pueblo de San Lorenzo Tezonco, San Antonio, El Rosario, El Molino Tezonco.
Miguel Hidalgo
Popotla
Tláhuac
Los Olivos, La Nopalera, Miguel Hidalgo, Miguel Hidalgo Oriente, Santa Ana Centro, La Conchita Zapotitlán, Santiago Centro, Ampliación Zacatenco, San Francisco Tlaltengo (zona sur), Selene 1era y 2da Sección, Santa Catarina Yecahuizotl, San Juan Ixtayopan.
Venustiano Carranza
Peñón de los baños (zona con mayor concentración de fracturamientos y zona de riesgo de hundimientos), Xochimilco, Xaltocan, Santa María Nativitas, Pueblo de Santa Cruz Acalpixca (zona poniente), Pueblo de San Gregorio Atlalpulco (zona centro), Pueblo de San Luis Tlaxialtemalco (zona centro)
¿Cuáles son los riesgos de que se hunda la CDMX?
En términos de urbanización y acceso a los recursos naturales, la situación es preocupante en la capital mexicana. Al respecto, los autores señalan que en la agenda de la ciudad debería de figurar la , o maneras alternativas para la obtención de este recurso fundamental para la vida.
Este proceso no es regular, por lo que las construcciones pueden ser afectadas con fracturas o debilitamiento de la estructura al tener más cargado el peso en ciertos puntos. Sin embargo, para que las edificaciones continúen estables en las zonas más perjudicadas, como el centro de la ciudad, estas integran pilotes en la cimentación, mientras que antes se hacían desde la superficie. De esta forma, se llega a un terreno más sólido que causa que el edificio no se hunda a la par de la superficie.
“Por ejemplo, en la Catedral Metropolitana, en el sótano hay un área en donde se observa el trabajo de pilotes que se han instalado y que ha sido un trabajo de años, ya que es más complicado trabajar con algo que existe. Este es un ejemplo de un gran esfuerzo que se realiza con el fin de que las construcciones no se dañen con el hundimiento”, dice Pablo Nochebuena, coordinador general de FundarqMx.
El especialista agrega que el objetivo no es solamente que no se hunda, sino que el edificio esté nivelado y, en caso de que lo haga, sea de manera pareja.
¿Se puede revertir el hundimiento en la CDMX?
Gabriel Auvinet, Édgar Méndez y Moisés Juárez, todos pertenecientes al Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, publicaron un artículo titulado Hundimiento regional del Valle de México en la revista Geotecnia, donde concluyen que para desacelerar este fenómeno se debe tener una mejor política en torno al abastecimiento de agua potable.
Globalmente, el control de los hundimientos pasa por la implementación de una política de abastecimiento de agua diferente a la actual. Para reducir el bombeo local es posible recurrir a fuentes externas o profundas, pero debe darse prioridad a otras acciones: como la promoción de un uso más racional del agua y el eficiente control de fugas en el sistema de distribución de agua potable”, plantean.
La inyección de volúmenes de agua estratos “permeables” del terreno ayudarían a proteger áreas importantes del Centro Histórico de la CDMX contra el fenómeno de la subsidencia. Insisten en que las construcciones deben recurrir a “métodos de diseño cada vez más refinados” para aminorar el impacto del hundimiento que sufre el terreno de la capital del país.
Aunque apenas sobrepasamos la mitad del total estimado, es una realidad que estos cambios son casi irreversibles, según aseguran los autores del estudio, pues consideran que no podrá ser posible la recuperación de la elevación perdida.
El peso de la ciudad y los cimientos poco profundos hace que el suelo se compacte. Aunado a la constante extracción de agua y la creciente expansión del área metropolitana, revertir las consecuencias se ha vuelto casi imposible.