Un reciente análisis ha revelado que México enfrenta un panorama diverso respecto a la problemática de la escasez de agua. Se identificaron seis estados del sur del país que, gracias a sus condiciones actuales, no experimentarán problemas de abastecimiento de agua desde 2024 hasta 2050, fecha en la que se estima un punto sin retorno para mitigar los efecto adversos como las sequías.
Estos territorios han sido señalados por tener una baja exposición al estrés hídrico, un fenómeno que ocurre cuando la demanda de agua supera la oferta disponible o su calidad restringe el uso. Sin embargo hay 11 entidades federativas que tienen una exposición alta a sufrir un estrés hidráulico del que podrían derivarse problemas graves ante la falta de agua, de acuerdo con el estudio de S&P Global Ratings.
Los estados que se quedarán si agua en 2050
El término estrés hídrico es crucial para entender este fenómeno, explicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente como una condición donde la demanda de agua sobrepasa la capacidad de suministro o su calidad limita las aplicaciones posibles. De acuerdo con los resultados del estudio, los 11 estados que se quedarán sin agua son:
- Baja California Sur
- Ciudad de México
- Baja California
- Aguascalientes
- Estado de México
- Morelos
- Sonora
- Sinaloa
- Chihuahua
- Guanajuato
- Zacatecas
Respecto a los seis estados que podrán sobrevivir a esta situación, ubicados en la región sur de México, se benefician de condiciones ambientales menos áridas y un nivel de actividad industrial más bajo comparado con otras áreas, lo que contribuye a su menor riesgo de enfrentar escasez hídrica. El estudio concluyó que estas regiones son las siguientes:
- Guerrero
- Veracruz
- Campeche
- Chiapas
- Oaxaca
- Tabasco
Sin embargo, S&P Global Ratings advierte que cambios en las estructuras sociales y económicas de estos estados, como un incremento en la prosperidad, podrían alterar este panorama positivo. Además, el futuro hídrico de estos territorios no está completamente asegurado. El aumento en el uso del agua vinculado al crecimiento económico y poblacional podría, eventualmente, incrementar el estrés hídrico. Esta situación enfatiza la importancia de políticas sostenibles de gestión del agua y la necesidad de adaptación frente a los cambios sociales y económicos que puedan presentarse.