Ernesto Fonseca Carillo, mejor conocido como ‘Don Neto’, era como todos los capos, tenía una gran adición por las mujeres, es por ello que contaba con más de cuatro esposas, las cuales la tenía en diferentes domicilios.
En una ocasión, al llegar a uno de sus domicilios, el denominado ‘Restaurante 1′, ‘Don Neto’ encontró a un hombre de apellido Molina, quien había sido su secretario particular y actualmente era comandante de la Dirección Federal de Seguridad.
El hombre se había atrevido a preguntarle algo a Guillermina, una de las esposas de Fonseca Carrillo, por lo que al llegar lo encontró en la casa e incluso lo amenazó con matarlo, a lo cual Molina se puso nervioso.
“‘Don Neto’ podía ir de una mujer a otra, y podía tener más afición por algunas de ellas, pero ninguna, absolutamente ninguna, podía pagarle con la misma moneda”, se lee en el libro de Anabel Hernández, ‘Emma y las otras señoras del narco’.
Los mismos escoltas de Fonseca, fueron los que corrieron al escuchar los gritos dentro del domicilio, pero al ver que no estaba en peligro, se quedaron tranquilos, mientras el capo retaba a Molina a enfrentarlo.
“Un día, en la casa donde estaba Guillermina, los escoltas escucharon gritar a Fonseca, y salieron corriendo con los rifles en mano dispuestos a disparar. El capo estaba discutiendo con un hombre de apellido Molina que había sido su secretario particular y era comandante de la DFS, ‘muy drogadicto, muy matón’, describen quienes lo conocieron”, narra la periodista.
Entre las palabras que Ernesto le decía a su exempleado, eran “que se quedara a su esposa”, mientras que la mujer estaba llorando y le solicitaba que se controlara, debido a que no había pasado nada, solo le dijo unas cuantas palabras.
Molina al ver que estaba acabado, procedió en retirarse, algo que sorprendió a muchos que no podían creer que le había perdonado la vida, pues algo que caracterizaba a Fonseca Carrillo, era su imposibilidad, que a la menor provocación asesinaba a personas.
“Estaban discutiendo por algo, que Molina se había atrevido a decirle a Guillermina, Fonseca se dio cuenta y lo encaró. ‘Qué, ¿la quieres?, ahí está te la regalo’, ‘no’, Guillermina estaba llorando, ‘no Ernesto, es que mira’, ‘no me interesa’, ‘órale, arráncate’, dijo ‘Don Neto’ embistiéndolo con la mirada y sacando el arma, Molina miró alrededor con nerviosismo, sabía que estábamos todos y que ‘Fonseca era muy buen tirador, era rápido para sacar el arma como si fuera del Viejo Oeste’, contó Lira, Molina vio que iba a perder, y se fue”, escribió Anabel Hernández.