El fenómeno del Niño como el cambio climático están intrínsecamente vinculados a la variabilidad y el calentamiento del clima, contribuyendo a un aumento en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, como las altas temperaturas.
Estos fenómenos presentan desafíos significativos para la adaptación y la mitigación de los impactos en diversas regiones del mundo y de la propia Ciudad de México.
Las altas temperaturas asociadas con ambos fenómenos pueden tener consecuencias significativas en la salud humana, la agricultura, la biodiversidad y los recursos hídricos, entre otros aspectos.
¿Qué fechas tienen los máximos históricos?
En el vasto desierto de Altar, específicamente en San Luis Río Colorado, Sinaloa, se forjó un hito en la historia climática de México el 6 de julio de 1966. Con un asombroso registro de 58.8 grados Celsius, este rincón árido se convirtió en el epicentro de la temperatura más alta jamás registrada en el país.
El calor abrasador de aquel día dejó una huella imborrable, revelando la implacable naturaleza de las condiciones climáticas en esta región.
Sin embargo, la Ciudad de México también experimentó su propio episodio ardiente. El 9 de mayo de 1998, la Merced se vio envuelta en un sofocante abrazo de 34.4 grados Celsius, marcando un récord histórico de calor en la capital.
Cabe recordar que el año pasado, se estuvo muy cerca de rebasar los máximos históricos, ya que el 15 de junio registró 32.2, el 16 tuvo 31.2 y el 17 llegó a 31.1. Mientras, un día después la temperatura se elevó otra vez, pero hasta los 31.8 grados.
Este evento no solo dejó a la población capitalina enfrentando temperaturas inusuales, sino que también desencadenó consecuencias devastadoras en otras partes del país.
En Nuevo León y Tamaulipas, la ola de calor cobró vidas humanas, dejando víctimas en su estela. Las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en Tabasco sufrieron apagones, afectando a miles de habitantes.
En San Luis Potosí se presentaron incendios, mientras que Guanajuato se sumió en temperaturas que desafiaron los límites.
Estos eventos extremos subrayan la vulnerabilidad de diversas regiones ante los embates del clima, recordándonos la importancia de la preparación y la conciencia frente a fenómenos climáticos cada vez más intensos e impredecibles.